Que los malos conocidos no nos hagan el cuento
Luis Cino
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Societé Générale, un banco
francés que hace negocios con Cuba, acaba de perder 7 000 millones de
euros en la Bolsa. La multimillonaria pérdida se produjo en menos de 48
horas, a finales de enero. Me enteré a través de un correo electrónico
que me envió, desde el norte de Francia, mi amigo, el escritor Luis
Torné Aguililla.
Torné Aguililla supone que la multimillonaria pérdida se debió a que un
trader del banco jugó sucio y perdió. "La verdad nunca la sabremos",
advierte, "porque esas son aguas profundas de un capitalismo francés en
bancarrota".
Refiere que 63 millones de franceses "ven el aparato productivo del
país irse para la China de los camaradas, Tailandia o Bulgaria"
El capitalismo francés no es el único que hace agua. La crisis
inmobiliaria en Estados Unidos aviva los temores de una recesión
económica que se sentiría en todo el mundo. Cosas de la globalización.
Para demostrar que los flujos financieros barrieron con las soberanías
nacionales, Torné cita el ejemplo de una fábrica de botas en los
Pirineos franceses que pertenece a un fondo de pensiones en los Estados
Unidos.
Es la internacionalización del capital. Parafraseando al inefable
Marx, "capitalistas de todos los países, uníos."
Bueno, no es para cortarse las venas o preguntarse si, en definitiva, el
Comandante y sus adláteres de Caracas y el Foro de Sao Paulo no tendrían
finalmente la razón con aquello del desplome inminente del capitalismo.
No hay que exagerar si se habla de derrumbes inminentes. Ahí están la
Habana Vieja y el régimen de Fidel Castro. Todos apuntalados, en
estática milagrosa, haciendo maromas. Y nada. Ahí están, viendo pasar el
tiempo. Como la Puerta de Alcalá.
El propio Carlos Marx explicó que las crisis del capitalismo son
cíclicas. La historia ha sido testigo de varias de ellas. El sistema ha
dado muestras de su capacidad casi inagotable de recuperación. Todo lo
contrario del comunismo, que se descarriló justo cuando decían que el
futuro le pertenecía por completo.
De cualquier modo, es para preocuparse. Tanto va el cántaro a la fuente.
Torné Aguililla, en el frío norte de las Galias, representa al Partido
Socialdemócrata de Cuba en Francia. No renuncia al buen vino, la
cebolla, el ajo y la amistad de un cura rojo. Tampoco a enviar agudos
e inteligentes artículos y mensajes electrónicos a sus amigos en Cuba.
Como este que tanto agradecí y me ha puesto a pensar.
En él, mi colega y tocayo aconseja orientar la lucha contra la dictadura
poniéndola en sintonía con la realidad de la crisis que vive el
capitalismo mundial.
A los cubanos ya no debieran asustarnos las crisis, pero nos asustan.
Más aún si nublan un futuro que se avizora lejano. Asustadizos y
pesimistas que nos hemos vuelto.
Llegan noticias preocupantes del Norte. También de Europa. Por
desdicha nacional, hay millones de cubanos dispersos por el mundo para
contar que la economía va mal.
Algunos cubanos pueden empezar a pensar que para saltar a un capitalismo
en crisis, no vale la pena el cambio. Preferirían entonces seguir,
estoicos y pacientes, esperando por las reformas de Raúl Castro.
Hay que explicar la verdad a la gente. No permitir que la expliquen
Ricardo Alarcón, Pérez Roque, la Mesa Redonda de Cubavisión o las
Reflexiones del Comandante.
Se trata de que no sean "los malos conocidos" los que nos hagan el
cuento. Con la nueva manía cubana por la credulidad, capaz que hasta les
creamos las explicaciones y los sigamos prefiriendo a ellos y su
desastre antes que a "los buenos por conocer". Hablar claro ahora es el
único modo de evitarlo.
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