Desde mi observatorio
Muchas son las señales del cambio en la Cuba de hoy: en las calles, el
mercado, las paradas de ómnibus y hasta en la televisión.
Rafael Alcides, La Habana
jueves 7 de febrero de 2008 6:00:00
La Tierra se mueve alrededor del Sol y nadie la ve moverse. Sin embargo,
se mueve. Yo, desde mi casa, lo deduzco por los cambios que en la luz se
van operando entre el amanecer y la noche.
Igualmente, puedo apreciar en las esquinas, en el mercado, en las
paradas de ómnibus y hasta en la televisión, los cambios que a diario
siguen teniendo lugar en la realidad cubana, aun cuando en la superficie
de esa realidad todo parezca seguir inmóvil, hecho de hormigón armado.
Ahora mismo volvieron a ser un éxito las elecciones. El "voto unido",
famosa medicina política para mantener unidos a los ciudadanos, "conjuro
para seguir en la nave donde vamos resistiendo con éxito los embates del
Moby Dick del Norte" (le oí decir a un orador), volvió a triunfar. Nadie
en Cuba ni fuera de Cuba lo dudaba.
De modo que eso no dice nada. Maquillaje.
La gente que en otro tiempo sacó sus santos de yeso a la calle y los
hizo añicos delante del vecindario para que no existieran dudas, ha
vuelto a prenderles velas. Las templos están llenos, siempre hay un cura
bautizando, un babalawo tirándole los caracoles a alguien que sueña con
viajar, y hasta en la televisión vemos a los famosos del día, actores y
músicos, esa gente que dicta la moda, luciendo a pecho descubierto,
cuando no llevados fuera de la camisa, casi como un desafío, ostentosos
crucifijos o medallas de santos.
Hasta las más modestas casas ponen su guirnaldita al llegar la Navidad,
nadie se esconde para celebrar la Nochebuena, y la bandera patria, antes
ondeando en puertas y balcones en los días de festejos y
conmemoraciones, hoy apenas se ve. La del 26 de Julio, ni siquiera el
día 26 de julio la vería uno, a menos que saliera de expedicionario por
la ciudad en automóvil, con tiempo y con mucha gasolina.
En las calles, la gente, antes tan cautelosa, habla hoy hasta con los
desconocidos. Los bolígrafos y las fosforeras han dejado de dar miedo.
En las novelas policiales, serían hoy un recurso pasado de moda de
autores sin imaginación. Es más, estas novelas (hablo de las cubanas),
que tanto contribuyeran en otro tiempo a vivir en el miedo, han dejado
de interesar. Ni las compra el público, ni los autores de entonces las
escriben. Menos aún los jóvenes novelistas, esa raza nueva interesada
sólo en lo nuevo.
La ley de la acumulación
Muchas son las señales del cambio que sigue teniendo lugar sin que lo
parezca, al modo de los movimientos telúricos. Enumerarlas llevaría días
y mucha memoria. No hace tanto tuvieron lugar las asambleas populares,
en las que se oyó de todo, no siempre en el mejor de los tonos. Y como
en otras elecciones de los últimos tiempos, también las que acaban de
tener lugar indican, sumados votos en blanco, votos anulados y gentes
que no fueron a votar, que al menos un 10% del electorado no apoya al
gobierno.
En una población de casi 12 millones de habitantes, de los cuales votan
ocho millones y cuarto, dichos nada enigmáticos 800.000 y pico de
abstencionistas, si bien por mandato constitucional no pueden
organizarse políticamente, no dejan de significar una cifra preocupante.
Un sismólogo político no la pasaría por alto.
800.000 y pico, digo, suponiendo que todo el que votó lo haya hecho a
conciencia, haya votado porque lo sentía, no por temor a "señalarse". Y
suponiendo, como decía ayer en una esquina un calvito con cara de
ilustrado, que los resultados de las elecciones hayan sido los que nos
dieron, cosa que él personalmente no pondría en duda, puesto que en Cuba
el ciudadano puede ir a su colegio a ver el escrutinio. Aunque este
último lamentaba que, complementando esa demostración de transparencia,
no se hicieran públicas en los periódicos las votaciones de la Isla,
colegio por colegio.
Esto, decía él, les cerraría el pico a los deslenguados que nunca
faltan, y mencionaba el caso de un malpensado, vecino suyo, que decía
que no siendo él ubicuo, conocer el escrutinio de su colegio nada le
aseguraba.
Estas mismas dudas electorales que mencionaba el calvito, quién, por muy
vecino íntimo de uno que fuera, se habría atrevido antes a manifestarlas.
Y qué decir de la asombrosa metamorfosis en el caso de los
intelectuales, antes "las partes blandas de la sociedad" y hoy
considerados "el escudo y la espada de la nación". Supongamos que el
concepto oficial sobre ellos no haya variado, pero indica algo que la
retórica usada para designarlos sea la misma que se utiliza para hablar
del legado del Moncada.
En fin, ha habido cambios aunque no lo parezca. El aparato estatal está
completo. Todo parece estar igual que antes, pero nada está como antes.
Como la Tierra a la salida del sol, todo se ha movido y seguirá
moviéndose. Es la ley de la acumulación, el modo de trabajar los
pequeños cambios antes de convertirse en cambios de calidad. Metido en
su oficina, uno no se había dado cuenta pero de repente se acabó el día.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/desde-mi-observatorio/(gnews)/1202360400
No comments:
Post a Comment