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Tuesday, January 29, 2008

Inspectores improvisados

29 de enero de 2008
Inspectores improvisados
Frank Correa

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Por no tener dinero ni para
el ómnibus, había caminado por la Quinta avenida hasta las oficinas de
Aguas de la Habana para pagar seis meses de atraso. Cuando regresaba me
encontré a mi amigo.

-¿Ni dinero para la guagua?

-Ni eso –dije.

-Entonces de verdad que estás jodido.

Me pidió que lo acompañara a la tienda Palco, la mejor abastecida de La
Habana, situada en el reparto Siboney.

-¿Por qué esta cola? –pregunté.
-Estamos esperando que abra. Ya tienen casi media hora de retraso.

Cando nos unimos a la muchedumbre que esperaba y a los autos de
turistas y cubanos pudientes que sonaban los cláxones para abrirse paso.

-Ven. Vamos a esperar que toda esa gente se mate por comprar primero. No
estamos apurados. Te invito a un café.

-¿Estás loco? --dije --. Un café cuesta aquí 1 CUC. Con eso nos tomamos
24 cafés allá afuera.

-Pero este café es de Palco -dijo con ironía mi amigo.

-Gracias, no quiero.

-Insisto. Quiero invitarte a un café de Palco.

-No.

-Acéptalo. Sé que lo necesitas. ¡Compañera…! ¡Por favor, dos cafés!
-
La cafetera está rota.

-¿Cómo que rota?

La camarera continuó de espalda y recostada al mostrador, en su
interesante charla con un dependiente.

-Anota eso: cafetera rota. ¿Quieres una cerveza?

-No.

-¿Qué te pasa? ¡No quieres aceptarme nada!

-Es que yo no le sigo el juego a este capitalismo.

Mi amigo se echó a reír.

-Este lugar no me gusta –dije.

-¿Por qué?

-Tanto lujo, todo preconcebido, parezco como si fuera a ensuciarlo con
mis manos en cualquier momento.

-Bueno, vamos a comprar y nos largamos…

Entramos en la tienda. Tanto brillo y los cientos de productos
desconocidos me abrumaban. Me sentí ridículo empujando aquel carrito
vacío entre tantos turistas y cubanos pudientes con carritos que
rápidamente se llenaban. Nos mareamos dando vueltas por la tienda
buscando una frazada de piso. Al fin, encontramos un empleado.

-No tenemos frazadas de piso.

-Anota eso. No hay frazadas de piso en Palco.

Buscamos entonces detergente. Los pasillos estaban repletos de gente con
carritos. Se hizo imposible el tráfico. Éramos pésimos conductores de
carritos en tiendas de divisas. Choqué contra varios estantes.
Constantemente las ruedas se trababan por mis giros bruscos. Casi le
aplasto el pie a un niño asiático que corría por los pasillos. Pastas
alimenticias, cereales, leches, licores, pasaban ante mí como anuncios o
propagandas televisivas prohibidas.

-Aquí está el detergente- dijo mi amigo, pero los precios lo espantaron

-¡Pa su madre! Mejor lo compro en otro sitio.

Fuimos a los alimentos refrigerados. Tomó un paquete de mantequilla. El
más barato. Vi yogures de todas clases y recordé a mi esposa
embarazada. Coloqué en el carrito un paquete con cuatro yogures.

-¿Y eso?

-Para mi esposa.

-¿Por qué mejor no le compras yogur de soya en la carnicería? Es más barato.

-Pero este es mejor. Quero darle algo bueno a mi hijo de regalo. ¿No
querías que tomara café? Esta es una mejor causa…

-¿Cuánto vale?

-No veo el precio por ningún lado…

-Anota. Productos sin precios…

Llamamos a otro empleado. Le hicimos la pregunta. Fue a una oficina.
Regresó con un precio que pegó en el estante.

-Setenta y cinco centavos –dije-, más barato que el café.

-¿Setenta y cinco todo o cada uno?

-Cada uno -dijo el empleado.

-Imposible, no me alcanza el dinero.

Mi amigo colocó el yogurt en su lugar. En ese momento, mi hijo debe
haberse retorcido en la barriga de su madre.

-Vámonos de aquí, no me gusta este lugar.

Empujé el carrito hasta la salida. Tres cajas registradoras estaban sin
operarias y la cuarta atendía la cola de carritos.

-Anota eso. Cuatro cajas registradoras. Una sola operaria. Cafetera
rota. No hay frazadas de piso. Productos sin precios. ¿Se me olvida algo?

-Un carrito para un paquete de mantequilla.

-Además, el dinero no es mío –dijo mi amigo, esto es un encargo.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/en08/29a8.html

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