Violencia en las calles
Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - La población de la capital se
encuentran alarmada por el aumento de la violencia en las calles. El
número de robos en plena vía pública salta a la vista. Las autoridades
no suelen emitir estadísticas informaciones sobre estos hechos, a menos
que vayan a inculpar a otros estados por lo sucedido en territorio nacional.
En la intersección de las calles Paseo y Calzada, fue golpeado un hombre
de mediana edad por un grupo de muchachos que usaron un tubo de metal.
La intención era robarle una cadena que llevaba al cuello. A escasas
cuadras, en Línea y Calle 4, una muchacha fue literalmente arrastrada
por las joyas que llevaba, mientras se inclinaba para entrar en un taxi.
El delincuente se dio a la fuga. Otra victima fue conducida al cuerpo de
guardia del hospital Miguel Enrique, tras recibir dos cortes de machete
en el rostro y un palazo en la espalda. El móvil era el mismo: robo.
Lo más preocupante de estos asaltos es que los protagonistas casi
siempre son jóvenes, adolescentes en algunos casos.
La ola de violencia tiene numerosas causas. Según varias personas
entrevistadas por este reportero, en primer lugar está la miseria, fruto
de la crisis económica por la que atraviesa la familia cubana. También
la perdida de valores dentro de la conciencia social, lo que afecta
principalmente a las nuevas generaciones, crecidas bajo el concepto de
que robar es la única forma de sobrevivir, ya sea al estado, a
extranjeros, o a los conciudadanos.
Casi todas las opciones con que cuenta la población para resolver sus
necesidades son en divisas; desde el esparcimiento hasta la ropa (aún la
reciclada), el transporte y la alimentación. Los precios están muy por
encima del alcance de la mayoría. Sólo escapan a esta situación la elite
gobernante, los ciudadanos que roban en centros de trabajo vinculados
fundamentalmente al turismo, y los que reciben remesas de sus familiares
que residen en el exterior.
Aún así, el fantasma de la crisis cubre a todos, de una forma y otra. El
salario básico en Cuba (que no sobrepasa los 15 dólares), apenas alcanza
para los gastos mínimos de una semana.
Asombrosamente, la presencia policial en las calles es alta, sobre todo
a raíz de la fuga y captura de un grupo de jóvenes militares desertores.
La corrupción también es patente en el cuerpo represivo, lo que puede
apreciarse por cualquier persona que recorra la ciudad horas de la noche.
En algunos casos, la policía, lejos de perseguir a los delincuentes, se
dedica a hostigar a personas relacionadas con el mundo turístico, sobre
todo a los taxistas. Luego los "perdonan" por una comisión o una caja de
cigarrillos. Los vendedores por cuenta propia son igualmente
extorsionados, son aún más vulnerables aquellos que no poseen licencia
para trabajar. Las personas que transitan en compañía de extranjeros,
los opositores y los negros son víctimas también de la policía.
Dos señoras, una residente en el área de La Rampa, y la otra en el
barrio Nuevo Vedado, coincidieron en señalar que los delincuentes se
desenvuelven a sus anchas y sólo los atrapan en los seriales de los
domingos. "Lo difícil es que a estas alturas ya ni llamamos a la policía
para denunciar los casos" -expresaron.
La zona de Nuevo Vedado es una de las más problemáticas. Se trata de un
barrio residencial donde se levantan, además de humildes viviendas, las
residencias de un grupo numeroso de dirigentes del país. Los hijos de
estos señores crecen a la buena de Dios: carreras de autos con peligro
para la vida de los transeúntes, robos y grupos de adolescentes que se
dedican a agredir a los transeúntes y a pelear entre ellos; son la
tónica de Nuevo Vedado, sobre todo en el área del cine Acapulco.
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