Publicado el 2 de May, 2007 en Internacional
BiscetDesde La Habana, Elsa Morejón Hernández lanza al mundo un
llamamiento urgente en el que pide ayuda para lograr la libertad, o por
lo menos un tratamiento humano, para su esposo el preso de conciencia
Dr. Oscar Elías Biscet González. Desde Oviedo, en España, el poeta
Efraín Canellas encabeza una campaña que no por infecunda dejó de ser
hidalga donde se postula a Biscet para el premio Príncipe de Asturias.
Entre las organizaciones protectoras de la vida en todo el mundo, el Dr.
Biscet es admirado como el hombre que denunció el aborto indiscriminado
y sistemático que hasta nuestros días lleva a cabo el régimen comunista
de Cuba con la publicación de su obra "Rivanol: Un método para destruir
la vida", en abril de 1998.
En Miami, en un exilio que se niega a olvidar la patria pero que muchas
veces carece de dirección y liderazgo, se le contempla como una luz de
esperanza en nuestro ya largo camino hacia la libertad y la democracia.
Y en el mundo intrincado, rápido y efímero del Internet se especula
sobre la posibilidad, no solamente remota sino totalmente carente de
toda base real, de que el Dr. Biscet pudiese algún día aspirar a un
cargo público.
Pero este hombre es demasiado complejo para poder ser enmarcado dentro
de cualquier categoría específica y mucho menos simplista. En primer
lugar, no ha dado hasta ahora muestras de buscar el poder político o la
aprobación de las multitudes. Su empeño en proteger la vida de los
non-natos y defender la libertad de sus conciudadanos no le deja tiempo
para ocuparse de esas pequeñeces. En su mensaje de rebeldía no
encontramos un sólo adarme de odio a ningún semejante.
Combate la opresión sin odiar al opresor, denuncia la injusticia sin el
más mínimo asomo de venganza y lucha por los oprimidos arriesgando su
bienestar y la seguridad de su destino. Todo parece indicar que este
médico del cuerpo se ha propuesto nada menos que curar el alma nacional
cubana. Como decía mi abuela cuando me advertía de algún peligro: "Ojala
que Dios lo coja confesado". Porque esta no es una labor para cualquier
político, para cualquier médico o para cualquier ciudadano por muy hábil
e inteligente que pueda ser. Es una empresa de proporciones gigantescas
que demanda la fuerza de carácter y la generosidad extrema de quienes
sacrifican su felicidad personal en aras de la felicidad de su pueblo.
De ahí su similitud con Mahatma Gandhi.
Ahora bien, si acabamos de decir que Biscet no puede ser enmarcado con
facilidad no podemos incurrir en el error de encajarlo en el molde del
padre de la nación india. Si en su prédica encontramos ingredientes de
la filosofía de Gandhi; en su conducta, su personalidad y hasta en su
físico sobresalen indiscutibles características de Antonio Maceo. No el
Maceo de Mal Tiempo y Palo Seco sino un Maceo del Siglo XXI. Un Maceo
para nuestros tiempos donde estamos enfrascados en una lucha que demanda
otros métodos.
Sin embargo, la estrategia de Biscet del cambio sin violencia está tan
llena de riesgos y demanda tanto estoicismo y valor personal como las
condiciones y características que rodearon la vida del General Maceo. En
cuanto a los riesgos, todos los cubanos hemos escuchado anécdotas
espeluznantes sobre las formas drásticas y eficientes de la tiranía para
eliminar a sus adversarios, sobre todo aquellos infelices que guardan
prisión.
Y si hablamos de estoicismo y valor personal, quién sino un hombre con
esas características en grado sumo habría sido capaz de mantenerse firme
en sus principios después de haber sido encarcelado 26 veces en 9 años.
Nueve años durante los cuales ha respirado el aire de la libertad por
sólo 36 días. Porque después de haber cumplido una condena de tres años
en el 2002, fué inmediatamente encarcelado de nuevo y condenado a 25
años de prisión. No en las celdas pulcras, espaciosas y con comodidades
que le son proporcionadas a los reclusos en los paises civilizados. Sino
en las celdas malolientes, lúgubres, infestadas de pulgas y desprovistas
hasta de colchones con que las tiranías se regocijan en mostrar su
ensañamiento contra quienes se atreven a pensar diferente y retar la
infalibilidad oficial.
Asimismo, en el colmo de la barbarie y como método mezquino para quebrar
su voluntad, a Biscet se le ha negado, a veces durante meses, el alivio
de recibir la visita de su esposa y hasta de su señora madre. Tampoco se
le ha proporcionado asistencia médica para sus múltiples dolencias
físicas como una alta presión arterial y un constante sangramiento de
las encías que le ha hecho perder casi la totalidad de sus dientes. Pero
si despiadadas han sido las torturas, gigantesca ha sido la entereza del
preso para desafiar a sus carceleros y sobrellevar una situación que
para otros habría sido precaria.
Después de estar un tiempo privado de la miserable y fétida colchoneta
que reciben los reclusos, Biscet decidió un día que le resultaba más
saludable dormir sobre la loza fría de su celda. De esta forma,
aprendiendo a vivir privado de comodidades básicas y manteniendo la
integridad de sus principios, Biscet se ha declarado libre de sus
carceleros y dueño de su propio destino. Un destino que muy bien podría
llevarlo un día a desempeñar un papel destacado, no sólo en la conquista
de nuestra libertad, sino en la sanación de las profundas heridas que
han infringido sobre nuestro pueblo sus opresores de casi medio siglo.
No podemos esperar nada menos de este ferviente discípulo de Gandhi e
hijo indiscutible de Antonio Maceo.
Fuente: Noti Cuba
http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2007/05/02/cuba-y-los-derechos-humanos-revolucionarios/
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