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Saturday, December 23, 2006

Nadie lo Puede Garantizar

Nadie lo Puede Garantizar
2006-12-22
Guillermo Fariñas Hernández, Cubanacán Press

El anciano Leovigildo iba bajo la lluvia aquel húmedo diciembre del
2006, hasta la escuela Orestes de la Torre, de Santa Clara. Estaban
convocadas dos reuniones extraordinarias y consecutivas, una de la
Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y la otra del Núcleo
Zonal de jubilados del Partido Comunista de Cuba.

La agenda a tratar por los seguidores de Fidel Castro era una sola para
ambas asambleas: el análisis político-ideológico del combatiente y viejo
comunista Leovigildo Pérez Pérez, por negarse en varias ocasiones a
participar en los orientados violentos Actos de Repudio contra los
disidentes pacíficos.

Tomó la palabra el Dr. en Ciencias Psicológicas Armando Montero, quien
era sumamente elocuente pues ejercía por contrata como profesor en la
Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. Sus vocablos fueron: "El
camarada Pérez Pérez no está dispuesto a combatir en cualquier terreno a
los enemigos de la revolución". El académico prosiguió con su estudiada
retórica: "Camarada, discúlpeme, pero la defensa de la revolución es
incondicional, a toda hora y en todo momento, si usted no tiene
conciencia de eso, creo que no debe ostentar el honroso privilegio de
poseer el carnet de nuestro glorioso Partido Comunista".

Leovigildo casi le gritó al Fiscal Ideológico: "Ser militante sí es un
privilegio para comunistas como usted, viajando tres veces al año a
universidades en Brasil ó México y reconstruyendo su casa hasta un
segundo piso, con techo de placa de concreto incluido, más comprando
todos los materiales en tiendas Shoping con divisas convertibles".

"Por favor modérese compañero. Nosotros aquí no estamos juzgando al
comunista Sotero, sino al comunista Leovigildo", le salió al paso con
brusquedad el internacionalista por tres ocasiones en África y Teniente
Coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias nombrado Angel
Caldés.

"Angelito, yo tú mejor me callaba la boca, porque si mal no recuerdo,
fuiste el que propuso en el Partido Comunista Municipal que la
asistencia a los Actos de Repudio se hiciera en otros Consejos Populares
donde nosotros no pudiéramos ser identificados y denunciados con nombres
y apellidos por la radio de Miami", ripostó el doble Pérez.

Y continuó: "Por que los "comecandelas" como tú que al final actuaron
como los oportunistas que son, para garantizar no tener problemas con la
Oficina de Intereses de Estados Unidos de América en La Habana y poder
ir a visitar a tus hijos, que viven hace mucho tiempo allá y sobre todo
piensan en yanqui hace todavía más tiempo."

El ex militar se cayó y se sentó, Leovigildo les aclaró a los reunidos:
"Ustedes no toman en cuenta que tengo cuatro hermanos, los cuales viven
en Norteamérica y como no son revolucionarios, ni acepto ni recibo nunca
nada de ellos y mucho menos me comunico con esos familiares en el
exterior, por lo que a veces paso hambre".

Un aparentemente adormecido instructor político intervino con las
siguientes palabras: "A ver compañero Pérez, vayamos a la esencia de la
cuestión, ¿cuál es la situación que impide que asista a estos Actos de
Reafirmación Revolucionaria?". "Yo para participar en esos actos solo
necesito una garantía", afirmó Leovigildo. "¿Cuál garantía pide usted
Leovigildo?", preguntó el joven funcionario del Partido, a lo que el
anciano contestó:

"Si me garantizan que a los que hoy les damos golpes mañana cuando
regreses no valdrán más que nosotros." Y le confesó el instructor: "Mi
viejo, esta reunión ya es filosófica y terminó aquí, eso hoy nadie lo
puede garantizar.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=8241

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