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Tuesday, October 31, 2006

A veces somos muy iguales

Octubre 24, 2006

A veces somos muy iguales

Marilyn Díaz Fernández, Sindical Press

LA HABANA, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - El igualitarismo en Cuba
se manifiesta en cualquier parte, aunque no quiere decir que todos somos
iguales. Los cubanos, luego de 47 años de revolución, reconocemos a
simple vista que la sociedad vive una suerte de círculo rotatorio, en el
que un día se está arriba y otro abajo. O sea, que los privilegiados y
los desposeídos en este país no tienen nómina fija, por eso escuchamos
decir con frecuencia que la vida en Cuba es un cachumbambé: un ratico
arriba, y un ratico abajo.

Esta idea vino a mi mente hace unos días, a la entrada del antiguo
central azucarero Siboney, hoy Empresa Mielera, ubicada a veinte
kilómetros de Sibanicú, donde resido, mientras esperaba por un carro
para trasladarme a mi hogar.

Varias personas me acompañaban en la espera. Allí estaban un médico, un
capitán de la policía, un abogado, otro oficial de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, borrachines, indigentes, y una ingeniera que era yo
misma. Todos mostrábamos la misma ansiedad, el mismo deseo de llegar a
nuestros destinos, impacientes por lo avanzado de la hora. Sentí que los
presentes en aquel sitio vivíamos un momento de igualdad colectiva.

Pasó el tiempo, cayó la tarde y seguíamos siendo iguales, hasta que
corrimos todos para subir a un camión-rastra que se detuvo ante las
señas de uno de los presentes, y decidió llevarnos. El camión era una
enorme jaula de metal, utilizado para el transporte de ganado mayor
(vacas, caballos), y regresaba de un reciente traslado de animales, lo
que comprobamos al subir, porque costó Dios y ayuda encontrar un sitio
libre de estiércol de vaca, muy fresco, por cierto. Del olor no pudimos
librarnos.

Con los pies en punta, pero llenos de regocijo ante la posibilidad
inminente de llegar a casa, hombres, mujeres, jóvenes y viejos, viajamos
custodiados todo el tiempo por el calor (presente todavía en el
camión-jaula) de los animales, que momentos antes habían ocupado el
mismo espacio.

Más de cincuenta personas, aferradas a los barrotes, viajamos juntos sin
que nada, ni títulos universitarios, ni grados militares, ni edad, ni
sexo, nos diferenciara. Para todos quedó muy claro que en Cuba, a veces,
somos muy iguales, aunque está igualdad se nos imponga, y por tanto, no
es deseada.

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http://www.cubanet.org/sindical/news/y06/10240601.html

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