45 años de ruptura entre Cuba y Estados Unidos
1/4/2006
La decisión la adoptó el presidente Eisenhower el 3 de enero de 1961 y desde entonces han mantenido la misma política.
Cuba y Estados Unidos cumplieron ayer 45 años sin relaciones diplomáticas luego que Washington optara por la ruptura, abriendo un capítulo de confrontación sin precedentes en la historia, cuyo punto final es todavía impredecible.
La decisión la adoptó el presidente Dwight D. Eisenhower el 3 de enero de 1961 y desde entonces nueve administraciones republicanas y demócratas han mantenido la misma política, esperanzadas en que la revolución de Fidel Castro tenga “los días contados”.
“Por entonces, un hecho de tal naturaleza resultaba desastroso para cualquier país que como Cuba dependía del comercio con Estados Unidos. Era el preludio de la invasión de abril del mismo año”, ha dicho el historiador José Ramón Herrera Medina.
Sin embargo, la ruptura de relaciones lejos de apaciguar a Castro lo llevó a la radicalización, al extremo de que la pequeña isla caribeña llegó a desempeñar papel de gran potencia en el escenario de la “guerra fría”, que puso al mundo al borde de la confrontación nuclear.
Entre La Habana y Washington ha habido de todo en 45 años, y lo más reciente es el plan para “acelerar la transición” hacia la democracia en la isla, ideado por la actual administración republicana de George W. Bush.
“Ha llegado la hora” de un cambio en Cuba, dijo en diciembre la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, al reiterar que Bush adoptará todas las medidas a su alcance para “acercar el fin de la opresión”. EU afirma que solo restablecerá relaciones después de la instalación en La Habana de “un gobierno democrático y libremente elegido”.
Pero en este país esa pretensión sólo parece ser tomada en serio por una disidencia que se desgasta en la misma medida “que no ofrece alternativas propias ni convincentes para la mayoría de los cubanos”, según el decir de observadores, o por sectores desgajados de los centros de poder, que se enriquecieron a la sombra de las reformas económicas de 1993 y ahora padecen “una ofensiva revolucionaria sin tregua”.
“La burguesía [cubana] fue siempre y sería otra vez, si la dejáramos salir, pro yanqui, pro transnacional”, dijo el canciller Felipe Pérez Roque al clausurar en diciembre la última sesión del parlamento. Pérez Roque, de 41 años, se pronunció en esos términos al vaticinar el futuro de Cuba sin Fidel Castro en el poder, predicción insólita en la isla, que puede interpretarse como un anuncio velado de cambios inminentes en la dirección del país.
Cuarenta y cinco años después de la decisión de Eisenhower la disyuntiva entre Washington y La Habana parece inamovible: “transición” a la estadunidense o “continuidad” a la cubana.
Manuel Juan Somoza / La Habana
http://www.milenio.com/nota.asp?id=254097
1/4/2006
La decisión la adoptó el presidente Eisenhower el 3 de enero de 1961 y desde entonces han mantenido la misma política.
Cuba y Estados Unidos cumplieron ayer 45 años sin relaciones diplomáticas luego que Washington optara por la ruptura, abriendo un capítulo de confrontación sin precedentes en la historia, cuyo punto final es todavía impredecible.
La decisión la adoptó el presidente Dwight D. Eisenhower el 3 de enero de 1961 y desde entonces nueve administraciones republicanas y demócratas han mantenido la misma política, esperanzadas en que la revolución de Fidel Castro tenga “los días contados”.
“Por entonces, un hecho de tal naturaleza resultaba desastroso para cualquier país que como Cuba dependía del comercio con Estados Unidos. Era el preludio de la invasión de abril del mismo año”, ha dicho el historiador José Ramón Herrera Medina.
Sin embargo, la ruptura de relaciones lejos de apaciguar a Castro lo llevó a la radicalización, al extremo de que la pequeña isla caribeña llegó a desempeñar papel de gran potencia en el escenario de la “guerra fría”, que puso al mundo al borde de la confrontación nuclear.
Entre La Habana y Washington ha habido de todo en 45 años, y lo más reciente es el plan para “acelerar la transición” hacia la democracia en la isla, ideado por la actual administración republicana de George W. Bush.
“Ha llegado la hora” de un cambio en Cuba, dijo en diciembre la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, al reiterar que Bush adoptará todas las medidas a su alcance para “acercar el fin de la opresión”. EU afirma que solo restablecerá relaciones después de la instalación en La Habana de “un gobierno democrático y libremente elegido”.
Pero en este país esa pretensión sólo parece ser tomada en serio por una disidencia que se desgasta en la misma medida “que no ofrece alternativas propias ni convincentes para la mayoría de los cubanos”, según el decir de observadores, o por sectores desgajados de los centros de poder, que se enriquecieron a la sombra de las reformas económicas de 1993 y ahora padecen “una ofensiva revolucionaria sin tregua”.
“La burguesía [cubana] fue siempre y sería otra vez, si la dejáramos salir, pro yanqui, pro transnacional”, dijo el canciller Felipe Pérez Roque al clausurar en diciembre la última sesión del parlamento. Pérez Roque, de 41 años, se pronunció en esos términos al vaticinar el futuro de Cuba sin Fidel Castro en el poder, predicción insólita en la isla, que puede interpretarse como un anuncio velado de cambios inminentes en la dirección del país.
Cuarenta y cinco años después de la decisión de Eisenhower la disyuntiva entre Washington y La Habana parece inamovible: “transición” a la estadunidense o “continuidad” a la cubana.
Manuel Juan Somoza / La Habana
http://www.milenio.com/nota.asp?id=254097
No comments:
Post a Comment