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Tuesday, April 17, 2012

Falta de identidad?

¿Falta de identidad?
Martes, 17 de Abril de 2012 03:38
Escrito por Aimée Cabrera

Cuba actualidad Centro Habana, La Habana (PD) La población de la Cuba
revolucionaria siempre ha estado ávida de poseer lo que no es hecho en
el país. Antes del Período Especial, el embargo económico norteamericano
y la imposición de la cultura de los países europeos socialistas, muy
distante de la nuestra, llevaron al pueblo, reconocido a nivel mundial
por su buen gusto, a aceptar lo que llegara a sus manos para poder
sobrevivir en la eterna cárcel sin rejas que es toda la Isla.

En los años 60 y 70, las únicas referencias de las modas, la música, el
diseño, era a través de aquellos filmes franco-italianos o españoles que
estrenaban en los cines.

Las modistas se esmeraban en hacer un vestido de zippers (cremalleras)
como el que lucía la cantante española Massiel en el filme Cantando a la
Vida; las muchachas se apretaban el pelo de una vuelta y la otra, en el
amoldado conocido como torniquete, para hacerse la raya al medio y lucir
una melena larga y lacia como la de la intérprete de Rosas en el Mar.

Otros soñaban con un baño de azulejos negros como en la película
italiana La Muchacha de la Valija, o con las melenas y jeans ajustados,
ultima moda varonil.

Cuando alguien recibía del extranjero un catálogo de un almacén
importante o una revista de modas o chismes de artistas famosos, era
para los jóvenes como encontrar un oasis en el desierto.

Pero siempre quedó la expectativa con "lo americano".

"Aquí venían los americanos al Encanto (una de las mejores tiendas del
país) a comprar lo exclusivo. Las americanas mandaban a hacer la
canastilla a mano que se vendía en una tienda en el Paseo del Prado.
Ellos nunca tuvieron el buen gusto del cubano. Una habanera se iba de
tiendas y parecía que iba para una fiesta", rememora una septuagenaria.

"El hombre de traje o camisa de mangas largas, bien afeitado; era como
una competencia por lucir elegante hasta en horarios de trabajo o
estudio. Las casas en planta baja abrían ventanas o puertas para que se
vieran sus adornos, sus muebles, cortinas y paredes impecables. Pero de
pronto todo se acabó. Se impuso la chapucería, se dejó destruir la
ciudad, la vulgaridad acabó con la Habana. Los que pudieron se fueron,
otros no pudieron, ya no están o viven del recuerdo", añade esta
anciana, que nació y vivió siempre en la capital.

Durante el período de fobia contra todo lo proveniente de los Estados
Unidos, los amantes del cine dejaron de ver los clásicos de Hollywood de
esa etapa, tenían que esconderse para oír las emisoras de radio
norteamericanas y así tomó fuerza ese gusto por lo que viene de allá, a
veces carente de calidad, pero la fruta prohibida es así.

En los últimos tiempos, con la apertura de las licencias para los
trabajadores por cuenta propia, los artesanos que confeccionan ropas,
calzados y carteras han pasado a un segundo plano. La competencia la han
ganado los revendedores de ropa traída de los Estados Unidos.

En su mayoría son confecciones de regular calidad, pero tienen el
encanto del brillo, los colores impactantes y los diseños novedosos. Se
destacan las prendas femeninas con tejidos de lycra, que van desde
pantalones, pescadores, blusones variados y vestidos. Una ropa cuyo
tejido es caluroso, pero da a entender que quien la usa, tiene dinero
para gastar.

Para los hombres hay bermudas, medias, camisetas con mangas o
desmangadas, y accesorios como cintos, que son del agrado de quienes
gustan lucir juveniles.
Los precios de venta no llegan a los multados de las tiendas
recaudadoras de divisas pero están altos, en la moneda convertible, o en
su equivalente en pesos.

Un reportaje del periódico Trabajadores sobre la imagen cubana (Imagen
Cuba: apuntes y derivaciones críticas, Jorge Rivas Rodríguez, lunes 2 de
abril) critica el vestir del cubano actual y "las mercancías que nada
tienen que ver con la cultura nacional, así como lo reprochable de
ciertos adornos", suena a burla.

El periodista Jorge Rivas debiera averiguar cuánto cuesta una ropa
confeccionada en la tienda El Quitrín, de la calle Obispo, cuáles son
los precios de las bellas artesanías y otros productos que se venden
cada verano en el Pabellón Cuba o en Pabexpo. No explica el reportero
las estrategias a seguir para llegar a lugares como estos a comprar lo
que sí está en correspondencia con la cultura cubana.

Las orientaciones estarían encaminadas a cómo ganarse dinero en la
bolita, o cómo robar más y mejor, sin olvidar otras vías deshonrosas que
ponen buenos fajos de billetes en las manos de cubanos y cubanas que no
son mayoría.

"La culpa no la tenemos nosotros. Vivimos mal, todo nos cuesta
demasiado, hay que priorizar muchas cosas y por eso comemos mal,
remendamos las suelas de los zapatos y hacemos un arreglo en la casa que
al poco tiempo no sirve. De dónde vamos a sacar dinero para comprar lo
que identifica a nuestra cultura. ¿Ahora también nos van a criticar? ¡Es
demasiado!"- dice una profesora jubilada, quien lee cada lunes el
periódico Trabajadores a la sombra de un árbol, en un parque cercano a
un estanquillo de periódicos en la Habana Vieja.

Para Cuba actualidad aimeecabcu2003@yahoo.es

http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/129-comercio/3887-ifalta-de-identidad.html

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