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Wednesday, April 04, 2012

Cuba 2012: el Pastor, el Lobo-Reliquia y la Encíclica Divini Redemptoris

Cuba 2012: el Pastor, el Lobo-Reliquia y la Encíclica Divini Redemptoris
Por Armando F. Valladares

Cordial recepción al ex dictador
El 28 de marzo de 2012, las escenas que muestran a Benedicto XVI y su
séquito recibiendo cordialmente al sanguinario ex dictador Fidel Castro,
en la Nunciatura Apostólica de La Habana, fueron las más dramáticas de
la visita papal a la isla-cárcel desde los puntos de vista religioso,
pastoral, político, simbólico y de la propia teología de la Historia;
las que dejaron el sabor más amargo en los cubanos de la isla-cárcel,
sedientos de auténtica fe católica y de plena libertad; y las que más
dilaceraron los corazones del rebaño cubano, dentro y fuera de Cuba.

Una especie de "santo" comunista
Era el Pastor de los Pastores, con su secretario de Estado, el cardenal
Tarcisio Bertone, y con su Nuncio Apostólico en La Habana, monseñor
Bruno Musaro, acogiendo al Lobo de los Lobos casi como si fuera una
"reliquia" viviente, una especie de "santo" comunista. Ese encuentro
constituyó la realización de una Pesadilla de las Pesadillas, respecto
de la cual se especuló durante muchos meses antes de la visita papal,
incluyendo rumores de una hipotética conversión, como si se estuviese
sondeando y endulzando el ambiente para que los 11 millones de cubanos
prisioneros en la isla y los amantes de la libertad en el mundo entero,
en la hora de ese encuentro, ya hubiesen amortiguado internamente el
natural horror y repulsa que despiertan los grandes asesinos de la
Historia cristiana, desde Nerón, pasando por Lenin, Stalin, Mao y Pol
Pot, hasta Fidel Castro.
Fue un encuentro "muy cordial", declaró el portavoz vaticano, Federico
Lombardi, en conferencia de prensa en La Habana.

Servilismo del Nuncio en La Habana
Según muestra un video colocado en Youtube por América TeVé - Canal 41,
la obsequiosidad demostrada por el Nuncio Apostólico, para no decir el
servilismo, llegó a grados inimaginables. El ex dictador apenas acababa
de bajarse del vehículo que lo transportaba cuando monseñor Musaro lo
recibe, se inclina en una especie de reverencia, y proclama en tono
admirativo: "Señor Comandante, bienvenido a su casa. Yo fui alumno de su
queridísimo amigo monseñor Cesar Zacchi".
Es de recordar que monseñor Zacchi fue el encargado de la Nunciatura en
La Habana en los primeros años de la revolución comunista e impulsor de
la "ostpolitik" vaticana hacia Cuba, obligando a los obispos cubanos a
alinearse con el régimen comunista o a callarse. A la salida, el Nuncio
lo esperaba en la puerta para desearle: "Que Dios lo bendiga". Y cuando
Castro ya estaba bajando las escaleras, literalmente corrió detrás de él
para desearle "felicidades". En materia de servilismo procastrista, el
alumno parece haber aventajado al maestro.

El Pastor habría tomado la iniciativa del encuentro
Lo más desconcertante es que el propio Pastor habría sido quien tomara
la iniciativa del encuentro, y no el Lobo en supuesto proceso de
"conversión". Es lo que reveló Fidel Castro, en declaración publicada
por el Vatican Information Service (VIS) en su edición en español: "He
tomado la decisión de pedir algunos momentos de su tiempo, que sé está
lleno de compromisos cuando supe que le habría agradado este modesto y
sencillo contacto" (VIS, "Encuentro entre el Papa y el ex presidente
Fidel Castro", 29 de marzo de 2012). Palabras farisaicas y astutas,
aparentemente humildes, que dejaban claro quién dio el primer paso en
una iniciativa que del punto de vista protocolar no era necesaria.

Castro: "Haremos apóstatas, miles de apóstatas"
¿Cuál sería el "agrado" que Su Santidad esperaba tener en el encuentro
con ese asesino de cuerpos y de almas? Es un misterio. Fidel Castro
comenzó fusilando a decenas de jóvenes católicos, que morían como
mártires proclamando "¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!", gritos
que yo mismo escuché, con mis propios oídos, en la siniestra prisión de
La Cabaña; hasta que, en la Universidad de La Habana, por estrategia, y
no por arrepentimiento o conversión, trazó una maquiavélica
rectificación: "No caeremos en el error histórico de sembrar el camino
de mártires cristianos, pues bien sabemos que fue precisamente el
martirio lo que dio fuerza a la Iglesia. Nosotros haremos apóstatas,
miles de apóstatas" (cf. Juan Clark, "Cuba: mito y realidad", Ediciones
Saeta, Miami-Caracas, 1a. ed., 1990, pp. 358 y 658).
Fue a partir de entonces que los condenados a muerte comenzaron a ir al
"paredón" amordazados, para silenciar de esa manera sus proclamas de fe
y heroísmo. Al mismo tiempo, la "alfabetización" y la "salud" pasaron a
ser dos tenazas satánicas de control psicológico, mental y social, así
como de inducción a la apostasía, de generaciones enteras de niños,
jóvenes y adultos. "Alfabetización" y "salud" que, no obstante, han
recibido comentarios laudatorios de las más altas autoridades
eclesiásticas, inclusive, del actual Pontífice (cf. Discurso de
Benedicto XVI de recepción de las cartas credenciales del embajador de
Cuba, Eduardo Delgado Bermúdez, "Le lettere credenziali
dell'Ambasciatore di Cuba presso la Santa Sede", Oficina de Prensa de la
Santa Sede, Diciembre 10, 2009; cf. Armando Valladares, "Benedicto XVI:
¿"beatificación" del internacionalismo castrista?", agencia Destaque
Internacional, Enero 06, 2010). Estos son otros misterios que hacen
estremecer las almas de los fieles católicos cubanos.

Pío XI: comunismo, "satánico azote"
En ese trágico día 28 de marzo de 2012, sin duda, uno de los más
trágicos de la Historia de los católicos cubanos y de la propia Cuba,
Benedicto XVI ofreció al ex dictador las Medallas de su Pontificado. El
momento de mayor cordialidad captado por los fotógrafos fue cuando el
Pontífice tomó con sus dos manos las ensangrentadas manos de Castro, y
ambos intercambiaron miradas en lo que parece ser un clima de mutua
afinidad.
Por una ironía, o quizás, por una señal providencial, en esa misma foto
difundida por el propio Vaticano se percibe al fondo y a lo alto, entre
Benedicto XVI y Fidel Castro, como si estuviera analizando la escena, un
cuadro con el retrato de un Pontífice. Todo indica que se trata de S.S.
Pío XI, cuya profética Encíclica "Divini Redemptoris" el 19 de marzo
pp., por lo tanto, pocos días antes del trágico encuentro, acababa de
cumplir el 75o. aniversario en el mayor de los silencios y de los
olvidos. Fue precisamente en esa Encíclica que Pío XI calificó al
comunismo como "intrínsecamente perverso" y como un "satánico azote".
En los últimos años, me he visto en la dolorosa obligación de escribir
decenas de artículos denunciando la política de distensión del Vaticano
con el régimen comunista de Cuba. Artículos redactados invariablemente
con palabras respetuosas, ejerciendo mi derecho y mi obligación de
conciencia de fiel católico cubano y de ex preso político durante 22
años. Reconozco que esta ha sido talvez la ocasión en que he tenido más
dificultad de encontrar palabras adecuadas para esbozar una conclusión,
tal la gravedad de lo ocurrido en la Nunciatura Apostólica en La Habana
ese 28 de marzo de 2012.

Paternal y providencial ayuda de S.S. Pío XI
Opto entonces por recurrir a la paternal y providencial ayuda de S.S.
Pío XI, cuya figura de alguna manera se hizo sentir en la Nunciatura
Apostólica en La Habana, citando algunas expresiones de su profética
Encíclica "Divini Redemptoris" que se aplican de manera
sorprendentemente actual a la Cuba de hoy.
En una de las frases más lapidarias para quienes en Cuba promueven un
diálogo alegadamente constructivo de los católicos con el régimen, Pío
XI afirma que "el comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede
admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno, los que
quieran salvar de la ruina la civilización cristiana". Nótese la fuerza
de la expresión y las importantes consecuencias que de ella derivan:
para Pío XI no es lícito colaborar "en terreno alguno" con una ideología
intrínsecamente perversa.

"Conspiración del silencio" y "propaganda diabólica"
Con relación a importantes medios de comunicación, el Pontífice denuncia
"la conspiración del silencio que está realizando una gran parte de la
prensa mundial" sobre los crímenes revolucionarios. Paralelamente a ese
silencio, los revolucionarios desarrollan "una propaganda realmente
diabólica como el mundo tal vez nunca ha conocido" con la finalidad de
mostrar las supuestas bondades comunistas.
Una "propaganda diabólica" que - según profética advertencia de Pío XI,
confirmada en las décadas posteriores con tantos lamentables ejemplos -
tenía entre sus objetivos principales difundir el engaño en los propios
medios católicos: "Más todavía, procuran infiltrarse insensiblemente
hasta en las mismas asociaciones abiertamente católicas o religiosas".
Junto con el engaño, viene de la mano la colaboración comuno-católica:
"En otras partes, los comunistas, sin renunciar en nada a sus
principios, invitan a los católicos a colaborar amistosamente con ellos
en el campo del humanitarismo y de la caridad".
"Hay incluso quienes, apoyándose en algunas ligeras modificaciones
introducidas recientemente en la legislación soviética, piensan que el
comunismo está a punto de abandonar su programa de lucha abierta contra
Dios", señalaba también el Papa Pío XI, en otra consideración de enorme
actualidad para la Cuba de hoy. Baste recordar las ilusiones despertadas
en ciertos sectores cuando se han dado a conocer recientes documentos
del Partido Comunista de Cuba (PCC) y pronunciamientos de los hermanos
Castro, incluyendo los rumores sobre la supuesta conversión del ex
dictador, con apariencia distensiva - pero con un trasfondo fraudulento,
claro está - en dirección a los católicos.

¿Comunismo mitigado?
A continuación, Pío XI sale una vez más al paso de quienes nunca pierden
las ilusiones de encontrar un comunismo mitigado con el cual les sea
posible entrar en componendas: "No se puede afirmar que estas
atrocidades sean un fenómeno transitorio que suele acompañar a todas las
grandes revoluciones, o excesos aislados de exasperación comunes a toda
guerra; no, son los frutos naturales de un sistema cuya estructura
carece de todo freno interno". Nótese bien. Esos errores y horrores no
son circunstanciales, sino connaturales con dicha ideología. Son "los
errores intrínsecos del comunismo", recalca Pío XI.

Gigantesco viraje de diplomacia vaticana
¿Por ventura no están descritos por S.S. Pío XI, de manera sintética y
profunda, tantos ardides de los comunistas contra los católicos en Cuba
y en el exilio? ¿Acaso esas advertencias, hechas hace exactamente 75
años, no constituyen hoy una trágica explicación para tantos episodios
de colaboración comuno-católica en la Cuba de hoy? Lo concreto es la
constatación de un gigantesco viraje producido en la diplomacia
vaticana, desde Pío XI hasta nuestros días. Viraje enigmático y
desconcertante de la diplomacia vaticana, una de cuyas raíces históricas
parece estar, según destacados analistas, en el propio silencio del
Concilio Vaticano II con relación al comunismo, lo cual hizo que los
Lobos se sintieran en total libertad para diezmar al Rebaño en Cuba, en
los países del Este europeo, en Rusia, China y Vietnam.
Que la Virgen de la Caridad proteja, consuele y llene de auténtica fe a
mis 11 millones de hermanos prisioneros en la isla-cárcel; y que a los
cubanos del destierro nos dé fuerzas espirituales para continuar
luchando por la libertad de Cuba, con el fuego del Apóstol San Pablo:
"combatiendo el buen combate de la fe" y "esperando contra toda
esperanza" (Segunda Epístola a Timoteo 4, 7; y Epístola a los Romanos 4,
18-19).

Armando Valladares, escritor, pintor y poeta. Pasó 22 años en las
cárceles políticas de Cuba. Es autor del best-seller "Contra toda
esperanza", donde narra el horror de las prisiones castristas. Fue
embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de
la ONU bajo las administraciones Reagan y Bush. Recibió la Medalla
Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de
Estado. Ha escrito numerosos artículos sobre la colaboración
eclesiástica con el comunismo cubano y sobre la "ostpolitik" vaticana
hacia Cuba.

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