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Friday, April 27, 2012

Benedicto XVI y los viacrucis de Andrés Carrión y José Daniel Ferrer

Opinión

Benedicto XVI y los viacrucis de Andrés Carrión y José Daniel Ferrer
Fabio Rafael Fiallo
Suiza 27-04-2012 - 7:10 pm.

La presencia del Papa en Cuba estimuló a la disidencia a dar rienda
suelta a sus ansias de libertad. Pero la represión también ha crecido, y
la Iglesia calla.

En el vuelo que lo llevaba de Roma a México y Cuba, el Papa Benedicto
XVI declaró sin cortapisas que "el marxismo no se corresponde con la
realidad". El proclamar esa verdad indiscutible no le causó ningún
percance al Santo Padre en ese reducto del marxismo-leninismo que es
Cuba. El régimen anfitrión optó por pasar por alto tal afrenta
ideológica a fin de poder capitalizar plenamente, en términos de imagen
internacional, la estadía del Pontífice en tierra cubana.

El silencio del régimen ante aquella declaración mostraba que el Papa
disponía de cierto margen de maniobra para abogar por la fraternidad y
el respeto de los derechos fundamentales de la persona humana que
durante más de 50 años se le ha negado al pueblo cubano.

Desafortunadamente, el Papa no supo aprovechar la oportunidad que esa
permisibilidad protocolar le brindaba para ampliar sus puntos de vista
sobre el marxismo y reclamar, a la luz del Evangelio, el respeto de la
libertad de expresión y asociación. Benedicto XVI optó por sacrificar
tal posibilidad en aras de la concordia diplomática.

No obstante, aunque ese viaje estuviese a fin de cuentas desprovisto de
toda referencia explícita a las violaciones de derechos humanos en Cuba,
la escueta necrología del marxismo, pronunciada por el Papa antes de su
aterrizaje en Cuba, creó grandes expectativas, tanto dentro de la
disidencia como en la población en general, en torno a la posibilidad
que ofrecía la visita de Benedicto XVI a la causa de los derechos humanos.

Dichas expectativas, dicho sea de paso, eran tanto más fundadas cuanto
que en México el Papa supo encontrar palabras fuertes para denunciar
"las falsas promesas y mentiras del narcotráfico". Y si antes de llegar
a Cuba el Papa tuvo el arrojo de condenar enérgicamente el narcotráfico,
amén de proclamar la muerte del marxismo, los cubanos no podían sino
confiar en que el Benedicto XVI, una vez en tierra cubana, diese prueba
de una bravura similar y denunciase las injusticias a las que ellos
viven sometidos.

Fue pues la presencia del Sumo Pontífice y su impactante condena del
marxismo y del narcotráfico lo que estimuló a Andrés Carrión Álvarez a
dar riendas sueltas a sus ansias de libertad y a proferir, con el ceño
fruncido revelador de la gravedad de su compromiso, aquel "¡Abajo el
comunismo!" captado por las cámaras de televisión y que estremeció la
conciencia de todo el mundo.

Carrión está hoy pagando muy caro su gesto valeroso. A los golpes que le
asestaron los perros de presa del régimen en el momento de su captura,
hay que añadir veinte días de detención injustificada. Lamentablemente
su infortunio no se detiene ahí, pues apenas unas pocas horas después de
su liberación fue nuevamente fue llevado a los inhumanos calabozos del
castrismo.

Carrión está hoy atravesando un viacrucis por el único delito de
repetir, con palabras a la medida de su desesperación, lo que antes de
aterrizar en Cuba el Santo Padre había expresado más sutilmente y sin
consecuencia alguna.

Es lo mismo que le sucede al líder de la Unión Patriótica de Cuba, José
Daniel Ferrer, detenido el pasado 2 de abril, en Santiago de Cuba, en la
ola represiva que recorrió la Isla tras la visita de Benedicto XVI.

El Sumo Pontífice y el Cardenal Jaime Ortega no pueden permanecer
indiferentes ante las agresiones físicas y morales, y la injustificada
privación de libertad, sufridas por este joven cubano. A ellos les
incumbe denunciar responsablemente el drama de este valiente joven y
asumir la iniciativa, e incluso el liderazgo, de la lucha por su
liberación definitiva e incondicional, con todas las consecuencias e
implicaciones jurídicas internacionales que su actitud pudiera conllevar.

De todas maneras, se impone una iniciativa urgente ante las
instituciones internacionales competentes, tales como la Corte
Interamericana o Europea de Derechos Humanos y el Consejo de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, para presionar y exigir al régimen
cubano que garantice la libertad de esos nuevos símbolos de la
resistencia cubana que son Andrés Carrión Álvarez y José Daniel Ferrer.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/10714-benedicto-xvi-y-los-viacrucis-de-andres-carrion-y-jose-daniel-ferrer

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