¿Y los trabajadores qué?
Hay un actor del que The New York Times no dice una palabra y cuya voz,
de ser auténtica pondría, la nota de discordancia en medio de tantos y
tan acelerados cambios: el proletariado
Carlos Manuel Estefanía, Estocolmo | 25/06/2015 2:02 pm
Bajo el título Lift the Cuba Travel Ban, The New York Times publicó un
editorial el 21 de junio, en que solicita que se faciliten los viajes de
norteamericanos a Cuba. Lo hizo evocando la paradoja de ciudades como
Jartum, Teherán, Damasco o Pyongyang, que si bien no resultan populares
como destinos turísticos, pueden ser visitadas por los estadounidenses
sin que éstos violen la ley federal.
Pero las cosas con respecto a Cuba están por cambiar, si tomamos en
cuenta lo que se nos cuenta en el artículo sobre un proyecto de ley
presentado a principios de este año por un grupo bipartidista de
senadores, quienes buscan derogar la prohibición de viajar a la Isla. Se
estaría rescindiendo así las disposiciones de leyes aprobadas en 1996 y
2000 que servían a la estrategia de castigar y aislar a Cuba, con la
esperanza de lograr un cambio democrático en ese país.
La nueva consideración, que evidentemente respalda la prestigiosa
publicación norteamericana, es la de que un mayor flujo de personas,
bienes e ideas conduciría de manera mas probable a reformas
significativas en la Isla. El proyecto de ley habría sido presentado por
los senadores Jeff Flake, republicano de Arizona, y Patrick Leahy,
demócrata de Vermont y contaría con 43 copatrocinadores. Por el momento
los senadores de Nueva York, Kirsten Gillibrand y Charles Schumer, no lo
han firmado, pero sus oficinas, ya declararon que lo harán próximamente.
Todo esto ocurre en víspera de la conciliación de visiones que tendrán
que hacer en las próximas semanas, el Senado y la Cámara legisladores de
Estados Unidos sobre sus visiones de la política hacia Cuba, ya que se
tienen que negociar la factura anual de la ayuda exterior. Según el
editorial, la Cámara ha destinado $30 millones para programas
prodemocracia, lo que significarían $10 millones más que lo que el
gobierno de Obama solicitó para tales fines. Se trata de una
imprudencia, considera el NYT, y recuerda que desde 2009 el Departamento
de Estado ha logrado aprobar solo $66,5 millones de los más de $114
millones que el Congreso había reservado para fomentar las reformas
democráticas en Cuba, tarea difícil de implementar dado el hecho de que
tales programas son considerados como ilegales por el gobierno isleño.
El editorial considera que si bien vale la pena impulsar reformas
democráticas, y respaldar a los disidentes, EEUU podría tener un mayor
impacto apoyando a los empresarios cubanos, evitando sanciones, como las
del proyecto de ley de ayuda exterior presentado a la Cámara, que
prohíbe "tontamente" el uso de fondos para ayudar a crecer el sector
privado de Cuba, así como suprimiendo las limitaciones impuestas a las
transacciones bancarias de los cubanos, las cuales les dificultan el
poder hacer negocios con la comunidad internacional.
A contra corriente de la situación descrita se encontrarían empresas
estadounidenses como Google, y el servicio de casa de alquiler Airbnb,
las que ya están presentes en el mercado cubano, estarían proporcionando
a los cubanos de a pie con información y oportunidades que no estaban
disponibles. Así mismo existen cubanoamericanos que encuentran cada vez
más formas de invertir y reavivar sus conexiones, en la Isla informa el
editorial a sus lectores.
En términos generales el New York Times está defendiendo la
actualización de políticas entre EEUU y su pequeña vecina caribeña, que
para espanto y sorpresa de buena parte de la izquierda continental están
llevando, mano a mano, Obama y Raúl Castro. Se trata de la consumación
del matrimonio, largamente postergado, entre el capitalismo más o menos
de mercado que todavía pervive en EEUU y su primo menor, el capitalismo
de Estado cubano; en esta tarea la función de los bancos y empresarios
de un lado y otro parece ser fundamental. Frente a ellos existen un
actor del que el New York Times no dice una palabra y cuya voz, de ser
auténtica pondría, la nota de discordancia en medio de tantos y tan
acelerados cambios; me refiero al movimiento sindical, (norteamericano,
cubano e internacional); el encargado, en teoría, de proteger al sector
que siendo mayoritario en la población, carece de protagonismo en la
transacción, el más olvidado, tanto en la retórica, como en la práctica
de la nueva política cubana: el proletariado.
Source: ¿Y los trabajadores qué? - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro
-
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/y-los-trabajadores-que-323069
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