Emigrar en la tercera edad
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | 23/06/2015
El edificio donde vivo es como Cuba diminuta, donde el país mayor
aparece representado con sus vicisitudes y sus esperanzas. Catorce pisos
que hacen las veces de una biopsia de la realidad o un fragmento
representativo de la vida allá afuera. Por años, la emigración de los
jóvenes ha marcado la vida de este feo bloque de concreto que hace 30
años construyeron unos ilusionados microbrigadistas para brindar un
techo a sus hijos. La mayoría de esos niños, ya convertidos en hombres y
mujeres, no vive en la Isla hoy. Sin embargo, el éxodo se extiende de
manera preocupante también hasta las personas de la tercera edad.
Hace unas semanas me tropecé en el pasillo con un vecino cuyos hijos
marcharon hace tiempo hacia el país del norte. Entre postales por
Navidad, visitas de vez en cuando y nostalgias, la familia ha tratado de
superar la separación y el dolor de la ausencia. El señor, ya jubilado y
con casi 70 años, me comentó que está vendiendo su apartamento. "Me
voy", aseguró con una sonrisa de oreja a oreja. Otro pensionado que lo
escuchó, le espetó burlonamente: "¡Tú estás loco! ¿Para qué te vas a ir
si lo que te quedan son dos afeitadas", en alusión a la posible brevedad
de la existencia que tiene por delante.
Ni corto ni perezoso, el burlado respondió: "Sí, es cierto que me quedan
dos afeitadas pero quiero que sean con Gillette". Con una pensión de
apenas 20 CUC al mes, una vivienda que cada día muestra el paso del
tiempo y de la falta de recursos para repararla, al futuro emigrante no
parecen detenerlo las canas ni la edad. ¿Qué está llevando a tantos
ancianos a elegir radicarse en el extranjero a pesar de la edad, la
salud y el desarraigo? Ellos también sienten la falta de oportunidades,
las dificultades del día a día y ─lo más significativo─ han terminado
por concluir que el proyecto social al que le regalaron su juventud los
ha defraudado y abandonado.
"Lo único que quiero es una vejez tranquila, sin tener que hacer colas
todo el tiempo", me detalló el decidido anciano. Para él, su país es
sinónimo de desabastecimiento, problemas para conseguir alimentos, una
vejez entre carreras para conseguir las papas y peleas contra quienes
quieren meterse delante de él en la fila para adquirir los huevos. El
apartamento que construyó con sus propias manos para el disfrute de sus
hijos, ahora tiene las paredes descascaradas y la taza de baño tupida.
"Yo no puedo pagar esos arreglos con mi pensión", detalla.
Hasta los ancianos están haciendo las maletas en esta Isla... en el
modelo a escala que es este edificio modelo yugoslavo, los viejos
también dicen adiós.
Source: Emigrar en la tercera edad -
http://www.14ymedio.com/blogs/generacion_y/Emigrar-tercera-edad_7_1802889694.html
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