LEONARDO PADURA, ESCRITOR CUBANO
"Ojalá Cuba se convierta en un país normal"
En Buenos Aires para presentar un libro de crónicas, habló de la
desesperanza de su generación, de las nuevas voces y del futuro de su país.
Por Clara Fernandez Escudero | 10/05/2014 | 01:12
Observador. El autor de Herejes, su última novela, mira la idea de una
Latinoamérica unida con expectativa pero con prudencia. | Foto: Enrique
Manuel Abbate
Ser el escritor actual más vendido, leído y premiado de Cuba, vivir allí
y viajar por el mundo alzando una voz crítica sobre la forma de vida en
la isla es la mezcla que define a Leonardo Padura, el autor de una de
las sagas policiales más famosas de las letras hispanas –protagonizada
por el detective desencantado Mario Conde– y un periodista al que se
resiste a abandonar, aunque declare que ese oficio le saca "demasiado
tiempo y energía" que, siente, debería dedicar a la literatura.
De visita en Buenos Aires para presentar un libro de crónicas titulado
El viaje más largo. En busca de una cubanía extraviada (editado por
Capital Intelectual) y cumplir con una nutrida agenda en la Feria del
Libro –hoy, a las 16.30, lo presenta en la sala Leopoldo Lugones y luego
firma ejemplares–, Padura habló con PERFIL de sus épocas de cronista
"sin limitaciones de tiempo ni espacio" en la Cuba de la apertura
literaria y artística de los años 80, de la utopía de la Patria Grande
latinoamericana y de sus preocupaciones sobre un país al que aspira a
ver convertido en "normal".
—¿Cuál es esa "cubanía extraviada" sobre la que escribe?
—Ese subtítulo es una idea de los editores (risas). Pero en realidad,
éste es un libro que trató, en su momento, de hablar de elementos de la
historia no oficial cubana –personajes, acontecimientos, lugares– en los
cuales se reflejaran de alguna forma los orígenes de un concepto, una
condensación de qué es lo cubano. Es el resultado de una mezcla de
muchísimos elementos –culturales, étnicos, religiosos– y hay de todo
reunido aquí. Y no es que fuera la intención reunirlos, sino la
necesidad de hablar sobre ellos lo que generó armarlo en un libro.
—¿Cómo conviven ese cronista y el escritor de ficción?
—Estos reportajes son de una etapa en la que yo me dediqué por completo
al periodismo, tanto que no escribí ficción en esos diez años, salvo un
par de cuentos por ahí. Y era un trabajo muy absorbente, en el que tuve
la posibilidad de hacer un periódico en el que no existían dos
condicionamientos básicos del periodismo: el tiempo y el espacio. Tenía
todo el tiempo y el espacio que quisiera. Fue un momento de la prensa
cubana –y de mi trabajo periodístico y como escritor– que ya después no
se repitió. Igual no me he desvinculado del oficio: desde 1995 colaboro
con la agencia IPS, soy columnista de la Folha de Sao Paulo, escribo
para BBC Mundo. Tengo demasiado trabajo periodístico, que incluso en
algún momento voy a tener que cortar, porque es mucho el tiempo y la
demanda que requiere. Pero, de alguna manera, me sirve para evacuar
determinadas preocupaciones, percepciones que sería inapropiado tratar
de incluir en la literatura, a pesar de que mis novelas, en gran medida,
pretenden también hacer una crónica de la vida cubana, del pasado pero
sobre todo de la contemporánea.
—¿Tener la posibilidad de salir de Cuba y verla desde afuera le ha
cambiado esas percepciones?
—Creo que el contraste es una forma de entender mejor lo propio. A mí no
me ha tocado sufrir la nostalgia del desarraigo, y al no sufrirlo he
tenido que entenderlo para poder expresarlo. Esta sensación de vivir en
otro mundo, casi pertenecer a ese otro mundo pero saber que uno tiene un
origen diferente, del cual provino y del cual ha sido arrancado de raíz,
es una sensación dolorosa. A mí no me ha pasado.
—Y quienes están fuera de Cuba, entonces, ¿convierten ese desarraigo en
otra cosa?
—Sí, la forma de combatirlo que han encontrado es vivir en guetos. Todos
los cubanos que van a Miami y se insertan allí tratan de conservar las
señales de una identidad que, en Cuba, está en constante evolución. Y
que en el caso de ellos, los exiliados, cuando evoluciona lo hace
alejándose; entonces, lo que tratan de hacer es congelarla para poder
sentirse identificados con ella. Por lo tanto, terminan transformándose
en otra cosa.
Utopía versus realidad. A pesar de que aclara que "no soy un analista
político" y que –como le molesta que "quienes van por una semana a Cuba
ya se sienten autorizados a hablar sobre ella"– prefiere no pronunciarse
cuando es consultado sobre la realidad argentina, Padura sí arriesga una
reflexión sobre la idea de la Patria Grande latinoamericana: "Desde mi
percepción de observador, creo que América Latina ha cambiado mucho en
los últimos 15 o 20 años y espero que siga cambiando, en un sentido en
el que haya más respeto por las personas, más equidad y acceso a las
posibilidades acordes al siglo XXI. Es un trabajo que, si se hace en
conjunto, es mucho más fácil que de forma aislada. Lo que sí habría que
tratar es de pensarlo como un ejercicio de igualdad democrática, porque
muchas veces la igualdad se ha peleado con la democracia, y por buscar
que todos seamos iguales hemos perdido derechos democráticos. Esa sería
mi esperanza en ese sentido".
—¿Y qué lugar ocuparía Cuba en ese escenario?
—Espero que Cuba ocupe un lugar normal, que deje de ser vista como un
ejemplo, porque cada vez que es vista así lo que se hace es desvirtuar
lo que realmente ocurre en la isla. Recientemente hablé sobre la
sensación de mi generación de desencanto, de cansancio, de falta de
expectativas. Y alguien, desde fuera de Cuba, trató de decir que yo no
tenía razón si no mencionaba al imperialismo norteamericano en ese
desencanto, en esa sensación de desesperanza. Creo que esa persona está
sustituyendo sus expectativas propias por las de los cubanos, porque es
alguien que no vive en Cuba y no deja de verla desde su perspectiva.
Creo que lo mejor que le puede pasar a Cuba es que se convierta en un
país normal.
—¿Y va en ese camino?
—No lo sé. Ojalá que sí.
Source: ""Ojalá Cuba se convierta en un país normal"" -
http://www.perfil.com/elobservador/Ojala-Cuba-se-convierta-en-un-pais-normal--20140510-0006.html
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