Publicado el viernes, 05.09.14
Crist y Cuba
BERNADETTE PARDO
BPARDOLLADA@YAHOO.COM
Memo a Charlie Crist: "Vamos a Cuba" no es el mejor lema de campaña. En
66 de los 67 condados de la Florida es un tema que a pocos interesa. En
Miami Dade, el condado que tantos consideran erróneamente como el
ombligo del mundo, es un tema complejo, profundo, desgarrador y tribal,
un terreno minado para los que no pertenecen a la tribu.
Esta semana, el polifacético ex gobernador republicano, ex candidato
senatorial independiente y actual presunto candidato demócrata a la
gobernación de la Florida hizo la consabida visita al Versailles para
tomar cafecito cubano con miembros de la tribu. En la misma esquina de
la Calle Ocho donde hace ocho años exiliados cubanos celebraron
prematuramente la muerte de Fidel Castro, Crist dijo que "es hora de
pensar en grande y levantar el embargo a Cuba".
Sería mucho pedir que nuestros políticos piensen en grande, me conformo
con que piensen de vez en cuando. No hay que ser el gran pensador para
deducir que el embargo a Cuba es un vestigio simbólico. Pero los
símbolos son importantes sobre todo para las tribus.
Poco después de sus pronunciamientos sobre la política hacia Cuba, Crist
reveló que está pensando en tomar cafecito en La Habana. Cafecito para
todos. Tengo una larga lista de cubanos con los que debería conversar
Crist durante su posible visita a la isla. La lista la encabezan las
damas como Bertha Soler, como Yoani Sánchez, como Haydeé Gallardo
Salazar, la cubana que fue encarcelada y enjuiciada como peligrosa
criminal por haber gritado en una calle de La Habana el incendiario
eslogan, "Queremos leche para los niños". A su regreso podría tomarse
otro cafecito con Ofelia Acevedo, la viuda de Osvaldo Payá, que está
exiliada en Miami.
En vez de transformarse en un turista accidental en La Habana, Crist
debería enfocarse en temas en los que sí puede influir un gobernador en
Tallahassee. Hay muchos, entre ellos: qué hay que hacer para que no
sigan muriendo niños en riesgo que no tienen la culpa de haber nacido en
hogares disfuncionales para caer en manos de una agencia estatal aún más
disfuncional; cómo podemos coordinar la educación con la innovación y la
inversión para crear una base económica más próspera y estable; cuál es
la forma de reducir los costos asfixiantes de los seguros contra
huracán; cómo rescatar el tesoro de los Everglades para futuras
generaciones; cómo evitar que el estado le siga pasando la carga
tributaria a propietarios agobiados; cómo extender la cobertura a
millones que no tienen seguro médico. Incluso podría opinar sobre dónde
se debe construir un estadio de fútbol en Miami. Si insiste en
incursionar en la política exterior, le recomiendo que viaje al puerto
de Odesa este verano. Estaría mucho más fresco que en La Habana y sería
un viaje mucho menos arriesgado.
Crist no es el único despistado. Muchos políticos han tropezado en el
tan trillado camino al corazón artificial de La Pequeña Habana, en la
que la mayoría de los residentes ya no son de origen cubano.
En el 2007, el candidato presidencial republicano Mitt Romney tuvo a
bien mencionar en la radio cubana de Miami la frase más odiada por el
exilio, "Patria o muerte. Venceremos". Y para colmo se la atribuyó a
Hugo Chávez y no a Fidel Castro. La mayoría de los políticos en busca de
votos cubanos en Miami se han limitado a repetir robóticamente la
frasecita fácil y falaz, "Viva Cuba Libre".
Otros han optado por la guayabera como símbolo de cubanía.
De todos los políticos no cubanos que han desfilado por La Pequeña
Habana, solo dos han entendido a fondo el problema de Cuba y el doloroso
drama de la tribu errante.
En diciembre de 1962, meses después de la fallida invasión, el
presidente John F Kennedy prometió a los 35 mil exiliados congregados en
el Orange Bowl devolver la bandera cubana que le entregaron los miembros
de la Brigada 2506 en una Cuba libre. En ese discurso, Kennedy describió
a Cuba como "una prisión rodeada de agua" y puso el dedo en la llaga con
poética precisión cuando dijo: "Castro y otros dictadores como él pueden
controlar países pero no personas, pueden encarcelar cuerpos pero no
espíritus, pueden destruir el ejercicio de la libertad pero no pueden
eliminar la determinación de ser libres."
Si bien Kennedy fue elocuente, 20 años después Ronald Reagan, el Gran
Comunicador, fue conciso y contundente. Cuando visitó La Pequeña Habana
en 1983, Reagan resumió el problema de Cuba en cuatro palabras:
"Cuba sí. Castro no"
Obviamente Charlie Crist no es ni un Jack Kennedy ni un Ronald Reagan.
Source: "BERNADETTE PARDO: Crist y Cuba - Bernadette Pardo -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2014/05/09/1744820/bernadette-pardo-crist-y-cuba.html
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