Cuba: Los plebiscitos silenciados
Miércoles, Septiembre 12, 2012 | Por Roberto Jesús Quiñones Haces
GUANTÁNAMO, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Es costumbre de los 
dirigentes cubanos alegar que en  nuestro país existe un gobierno 
genuinamente democrático y que "nuestra democracia" es  participativa, 
desprovista "de los vicios y lacras de la obsoleta democracia burguesa".
He entrecomillado las frases para detenerme en  su análisis porque, 
ciertamente, cuando  los gobernantes cubanos hablan de "nuestra 
democracia" se refieren a la concebida por ellos, una "democracia" a la 
cual sólo tienen acceso sus adláteres y de la que están excluidos  los 
cubanos que incluso teniendo un pensamiento de izquierda se han atrevido 
a ofrecer otra interpretación de nuestra realidad y a discrepar. 
Resumiendo, eso que ellos llaman "nuestra democracia" es un coto dónde 
únicamente tienen cabida las personas que los dirigentes políticos y los 
hombres de las Suzuki (motos en que se transportan los agentes de la 
Seguridad del Estado) consideren como revolucionarias. Sin embargo, 
sabemos que ni siquiera dentro de las filas "revolucionarias" existe un 
real ejercicio de la democracia porque todo gira alrededor del criterio 
establecido previamente por los mandantes del PCC. También sabemos que 
con el paso del tiempo los revolucionarios cubanos devinieron 
conservadores ortodoxos y  aunque se mantienen en el poder gracias al 
uso de la fuerza -no del derecho-, hace ya bastante tiempo que se 
desentendieron de las principales preocupaciones y necesidades del 
pueblo. Su único objetivo es perpetuarse en el poder.
En cuanto a lo que denominan "vicios y lacras de la obsoleta democracia 
burguesa", los  ideólogos  y dirigentes cubanos olvidan que fue gracias 
a esa "obsoleta democracia burguesa" que Hugo Chávez Frías, Evo Morales 
y Rafael Correa llegaron al poder. Imagino cómo se sentirá Hugo Chávez 
cada vez que escucha a los dirigentes cubanos denostar de un sistema 
eleccionario que es precisamente la vía mediante la cual él ha logrado 
reelegirse desde 1999 hasta la fecha. Gracias a esa democracia Cuba –con 
una población mayoritariamente blanca, en la época- tuvo al primer 
presidente negro elegido democráticamente en el hemisferio occidental.
Lo que ocurre es que apenas convertidos en gobernantes, sin haber sido 
elegidos por nadie, los revolucionarios degustaron lo que el propio 
líder de la  finiquitada revolución calificara hace poco tiempo como 
"las mieles del poder". Evidentemente resultaron empalagados. Alguna 
buena propiedad tienen esas mieles, porque llevan más de cincuenta años 
degustándolas.
Todo cubano que se resistió al establecimiento de un poder marcadamente 
intolerante con los adversarios, y que eliminó de golpe y porrazo las 
libertades  reconocidas en la Constitución de 1940,  tuvo tres destinos: 
el paredón de fusilamiento, el exilio o la muerte civil.
Derrotada la insurgencia anticomunista en 1966, eliminada la prensa 
libre, prohibidos los partidos políticos (excepto el comunista), 
controlados los sindicatos, desarticulada la sociedad civil, exiliados 
numerosos líderes políticos que podían erguirse como una vía alternativa 
ante el pueblo, fusilados otros adversarios, controlados por el gobierno 
todo el sistema de educación y de prensa, así como el sistema judicial, 
y aplicada con eficacia puntual una represión cuyos tentáculos 
penetraron hasta lo más íntimo de las familias, el aparato ideológico 
comenzó un profundo programa de adoctrinamiento y desarraigo. El 
deslinde fue tal que  familias que antes tenían como algo sagrado 
sentarse a la mesa cada 24 de diciembre fueren cuales fueren las 
diferencias, comenzaron a distanciarse y hasta a enemistarse por causa 
de sus posiciones políticas.
Comprobado el hecho cierto de que ir en contra del gobierno sólo podía 
traer problemas, comenzó a  consolidarse  en numerosos ciudadanos  un 
comportamiento basado en  la simulación  para  ascender en la escala 
social o al menos llevar una vida lo más tranquila posible frente al 
poder  totalitario. Pero no todos los cubanos actuaron así.
Aunque en Cuba no se han celebrado  elecciones desde hace más de 64 años 
(lo que ha existido en Cuba después de establecido el llamado Poder 
Popular no son elecciones, sino votaciones), sí han existido 
demostraciones espontáneas de rechazo al régimen comunista por parte de 
numerosos ciudadanos, las cuales han probado ante la comunidad 
internacional que la tan  publicitada unidad de todos los cubanos en 
torno a lo que un día fue un gobierno revolucionario, es solo  una 
fantasía de las mentes calenturientas  de quienes la proclaman.
Fueron los sucesos ocurridos en la Embajada del Perú y el posterior 
éxodo por el puerto del Mariel la primera gran demostración de 
descontento popular. Aunque anteriormente ya había existido el llamado 
"puente aéreo de Camarioca" y se habían producido  no pocas 
"deserciones" notorias, ningún suceso como éste demostró que, a inicios 
de la década de los años ochenta, el discurso gubernamental mostraba ya 
evidentes signos de obsolescencia cuya más importante resonancia era la 
dicotomía entre las palabras y la realidad vivida cotidianamente por la 
gran mayoría de los cubanos. El éxodo por el puerto del Mariel fue el 
primero de los grandes plebiscitos silenciados por los gobernantes 
cubanos y un mazazo para quienes habíamos  crecido dentro del entonces 
llamado proceso revolucionario, ahora devenido  retardatario.
Otra demostración de descontento fue el éxodo de los balseros a mediados 
de la década de los años noventa del pasado siglo. Posterior al 
maleconazo – la revuelta popular que se produjo cerca del malecón 
habanero- y menor que el éxodo del Mariel debido,  sobre todo, a la 
posición adoptada por el gobierno de Bill Clinton, la cifra de cubanos 
que fueron a parar a Panamá, a la Base Naval de Guantánamo y a un 
campamento de refugiados, superó el número de treinta y dos mil.
Un plebiscito diario, protagonizado por ciudadanos procedentes de todo 
el país desde finales de la década de los años setenta  es la cola de 
cientos de personas ante el Departamento de Refugiados de la Oficina de 
Intereses de los Estados Unidos de América, en J y Malecón. Desconozco 
la cifra de cubanos que desde hace más de  treinta y dos años han 
acudido a esa instancia en busca de una visa de salida definitiva del 
país, pero tomando como base la muy conservadora  cifra de cincuenta 
personas diarias -exceptuando sábados, domingos y los feriados 
norteamericanos y suponiendo que al año se labore allí sólo 241 días- la 
cantidad  atendida en estos 32 años asciende a 385 600. Y reitero, he 
sido sumamente conservador en el cálculo.
A esta palpable demostración de deseos de salir de la isla, que el 
gobierno cubano atribuye sólo a situaciones económicas, se ha unido 
desde hace aproximadamente dos años la cola frente a los Consulados del 
Reino de España en La Habana y Santiago de Cuba, así como frente a la 
propia Embajada en Prado y Cárcel. No sabemos -porque las cifras no han 
sido publicadas aún-  el número de cubanos que hoy ostentan la doble 
nacionalidad, pero estoy seguro de que la cifra también es de varias 
decenas de miles.
Si tuviéramos acceso a las estadísticas oficiales -un derecho 
establecido en el art.19 de la Declaración Universal de los Derechos 
Humanos- y pudiéramos comprobar cuántos cubanos han  abandonado 
definitivamente el país desde 1959 hasta hoy,  seguramente estaríamos 
ante una cifra descomunal, mucho más si tenemos en cuenta que Cuba nunca 
ha sobrepasado los doce millones y medio de habitantes.
A pesar de estos hechos, cuya esencia sí es del conocimiento del 
gobierno, que domina perfectamente  cifras e informaciones a las que los 
ciudadanos comunes no tenemos acceso, la alta dirección del país 
continúa en una posición  totalmente alejada de la  dura realidad que 
vive cotidianamente el pueblo por el que dice trabajar, y sigue haciendo 
planes a largo plazo, como si ella y este desastre fueran eternos. 
Quizás confían los comunistas en que muy pronto los científicos cubanos 
descubran algún medicamento milagroso o  técnicas de nanotecnología que 
le permitan prolongar su ancianidad y  continuar libando las mieles del 
poder exclusivo.
En tanto, estoy seguro de que continuaremos presenciando los plebiscitos 
que espontáneamente protagoniza el pueblo y que esa geriátrica 
"generación histórica" silencia con todos los medios a su alcance.
http://www.cubanet.org/articulos/cuba-los-plebiscitos-silenciados/
 
 
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