Otro cuento chino
Miércoles, Julio 25, 2012 | Por Leonel Alberto P. Belette
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -El periódico Granma ha 
confirmado la represión oficial contra ciudadanos que incurren en el 
"delito" de pescar en los predios del gobierno, que son todas las aguas 
marinas de la Isla. Con extrema ridiculez, relaciona los vetustos 
implementos de pesca decomisados a los "delincuentes".
Como si no fuera mejor, aun para el propio gobierno, dada su probada 
incapacidad para asegurarle la alimentación al pueblo, que al menos 
legalizara la actividad de todos los que quieran pescar, educándolos en 
el respeto a la conservación de la biodiversidad, y facilitándoles la 
obtención de embarcaciones y avíos menos precarios.
Pescar no es un deporte para la gente en Cuba. Es una forma de llevar 
proteínas a las mesas de sus hijos. Sin embargo, resulta muy difícil la 
obtención de un permiso para hacerlo desde la costa. Y ni hablar de 
subir a bordo de una embarcación, lo cual es potestad reservada 
solamente a personas especialmente "confiables" para el régimen.
Y  mientras, en un archipiélago rodeado de peces por los cuatro puntos 
cardinales, a la población se le vende una mísera ración mensual de 
pollo, para sustituir, dicen, el pescado que debiera corresponderle por 
la cartilla de racionamiento.
Ante casos como este, uno se pregunta cuál es realmente el objetivo de 
ese viaje tan largo que acaba de realizar Raúl Castro a China y a 
Vietnam, donde se supone que haya frotado con obsesión la bola mágica de 
los mandarines, esperanzado quizá en encontrar el secreto de la 
cornucopia asiática.
Sin ir tan lejos, poco le hubiera costado comprobar que tras décadas de 
asesoramiento asiático para el cultivo del arroz, no hay manera de que 
en Cuba se logren cifras significativas en su producción, y mucho menos 
avances en la calidad del grano. Así que en consecuencia, hay que seguir 
importándolo desde Brasil.
Verdaderamente no parece ser más que un cuento chino la pretensión, a 
estas alturas, de que los campesinos cubanos, desarraigados por absurdas 
políticas gubernamentales, desde 1959, adquieran, por edicto imperial, 
el saber milenario de los asiáticos, cuya idiosincrasia, además, es 
diametralmente opuesta a la del criollo.
Hoy mismo, mientras intentaba tomarme un café mezclado con néctar de 
chícharos y alguna otra metralla, vi cómo en un noticiero de la 
televisión destacaban los sobrecumplimientos en el plan nacional de 
producción de pulpa de frutas.
Ciertamente este año ha sido pródigo para la cosecha de algunas frutas, 
sobre todo las que se dan silvestres y sólo dependen de la lluvia, como 
el mango. Ojalá que Raúl Castro haya traído desde Asia el secreto para 
lograr que en los agromercados de La Habana, incluidos los estatales, el 
precio de cuatro mangos deje de ser mayor que el salario que gana un 
obrero cubano por todo un día de trabajo.
http://www.cubanet.org/articulos/otro-cuento-chino/
 
 
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