Botar el sofá
Alguien con sentimiento peyorativo habló de La Habana como la ciudad de 
las carretillas, ahora podrá rebautizarla como la ciudad de la extrema 
escasez
Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 31/01/2012
Nuevamente se vive en Cuba un episodio de irracionalidad y falta de 
sentido común contra la iniciativa individual, que aunque no ha llegado 
a los excesos de las operaciones "Pitirre en el Alambre" o la lucha 
contra los llamados "macetas", se centra igualmente en la 
superficialidad, sin ir a la raíz de los problemas.
Las víctimas actuales son los carretilleros, autorizados meses atrás a 
trabajar por cuenta propia mediante la venta en la calle de productos 
agrícolas, fundamentalmente vegetales y algunas viandas y granos. Estas 
personas que cuentan con licencias y pagan impuestos, están sometidas a 
una fuerte crítica de los medios y un asedio constante de los 
inspectores, que aplican grandes multas y pérdida de las licencias, con 
pretextos de que no estar en movimiento las carretillas, ofertar los 
productos en espacios "prohibidos" y venderlos a precios altos; no 
obstante el Estado aceptar que se formaran sobre la base de la oferta y 
la demanda.
Por supuesto, en una situación de escasez de productos en general, los 
precios se disparan y se crea un mercado de los vendedores, ante lo cual 
el Estado a pesar de tener todas las posibilidades para contar con 
productos de calidad y a precios más bajos, ha sido incapaz de servir de 
contrapeso.
En La Habana existen cientos de Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) y 
puntos de venta de productos agrícolas también estatales, caracterizados 
por carecer de ofertas. Cuando las tienen, los productos son de ínfima 
calidad, sucios y deteriorados. Comercializados muchas veces con largas 
filas de espera, por trabajadores que, mal retribuidos, no tienen apuro 
en atender a los clientes, y en ocasiones alteran el peso para procurar 
ganancias impropias, lo que ha llamado el conocido escritor cubano 
Guillermo Rodríguez Rivera, las "libras de 10 y hasta de 8 onzas" (1 
libra=16 onzas).
Los carretilleros usualmente ofertan productos de primera clase, frescos 
y limpios, mientras atienden bien a los clientes. Al cierre de noviembre 
ejercían este oficio de manera legal 16.000 personas en el país, 3.200 
en la capital, según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 
publicados por Granma. A ellos se agregan personas que no han sacado sus 
patentes y laboran ilegalmente. Estos cuentapropistas recorren las 
calles con sus pregones, dándole una nueva vida a ciudades y pueblos, a 
la vez que acercan los productos al consumidor, en beneficio de las amas 
de casa y del amplio sector poblacional en la tercera edad, que antes 
tenía en muchos casos que recorrer largas distancias para poder comprar 
viandas, hortalizas y determinados granos. Ciertamente, los precios son 
altos para la menguada capacidad de compra del ciudadano corriente, pero 
en ocasiones no difieren mucho de los de la inestable oferta estatal.
Ahora se acusa a los carretilleros por la caída de las ventas en los MAE 
e incluso en los Mercados Agropecuarios de Oferta y Demanda, en los 
cuales también comercializan los privados, pero con impuestos más 
elevados, lo cual podría corregirse disminuyendo los gravámenes para que 
puedan competir en igualdad de condiciones con los carretilleros. Sin 
embargo, aunque las cuestiones organizativas pudieran estar incidiendo, 
no constituyen la base del problema, que reside en la insuficiente 
producción agropecuaria y la inestabilidad en el suministro al mercado. 
Desde hace semanas, por ejemplo, no hay huevos en el mercado estatal, a 
pesar de ofertarse a un elevado precio de 1,50 pesos la unidad, y en 
muchos lugares ha existido demora en las 10 posturas vendidas 
mensualmente por persona a través del racionamiento.
La entrega de tierras en usufructo, llena de prohibiciones y 
limitaciones, no ha brindado los frutos esperados. La producción 
agropecuaria en 2010 se redujo en 5,1 %, mientras según cifras 
preliminares en 2011 creció en 2,1 % para llegar a los niveles de 2008, 
cuando el país fue afectado por varios huracanes. Incluso el periódico 
Granma, el 27 de enero, reconoció que "en el mes de diciembre los 
mercados capitalinos recibieron poco más de la mitad de los volúmenes de 
productos agropecuarios contratados", y que "el incumplimiento de las 
entregas pactadas por parte de las bases productivas es motivo reiterado 
del desabastecimiento".
Las perspctivas de 2012 no son mejores. En el informe sobre el Plan de 
2012, presentado por el ministro de Economía y Planificación en la 
Asamblea Nacional, se anunció la importación de alimentos por valor de 
casi 1.800 millones de dólares, o sea, continúan aumentando las compras 
externas debido a la incapacidad nacional de abastecer el mercado. 
Insólitamente no se toman las medidas adicionales en la entrega de 
tierras en usufructo sobre asuntos que hasta muchos funcionarios 
oficiales de alto nivel han expresado la necesidad de acometer. Continúa 
sin permitirse la construcción de viviendas en las áreas recibidas; se 
mantiene el plazo de solo 10 años para la tenencia de la tierra 
(prorrogable a 10 más); no se amplía la extensión de superficie a 
entregar, ni se facilitan recursos, mientras se siguen importando 
colosales cantidades de alimentos que podrían producirse perfectamente 
en el país, y hasta exportarse si se crearan las condiciones apropiadas.
Por otra parte, se obvia que los carretilleros tienen gastos 
sustanciales en la búsqueda de los productos, con dificultades para el 
transporte, y deben pagar altos precios a los intermediarios o 
productores que los traen a La Habana, no pocas veces desde provincias 
muy distantes, que originan notables gastos por usar vehículos altos 
consumidores de combustible. También hay que tener esto en cuenta para 
hacer un juicio acertado sobre la ganancia real de los carretilleros.
Paralelamente, en Cuba ya existen enormes disparidades en los ingresos 
personales. Ciertamente una libra de tomate a 6 pesos resulta cara para 
un trabajador medio y mucho más para un jubilado, si no cuentan con 
ayudas adicionales, particularmente alguien que envíe remesas desde el 
exterior.
El presidente Raúl Castro reconoció que con el salario es imposible 
vivir en Cuba, en el discurso del 26 de julio de 2007, y esa situación 
no ha cambiado, por el contrario empeorado. Por ello son comprensibles 
las quejas de muchos ciudadanos pertenecientes a los sectores más 
humildes, que se quedan en la superficie al solo criticar los precios de 
los carretilleros, sin tener en cuenta el nivel medio general de los 
precios que son extremadamente altos para un país con un salario medio 
mensual inferior a los 20 dólares y una pensión media mensual de 
alrededor de 10 dólares, en un entorno donde prevalece la dualidad 
monetaria. Sería aconsejable que quienes atacan los precios de los 
carretilleros y los cuentapropistas, elevaran también sus quejas al 
diario Granma porque en las tiendas estales de venta en divisas un 
kilogramo de leche en polvo cuesta 5,25 CUC (equivalente a 131 pesos), 
un litro de aceite comestible 2,40 CUC (60 pesos), 250 gramos de café 
3,45 CUC (86 pesos), mientras otros alimentos básicos, los artículos de 
tocador esenciales como el jabón de baño, los de vestir y el calzado 
tienen también precios astronómicos. Deberían preguntar cuánto debe 
pagar un joven carretillero por un par de zapatos, un pantalón o una 
camisa decentes, nunca menos de 500 pesos, por cada artículo.
El resultado del acoso a los útiles carretilleros ha sido su casi 
desaparición de las calles habaneras, en los últimos días. Alguien con 
sentimiento peyorativo habló de La Habana como la ciudad de las 
carretillas, ahora podrá rebautizarla como la ciudad de la extrema 
escasez. Además de perjudicar a los carretilleros, la ofensiva aumentará 
la incertidumbre entre todos los cuentapropistas y los usufructuarios de 
tierras ante un Estado tan voluble, que en cualquier momento puede 
desaparecerlos como ha ocurrido en el pasado. Ni que decir de las 
posibilidades de inversión extranjera en un país con tanta inseguridad 
para hacer negocios.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/botar-el-sofa-273463
 
 
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