Osmar Laffita
Capdevila, La Habana, 19 de septiembre de 2011, (PD) Para tirios y
troyanos resultó algo inesperado la decisión del Centro Internacional de
Prensa (CIP) del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) de Cuba de
no renovar la licencia de forma definitiva al periodista español
Mauricio Vicent, corresponsal del "El País" y de la cadena "SER".
Esa sorpresa se explica porque sectores de la oposición interna y
periodistas independientes al interior de Cuba, así como en el exilio,
no han ocultado sus críticas a los despachos de este corresponsal,
porque sus valoraciones de la realidad cubana han estado parcializadas,
quizás porque no deseaba buscarse problemas con las autoridades cubanas.
Esto se contrapone a los argumentos esgrimidos por funcionarios del CIP
de que tal decisión responde a que Vicent ofrece "una imagen parcial y
negativa de la realidad cubana, lo que se ha agudizado en los últimos
tiempos, hasta el punto de influir en la línea editorial de El País, por
lo que decidieron retirarle definitivamente su credencial".
Tal medida es el colofón de las limitaciones impuestas hace un año por
el MINREX, al negarle la renovación de su acreditación, por lo que no
podía concurrir a conferencias de prensa ni a ninguna actividad
protocolaria, aunque se le permitía, con restricciones, enviar reportes
noticiosos. Pero ahora con tal extrema medida, esa posibilidad queda
definitivamente suspendida.
Sin importarle el costo político que tal órden le acarreara, los
ancianos gobernantes cubanos hicieron oídos sordos a las gestiones de la
ministra de Asuntos Exteriores de España, Trinidad Jiménez y su
embajador acreditado en La habana, Manuel Cacho. Los intentos realizados
por ellos para revertir la disposición no tuvieron éxito. Sencillamente,
la cancillería cubana se limitó en el caso de Vicent a cumplir las
órdenes de sus superiores, que son irrevocables.
Tanto el gobierno español como los directivos del grupo PRISA saben
perfectamente que es totalmente falsa la explicación de los funcionarios
del CIP de que el veto es contra Vicent, pero no contra El País ni la
cadena SER.
Conociendo la labor de bajo perfil desplegada por el corresponsal
suspendido en sus 20 años de permanencia en Cuba, resulta realmente
risible y escandaloso.
Esta no es la única suspensión contra un corresponsal extranjero.
Recientemente el CIP le negó su acreditación a Juan Castro Olivera. En
la primera semana de agosto, Castro Olivera no pudo asumir como jefe de
redacción de la Agence France Presse (AFP) porque la La Habana rechazó
su designación e impidió su ingreso al país, sin que le hayan explicado
el motivo de tal disposición.
Todo apunta a que la injustificada suspensión definitiva de Vicent ha
sido un pretexto. Los gobernantes cubanos no ocultan su disgusto y
rabieta contra el grupo PRISA por el respaldo de El País a la bloguera
Yoanis Sánchez por ser una de sus columnistas.
Es el momento de reconocer la profesionalidad, imparcialidad y
equilibrio de Vicent, avalada en sus años como periodista. Desde su
acreditación en La Habana en 1991, el periodista español ha reportado
los principales acontecimientos que conmocionaron a la isla caribeña.
Como colega, me pongo de su parte, le brindo mi total apoyo y rechazo
enérgicamente la medida tomada por el CIP, un atentado contra la
libertad de expresión e información, que además evidencia la incapacidad
del gobierno cubano de comprender el papel de los medios de comunicación.
Por eso le trasmito a Vicent, que continuaré, al igual que los restantes
periodistas independientes con nuestro compromiso de informar de cuanto
suceda en Cuba, con el mismo rigor, respeto e independencia que
caracteriza la prensa que desarrollamos, que nada tiene que ver con el
verticalismo, la censura, la manipulación y el silencio de la prensa
oficial cubana.
El veto de castigo contra El País y Vicent pone al descubierto la
naturaleza autoritaria del gobierno cubano, su voluntad de cercenar la
libertad de prensa e imponer su "verdad" en nombre de su inexistente
revolución. Con eso pretenden privar a quienes se interesen por una
información veraz y contrastada, de la que ellos privan a los cubanos,
pero con tal proceder lo único que hacen es tapar el sol con un dedo.
El veto a Vicent y El País, lo entiendo como un acta de acusación contra
los gobernantes cubanos que ordenaron su aplicaron y los burócratas
refugiado en el MINREX que la ejecutaron.
Tal medida pone al descubierto que conflictos de esta naturaleza, la
autoridades cubanas los resuelven como acostumbran: con el empleo de la
fuerza. Muestran una vez más su debilidad, porque su "verdad", la que
ellos proclaman, es la mentira sobre la que se asientan. Por eso tienen
el tiempo contado, porque su cuenta atrás sigue imparable, por más
atropellos que cometan.
http://primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/2280-veto-de-castigo
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