Wednesday, September 21, 2011 | Por Alejandro Tur Valladares
CIENFUEGOS, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Había regresado de la
muerte y se le dio la encomienda de recordarnos lo transitoria que es la
vida, sobre todo si el arma nuclear está de por medio.
Fue así que comenzó aquella reflexión a mediados del año 2010, cuando la
guerra entre Estados Unidos e Irán parecía inminente. Con la seguridad
del que cree que se las sabe todas, nos espetó el desgarrador mensaje:
"La guerra nuclear es inevitable," y para dar un sentido de plena
certeza al dictamen enfatizó: "Acontecerá durante la celebración del
Mundial de Futbol".
En pleno trance revolucionario echó cenizas sobre su cabeza, rasgó las
vestiduras y anunció: "Las ciudades arderán durante semanas e incluso
meses extendiendo una vasta nube de cenizas que pintará el cielo de
negro. Los hongos de las explosiones termonucleares elevarán nubes de
polvo y humo a altitudes estratosféricas donde permanecerán en
suspensión durante años, opacando la luz solar. Las temperaturas de la
tierra bajarán drásticamente a las pocas semanas. Tras el desastre
emergerá un mundo helado en el que el 90 % de las cosechas se perderán,
y la capacidad de generación de energía disminuirá a más de la mitad.
Sin medios para calentarse, las ciudades se convertirán en témpanos de
cemento abandonados por la fuerte hambruna. Regresaremos a la Edad de
Piedra".
El apocalíptico mensaje conmocionó a no pocos crédulos, fundamentalmente
en el interior de la isla, donde la desinformación, sumada a la fama de
infalible con que la propaganda siempre nos pintó a Castro, provocó que
muchos de mis coterráneos estuviesen a punto de suicidarse para escapar
del infierno atómico al que, según el oráculo de la revolución, estaban
condenados.
Ha pasado un año de la predicción y nadie la recuerda. El mundo marcha
tan de prisa y la carga de necesidades es tan grande que nos agobia,
llevándonos a olvidar con facilidad predicciones o actitudes que en su
momento nos afectaron. No se recuerda que el mismo Castro recomendó a
Nikita Jruschov, durante la Crisis de Octubre del año 1962, acabar con
la vida del planeta, asestándole al enemigo imperialista el primer golpe
atómico.
La experiencia con el más allá seguramente que nos transforma. De lo
contrario no podría explicarse la metamorfosis sufrida por Fidel Castro,
quien de apologista de la lucha armada y la violencia se transformó en
evangelista, ecologista y pacificador.
http://www.cubanet.org/articulos/el-apocalipsis-segun-san-castro/
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