Educar controlando la información
Históricamente la educación en Cuba siempre tuvo un desarrollo acelerado
y hemos contado con maestros y pedagogos de prestigio nacional e
internacional
Maida L. Donate, Arlington (Virginia) | 08/09/201
Empieza un nuevo curso escolar, y por estas fechas siempre me invade
cierto sentimiento de nostalgia feliz. Quizás porque nací y crecí en una
familia de maestros, para mí cada inicio de clases es un evento vital
trascendente. Desde muy temprano me hicieron incorporar como valores
cívicos aquellos pensamientos martianos, quien siembre escuelas recogerá
hombres, ser cultos para ser libres. Sin dudas, educación y libertad no
pueden ser concebidas la una sin la otra, y el soporte de toda educación
ha sido y es el libre acceso a la información. Mucho se ha hablado de
los logros alcanzados por la educación cubana después de 1959, pero muy
poco se dice del punto de partida socioeconómico que permitió al
Gobierno liderado por Castro poner en marcha las acciones sociales de
las que tanto se ufana la gerontocracia gobernante de la Isla. En este
trabajo pongo a consideración del lector algunas reflexiones acerca de
la educación en Cuba.
Según el diccionario de la Real Academia Española, logro es la acción y
efecto de lograr; es decir, de conseguir o alcanzar lo que se intenta o
desea. La idea de logro siempre expresa sentido positivo y se relaciona
con desarrollo, evolución y perfeccionamiento. Cuando afirmamos que
hemos logrado algo, debemos establecer una comparación obligada con un
punto de partida determinado, el resultado de esa comparación debe ser
positivo para que se pueda considerar logro. A medida que crece el
consenso nacional e internacional sobre la necesidad de cambio político
en Cuba, el Gobierno cubano y diferentes políticos e intelectuales no
cubanos, han intentado justificar el no realizar los cambios necesarios,
bajo pretexto de salvaguardar los logros de la revolución, en particular
el desarrollo alcanzado en la educación.
Históricamente la educación en Cuba siempre tuvo un desarrollo acelerado
y hemos contado con maestros y pedagogos de prestigio nacional e
internacional. Entre mayo de 1902 y enero de 1959 se alcanzaron en este
campo resultados importantes y significativos que fueron la base de los
cambios posteriores. Al triunfo de la revolución, el 80 % de la
población mayor de 6 años estaba escolarizada. El 20 % que no lo estaba,
se concentraba en las zonas rurales. El Censo de Población y Viviendas
de 1953 reportó que el 57 % de la población total era urbana y el 43 %
rural. La Constitución reconocía la enseñanza laica y obligatoria hasta
el sexto grado, para los niños de 6 a 14 años. La escuela pública era
gratuita. En la escuela primaria, además de las asignaturas generales,
se impartía educación física, música y artes manuales por maestros
debidamente preparados. En las escuelas se daban clases de moral y
cívica, asignatura en la que se explicaban los elementos básicos de la
Constitución del 40 y la Declaración de los Derechos Humanos, de la que
Cuba era signataria. Se había logrado sentar las bases para la enseñanza
técnica especializada, que se encontraba en proceso de expansión y
desarrollo.
Existían tres universidades oficiales: la hoy bicentenaria Universidad
de La Habana y otras dos nuevas, la Universidad de Oriente y la
Universidad de Las Villas, donde se estudiaban las carreras
tradicionales de Ciencias, Humanidades, Derecho, Medicina, Farmacia,
Odontología, Arquitectura, Ingeniería Eléctrica y Civil, Agricultura,
Pedagogía, Contador Público, Agronomía, y Veterinaria, entre otras. En
la Universidad de Oriente y en la Universidad de Las Villas, se cursaban
otros estudios de mayor actualización, tales como, Economía, Química
Industrial, Ingeniería Mecánica y Minería. En el contexto del sistema,
en los diferentes niveles y tipos de educación, florecía paralelamente
la escuela privada, nutriendo la inteligencia de niños y jóvenes, y
estimulando la diversidad de pensamiento. Entre ellas impactaron la
formación intelectual y moral de los cubanos por varias generaciones, el
Instituto Edison, la Academia Baldor, la Academia Valmaña, el Colegio
Estrella, fundado por Felicia Guerra, hermana de Ramiro Guerra, La
Progresiva de Cárdenas, donde estudió José Antonio Echeverría, por solo
citar unas pocas. Los hermanos Castro se beneficiaron del sistema de
educación privada, ambos cursaron estudios en el Colegio Dolores de
Santiago de Cuba, y más tarde concluyeron la enseñanza media superior en
el Colegio Belén de La Habana.
El sistema de formación de maestros estaba organizado en las Escuelas
Normales para Maestros, en correspondencia con la división política
administrativa del país. Existía la carrera de Pedagogía a nivel
universitario. La totalidad de los maestros estaban titulados y
organizados en Colegios que los representaban como grupo social activo
en la vida pública de la nación. Los maestros y pedagogos cubanos eran
uno de los sectores sociales más activos en la política nacional.
Jugaron un papel protagónico en la huelga general de 1935 y estuvieron
presentes como fuerza cívica influyente en los momentos históricos en
que había que defender los derechos civiles y constitucionales de los
cubanos. Los maestros en Cuba enseñaban a pensar.
Si tenemos en cuenta que estamos hablando de una república que solo
tenía cincuenta y nueve años de vida socio-política independiente, y
algo menos de seis millones de habitantes, se puede concluir que la
situación de la educación en Cuba al momento del arribo al poder de la
revolución, distaba mucho de ser caótica ni siquiera similar a la que
existía en la mayoría de los países de América Latina, incluso en
España. De haber sido otra la situación, al Gobierno revolucionario no
le hubiera sido posible realizar las primeras acciones de las que tanto
se han estado ufanando durante todos estos años en el campo de la educación.
Las 10.000 nuevas aulas rurales que se crearon con la Ley 561 de
septiembre de 1959, fueron ocupadas por maestros normalistas graduados y
jóvenes graduados de bachillerato, o próximos a concluir esos estudios,
que habían sido formados antes de enero de 1959. La creación de esas
aulas fue parte del conjunto de acciones que el magisterio cubano había
estado promoviendo y demandando por años, y no constituía parte esencial
del programa político de Castro. Fue una acción política que utilizó el
terreno que había sido abonado por los maestros y pedagogos cubanos.
La Ley de Nacionalización General de la Enseñanza de 6 de junio de 1961,
solo abolió el derecho a la enseñanza privada, y en consecuencia, la
posibilidad de acceso a otros enfoques del proceso educativo y de
estimulación del pensamiento libre. La enseñanza pública laica, gratuita
y como derecho de todos los cubanos ya estaba legislada.
La campaña de alfabetización se pudo hacer a dos años escasos del
triunfo de la revolución, porque la población cubana estaba
esencialmente escolarizada. Fue una campaña diseñada por los
profesionales de la educación en Cuba y llevada a cabo por los maestros
y los estudiantes de la enseñanza media y superior, sin ayuda
internacional alguna. En las estadísticas, al finalizar la campaña, no
se hizo propaganda a la distribución de los alfabetizados según edad,
porque gran parte de los analfabetos censados al inicio, eran personas
mayores de 50 años. Manipulando los datos, la tasa de analfabetismo
inicial corresponde al total de la población cubana mayor de 10 años,
pero la tasa de analfabetismo final corresponde al total de personas
entre 10 y 49 años, siguiendo los criterios internacionales para
determinar la tasa de analfabetismo de un país.
La Reforma Universitaria de 1963 amplió el espectro de las ingenierías,
pero sentó las bases para el control del desarrollo del pensamiento
filosófico, político y humanístico en las universidades. Las ciencias
sociales y las humanidades, muy poco tiempo después, dejaron de jugar el
papel activo que siempre habían jugado en el paisaje intelectual cubano.
Además, dio al traste con la autonomía universitaria. Los estudiantes
dejaron de ser agentes activos de cambio social.
Hay otras cuestiones relacionadas con la educación: los planes de becas,
la reestructuración del plan de formación de maestros, las escuelas de
enseñanza especial —música, artes plásticas, deportes—, la
universalización de la enseñanza universitaria en 1970, el plan
estudio-trabajo, que se incluyen en el acápite de los logros de la
educación, que solo se mencionan y no se profundizan en el discurso
oficialista del Gobierno cubano y sus simpatizantes, porque los
resultados no son de exhibición y en la práctica han tenido un impacto
muy fuerte en la desestabilización e involución de la psicología social
cotidiana de los cubanos.
Al finalizar la campaña de alfabetización se reestructuró el plan de
formación de maestros, bajo la dirección de Elena Gil surgieron las
escuelas pedagógicas Antón Makarenko. El enfoque filosófico que debían
aprender las nuevas generaciones de maestros cubanos era que el mejor
sistema de educación es el que se basa en el quebranto de la voluntad
del educando, porque el sacrificio, como estilo de vida, es el recuerdo
vívido de la verdadera condición humana y el único objetivo del ser
social (sic). Los adolescentes y jóvenes que deseaban estudiar
magisterio, debían probar su vocación para el sacrificio y estudiar los
tres primeros años de la carrera en condiciones de campamento
guerrillero en Minas del Frío, zona situada en las montañas de la Sierra
Maestra en la región oriental del país. Después, pasar dos en Topes de
Collantes, en el edificio que en su día fue sanatorio antituberculoso,
en medio de la cordillera del Escambray en la región central de la Isla.
Solo a los que habían pasado satisfactoriamente esos cinco años de
privaciones materiales y de lejanía de la familia, se les permitía
continuar un año más en Tarará, zona residencial de playa al este de La
Habana, hasta graduarse. Si por voluntad propia, los alumnos de las
escuelas Makarenko interrumpían el ciclo de formación una vez admitidos
y matriculados, se les consideraba desertores, se dejaba constancia de
ello en el expediente escolar y se les tenía en cuenta a la hora de
solicitar otros estudios. Para distinguir a los que eran o habían sido
alumnos de ese plan del resto de los maestros que no se habían formado
en la fragua del sacrificio, los estudiantes y graduados de las escuelas
Makarenko tenían la obligación de vestir uniforme todo el tiempo. La
mayoría absoluta de los estudiantes eran del sexo femenino.
Casi desde el principio la revolución abolió la enseñanza de la música,
las artes manuales y la educación física en las escuelas primarias. Más
tarde, se exigió a los maestros de enseñanza general que dieran clases
de educación física. La enseñanza de la música y las artes manuales no
se ha sistematizado aún. El sistema no prevé esos conocimientos como
parte de la educación general. La enseñanza de idioma extranjero no se
contempla hasta el séptimo grado y en las escuelas de idiomas no se
admiten menores de 15 años. En el presente, no se considera importante
ni útil aprender un segundo idioma.
En 1970 no se hicieron los tan anunciados diez millones de toneladas de
azúcar. Aquel evidente fracaso económico y político, afectó de manera
particular al sistema de educación cubano. La más dramática de las
afectaciones fue el desmantelamiento de la enseñanza politécnica en todo
el país. Después de aquel despropósito, llegó el tiempo de la
institucionalización de la revolución, pero, como los dirigentes no
cumplían los requisitos de instrucción que se estaban planteando para
ocupar los cargos de dirección, entre otras razones, porque no
consideraban importante la educación para ser buen revolucionario, la
solución fue una amnistía de cinco años para que todo aquel que no fuera
universitario lograra un título y así permitirles mantenerse en puestos
de dirección. Bajo el amparo de la Ley de Universalización de la
Enseñanza de 1970, la universidad comenzó a graduar en los cursos para
trabajadores a funcionarios y dirigentes de cualquier nivel de
dirección, para que las nuevas medidas de orden no los afectaran en su
status social.
A principio de los años setenta, la primera ola de la explosión
demográfica de los sesenta arribó a la enseñanza secundaria básica, las
escuelas que existían no alcanzaban. Por otra parte, las empresas
agrícolas justificaban la falta de productividad y eficiencia con la
escasez de mano de obra. Coyuntura que aprovechó el Gobierno de para dar
otro enfoque al sistema de becas: de la escuela al campo se pasó a las
escuelas en el campo. Se construyeron escuelas en zonas rurales
apartadas de los pueblos y principales centros urbanos. Los alumnos de
secundaria básica y preuniversitario de todo el país comenzaron a
realizar, obligatoriamente, labores agrícolas o de otra naturaleza en la
sesión contraria a la de clases. Fue la época de la hemorragia de
certificados por enfermedad, solicitados por los padres tratando de
evadir la realidad que les tocaba vivir a sus hijos adolescentes. Los
maestros fueron compulsados a dejar sus familias e ir a vivir con sus
alumnos, en consecuencia y unido a otros problemas no menos enajenantes,
se produjo un rechazo a la profesión de maestro. En los albores del
siglo XXI, los edificios construidos bajo el principio de escuelas en el
campo se han quedado vacíos y en franco deterioro. Se han creado planes
para la formación de maestros emergentes porque el magisterio no le
resulta atractivo a las nuevas generaciones de cubanos. ¿Qué dirían José
de la Luz y Caballero y Enrique José Varona?
En Cuba el acceso a la instrucción no ha significado acceso a la
información. El sistema de educación cubano no entrena ni estimula al
educando y les prohíbe, de las más diversas maneras, la búsqueda libre
de información; tampoco los adiestra en cómo orientarse para acceder a
fuentes de información variada y compleja. Definitivamente, el método
socrático no forma parte del pensamiento pedagógico cubano actual. El
dogma como estilo obligatorio de enseñanza no se limita a la repetición
de frases hechas, sino que añade la obstinada negación de la realidad
circundante. En Cuba, la práctica no es criterio de verdad. La
involución en el terreno de la educación es evidente en la relación
instrucción-información que existe en la Isla. El acceso a Internet es
selectivo y está bajo control de un único servidor que funciona como red
interna nacional. Los que tienen computadoras, están bajo vigilancia
cibernética y, aunque pueden comunicarse a través del correo
electrónico, solo los más iguales dentro del grupo de otros más iguales,
pueden tener acceso a Internet. El teléfono móvil se puede tener, pero
solo para hacer llamadas… dentro del territorio nacional.
En el 2010, en el discurso inaugural de la escuela de trabajadores
sociales de Holguín, Castro afirmó que había habido que estudiar la
eliminación de conocimientos innecesarios que no preparaban a las nuevas
generaciones para trabajar. Por curiosidad me informé al respecto. Entre
los conocimientos innecesarios que se habían considerado superfluos y se
habían suprimido, desde la enseñanza media, están la geografía y el
español. Al parecer no se quiere que se sepa que existen otras regiones
del planeta donde viven gentes con fracasos y éxitos; tampoco se
considera necesario la correcta expresión oral y escrita en la lengua
materna, o en ninguna otra, porque así se evita la comunicación entre
los seres humanos y se les simplifica el trabajo a los censores de
libros, artículos y blogs. En este punto recuerdo a Galileo, no importa
lo que hagan los represores, la vida se mueve de todas maneras.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/educar-controlando-la-informacion-267920
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