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Wednesday, June 08, 2011

PACHÓN Y SU BOTELLA DE RON

PACHÓN Y SU BOTELLA DE RON
07-06-2011.
Damián Sánchez Sáenz
Buró Información Comisión Martiana

(www.miscelaneasdecuba.net).- Lo conozco desde mi adolescencia, por los
años 1997 o 1998. Su nombre es Alexis, pero todos lo conocen por
panchón. Salíamos todos los fines de semana a discotecas y no había
fiesta o rumba que se inventara en El Vedado que no estuviéramos
presentes. Panchón era enfermero de profesión, su gracia natural atraía
chicas lo que me facilitaba la difícil maniobra de conseguir compañía,
pero sobre todas las cosas era buen amigo. Quizás su defecto era el
exagerado consumo de alcohol, le venía bien cualquier cosa que lo dejara
-como el decía- liquidado.

Llegué ha perder la cuenta de las veces que tuve que llevarlo a su casa
casi arrastrando sus pies, y al otro día no acordarse de nada, pero por
la noche volvía a la carga y repetía la dosis. Su rápida recuperación
entre borrachera y borrachera era para asombrarse, ha pasado el tiempo y
nunca he visto cosa igual. En una ocasión lo traté de aconsejar estaba
convencido que si seguía por este camino su final sería fatídico, ya me
empezaba a dar cuenta de su adicción por la bebida, no había momento del
día que no tuviera en su bolsillo trasero del pantalón una botellita con
ron.

Apenas en 6 meses Panchón quedó sin trabajo, perdió a su novia y los
amigos empezaron a darle de lado. Pero su actitud no era casual, vivía
en una casa muy antigua y humilde en el centro de la Habana. Su madre
había muerto cuando sólo tenía 5 años y vivía con su padre. Lázaro era
un ex combatiente de la Sierra Maestra que como muchos era víctima del
desprecio por el sistema que él mismo había ayudado a construir. Se
cuenta que bebe sin medida para olvidar su arrepentimiento y en
ocasiones se escucha maldecir al jefe de la revolución. Ese es el mundo
que rodeaba a Panchón, pasar el día borracho era la única posibilidad de
no ver la realidad que le toco vivir.

Hace sólo una semana pasé en horas de la noche por la vieja casa, en la
pared exterior alguien había colocado un cartel que decía: Peligro,
casa inflamable. La puerta se encontraba media abierta, en el piso
estaba acostado Lázaro, por sus canas y notable delgadez me era
irreconocible. Como siempre estaba borracho y el aliento etílico se
sentía por toda la casa, fue entonces que entendí el mensaje del anuncio
colgado, quizás por algún gracioso del barrio. Cuando pregunté por
Panchón levantó un poco la cabeza y me dijo: Búscalo por el malecón.

No me fue difícil encontrarlo, marginado del grupo de parejas que
aprovechan la oportunidad del poco espacio que tienen para confesar su
amor, o del grupo de jóvenes que cada fin de semana utilizan el malecón
como única y más barata opción para el esparcimiento. Allí estaba sucio,
pálido, a penas se podía sostener y como me lo imaginaba embriagado
hasta los pies. Me acerqué y antes de hablar ya mis ojos se encontraban
humedecidos, no podía creer lo que estaba mirando. Aquel amigo
inseparable, alegre, cariñoso, había transitado de persona a basura. Me
reconoció y a pesar de su peste no pude evitar abrasarlo, temía que
fuera la última ves que lo viera.

Me contó que a rato un policía se lo lleva preso, pero no se queja
porque por lo menos los días que pasa encerrado tiene garantizada la
comida. Sin darme cuenta Panchón se había dormido mientras yo lo trataba
de convencer que fuera a descansar. Me retiré despacio, mirando fijo la
figura enclenque de sólo 35 años, pero no era el único cada pocos metros
me encontraba salpicados por las olas del mar a más de uno que como
Panchón llevaban una botellita con ron.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32532

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