Viernes, Diciembre 17, 2010 | Por Laritza Diversent
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Ana Luisa Millares, 
holguinera de 43 años, lleva menos ocho viviendo en un barrio de la 
capital. Nadie se explica cómo, en tan poco tiempo, le pusieron una 
línea de teléfono y le asignaron una misión en Venezuela. Regresó 
cargada de equipos electrodomésticos y dinero suficiente para, en menos 
de 12 meses, construir su casa.
Sus vecinos están molestos con el aumento del nivel de vida de la señora 
Millares. Muchos no han  logrado en su vida la mitad de lo que esta 
mujer consiguió. En tono de desprecio y a sus espaldas, la llaman "la 
palestina", apodo con el que los nacidos en la capital llaman a las 
personas provenientes del oriente del país.
La migración, principalmente del campo hacia la capital está 
determinada, en primer lugar, por la diferencia en el desarrollo 
económico y social de las provincias del país. Por otra parte, el 
gobierno suple con los orientales, la fuerza de trabajo en los oficios 
que los capitalinos rechazan.
Del tema se habla poco o nada. Hasta hoy ningún análisis sociológico 
explica el porqué del recelo de los habaneros respecto a los orientales. 
Incluso normas legales impuestas por el gobierno para frenar la 
migración hacia la capital, como el Decreto 217 del Comité Ejecutivo del 
Consejo de Ministros, refuerzan ese sentimiento de repudio.
Algunos explican el asunto con hechos históricos. Según dicen, cuando 
los guerrilleros, en su mayoría orientales, llegaron a La Habana en 
enero de 1959, destruyeron la capital. Convertidos en grupo dominantes 
se hicieron de los mejores inmuebles de la ciudad, para ellos y cada uno 
de sus familiares. Desde entonces, como canta la agrupación musical los 
Van Van, "La Habana no aguanta más".
Entre los  habaneros existen otras hipótesis para explicar esta 
situación. Algunos opinan que es un problema de idiosincrasia; asegura 
que los orientales, por lo general, son incondicionales al gobierno; 
pero a la vez los más hipócritas.
Ana Luisa, para evitar la furia de los inspectores del departamento de 
enfrentamiento a las ilegalidades de la Dirección Municipal de Vivienda, 
asumió la presidencia del Comité de Defensa de la Revolución.
Muchos alegan que los principales dirigentes del gobierno se nominan y 
eligen por los territorios orientales, de donde proceden. También es una 
realidad que los orientales integran mayoritariamente la principal 
fuerza de represión de la ciudadanía en la capital: la policía. Oficio 
rechazado por los capitalinos, incluso desde antes de que triunfara la 
revolución.
El  hecho fue reconocido por Raúl Castro en la clausura de la primera 
sesión parlamentaria del año 2008, cuando afirmó que "si no vienen los 
orientales a cuidar a los habaneros, empiezan a incrementarse los 
robos". Frase que tiene más de una interpretación.
En  realidad es el propio gobierno quien fomenta la migración desde 
otras regiones hacia la capital. El propio Castro preguntó: "¿Quién va a 
construir en La Habana si no vienen de casi todo el país, y muy 
especialmente de Oriente, los  constructores? Hasta maestros hay que 
traer de las provincias del interior y sobre todo de Oriente. Y la 
capital creo que es la que mas habitantes tiene".
Esta situación ha determinado que en La Habana los ciudadanos oriundos 
del oriente del país sean más vulnerables desde el punto de vista 
social. Incluso algunas actitudes pueden calificarse de xenófobas. En el 
asunto el gobierno tiene la mayor responsabilidad. Por una parte frena 
la migración vulnerando los derechos fundamentales de estas personas, y 
  por otra, la estimula, según su conveniencia.
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