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Monday, October 04, 2010

Las contradicciones del Comandante

Opinión

Las contradicciones del Comandante
Arnaldo Yero
Miami 04-10-2010 - 11:14 am.

Donde dijo digo, dice Diego. ¿Funciona o no funciona el 'sistema cubano'?

Castro, durante el aniversario 50 de los Comités de Defensa de la
Revolución. La Habana, 28 de septiembre. (REUTERS)

En su más reciente entrevista, aparecida en la revista estadounidense
The Atlantic, Fidel Castro afirmó que el modelo cubano no funcionaba ni
en Cuba. Luego, ante el revuelo causado, el comandante se desdijo y
expresó que había sido mal interpretado: en realidad había querido decir
que el modelo capitalista era el que no funcionaba.

Algunos interpretan el gazapo de Castro como un lapsus verbal, otros
dicen que fue un intento de respaldar por adelantado las reformas
económicas anunciadas recientemente por su hermano Raúl. No faltan
quienes afirman que se trata simplemente de un episodio de demencia senil.

Pero si se deja a un lado toda especulación y se analiza la trayectoria
del personaje, la mentira, la manipulación de los hechos, las decisiones
disparatadas y las contradicciones que han plagado su vida pública
quedan a la luz. De ahí que no resulte sorprendente que, en el ocaso de
su carrera, Castro diga una cosa hoy y mañana afirme lo contrario con
total desfachatez.

Tomemos, por ejemplo, su descripción de la República antes y después del
triunfo revolucionario.

¿Cuál república era aquella?

En octubre de 1968, en un discurso por el centenario del Grito de Yara
en el que tergiversa la historia de Cuba para legitimar su régimen,
Castro describe la república prerrevolucionaria del siguiente modo:

"¿Qué república era aquella que ni siquiera el derecho al trabajo del
hombre estaba garantizado? [APLAUSOS.] ¿Qué república era aquella donde
no ya el pan de la cultura, tan esencial al hombre, sino el pan de la
justicia, la posibilidad de la salud frente a la enfermedad, a la
epidemia, no estaban garantizados? ¿Qué república era aquella que no
brindaba a los hijos del pueblo —que dio cientos de miles de vidas, pero
que dio cientos de miles de vidas cuando aquella población de verdaderos
cubanos no llegaba a un millón; pueblo que se inmoló en singular
holocausto— la menor oportunidad? ¿Qué república era aquella donde el
hombre no tenía siquiera garantizado el derecho al trabajo, el derecho a
ganarse el pan en aquella tierra tantas veces regada con sangre de
patriotas? Y nos pretendían vender aquello como república, nos
pretendían brindar aquello como Estado justo".

Quince años antes, en octubre de 1953, durante su alegato titulado La
historia me absolverá, para destacar la inconstitucionalidad del régimen
de Fulgencio Batista y justificar el asalto al Cuartel Moncada, Castro
describía de un modo muy distinto aquella república que a él le tocó
vivir y que ya había destruido en 1968:

"Os voy a referir una historia. Había una vez una república. Tenía su
Constitución, sus leyes, sus libertades, Presidente, Congreso,
tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir
con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo
podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una
opinión pública respetada y acatada y todos los problemas de interés
colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas
doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos,
y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho
y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían
engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía
ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la
libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada;
sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a
cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas.
Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su
esperanza estaba en el futuro…"

¿Por qué no funciona el modelo cubano?

La pregunta clave que no hizo el reportero de The Atlantic, y que
ninguno de los Castro puede responder, es la de por qué el modelo cubano
no funciona.

La respuesta evidente está en la descripción objetiva del estado de
cosas en la actual república socialista cubana, donde la supuesta
garantía del derecho al trabajo no está complementada por el derecho a
la propiedad privada de los medios de producción y al libre comercio, lo
que impide que las fuerzas productivas del país puedan prosperar y
desarrollarse libremente y hace que las personas se vean forzadas a
delinquir para poder intercambiar en el mercado negro los bienes y
servicios que el Estado totalitario, dueño ilegítimo de todo, no puede
proveer.

Se podría concluir, pues, que el modelo cubano no funciona porque coarta
la libertad económica, le niega al trabajador el derecho a la propiedad
del fruto de su labor, obliga a delinquir a la población para poder
subsistir y frustra la posibilidad de que los cubanos puedan ascender
por su propio esfuerzo y sin ataduras políticas en la escala social,
"privilegio" al que sólo pueden aspirar los miembros de la corrupta
nomenclatura oficial.

Asimismo, el modelo no funciona porque supuestamente garantiza el acceso
a la educación, pero controla el pensamiento y las actividades de la
población por medio del adoctrinamiento ideológico, el monopolio de los
medios de comunicación, el terror sicológico y la represión arbitraria
contra sus adversarios políticos.

Dicho de otro modo, y parafraseando la descripción de Castro: 57 años
después de La historia me absolverá Cuba tiene su Constitución y sus
leyes socialistas, pero estas les niegan sus libertades a los cubanos.
El país tiene Presidente, Congreso y tribunales, pero no existe la
separación de poderes y el sistema carece de chequeos y balances que
impidan el abuso de poder por parte de los gobernantes, de ahí que nadie
pueda reunirse, asociarse, hablar ni escribir con entera libertad.

El gobierno, cuyo modelo no funciona según el propio Castro,
evidentemente no satisface a los cubanos, pero los cubanos, que antes
podíamos, ahora no podemos cambiarlo porque ya no existe una opinión
pública donde los problemas de interés colectivo sean discutidos
libremente; no hay partidos políticos de oposición reconocidos que
posibiliten la alternancia en el poder; no hay emisoras radiales
independientes, programas polémicos de televisión no estatales, actos
públicos de la sociedad civil.

Los cubanos tenemos derecho a ser felices. Ahora más que nunca, deseamos
un cambio, una mejora, un avance. Aunque esto no parezca cerca, nuestra
esperanza sigue estando en el futuro, que por suerte, ya no pertenece
por entero al socialismo.

http://www.diariodecuba.com/opinion/las-contradicciones-del-comandante

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