¿Para quién mienten los tiranos?
LUCIANO ÁLVAREZ
El 23 de febrero de 2010 murió en Cuba Orlando Zapata Tamayo, luego de
85 días de huelga de hambre. Al día siguiente Raúl Castro rechazó las
protestas internacionales: "No existen torturados, no hubo torturados,
no hubo ejecución. Eso sucede en la base de Guantánamo". El Granma,
diario del Partido Comunista, repitió la afirmación y agregó que Zapata
era, en realidad un delincuente común, que fue instigado al suicidio por
los "enemigos de la Revolución", que murió "pese a los esfuerzos no
escatimados de los médicos cubanos" y que el "desenlace fatal regocija
íntimamente a los hipócritas `dolientes`" puesto que "la absoluta
carencia de mártires que padece la contrarrevolución cubana, es
proporcional a su falta de escrúpulos."
El 1º de marzo, Fidel Castro mencionó el caso, como al descuido. En un
artículo de 2503 palabras, titulado "El último encuentro con Lula",
utiliza 42 para repetir la consigna: "Lula conoce desde hace muchos años
que en nuestro país jamás se torturó a nadie, jamás se ordenó el
asesinato de un adversario, jamás se mintió al pueblo. Tiene la
seguridad de que la verdad es compañera inseparable de sus amigos cubanos."
Entonces traté de recordar ejemplos comparables de mentiras desmesuradas
y elegí dos.
"No tema a la justicia quien no tenga las manos manchadas de sangre", me
decían que dijo Francisco Franco durante la guerra civil española. La
escuché y a veces aún la escucho, en la voz de emigrantes gallegos y
asturianos que creían sinceramente que el Caudillo había cumplido tal
promesa. No pude hallar la cita exacta, pero sí, un sostenido desarrollo
de la idea. En junio de 1938 ofreció una justicia, "generosa hasta el
perdón" para quienes fueron a la lucha "engañados o equivocados". El 31
de diciembre de ese mismo año citó a Unamuno: "Yo no aspiro solamente a
vencer, sino a convencer. […] Los españoles, todos los españoles, los
que me ayudan hoy y los que hoy me combaten, se convencerán. […] Si
aconsejamos el respeto al árbol y a las flores porque representan
riqueza o legítimo placer, ¿cómo no hemos de cuidar y respetar la
existencia de un español?"
Un año después, ya ganada la guerra, volvió sobre el tema en su saludo
de fin de año, refiriéndose a los "penosos deberes" del castigo: "Una
cosa es la justicia y otra es la pasión; la justicia ha de ser serena y
generosa. No debe rebasar los límites que la corrección demanda y la
ejemplaridad exige, y esto es incompatible con la satisfacción en el
castigo ajeno, con el rencor y el odio, con el encono hacía los
vencidos, que si no lo admite la caridad cristiana, lo repugna también
un imperativo patriótico."
Muchos soldados y civiles republicanos creyeron estas palabras de Franco
y se entregaron.
Por esa época, visitó España Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini y
ministro de Asuntos Exteriores de Italia: "Sería inútil negar -escribió-
que las ejecuciones son aún muy numerosas; sólo en Madrid, de 200 a 250
diarias; en Barcelona 150, y 80 en Sevilla que, en ningún momento estuvo
en manos de los rojos."
Entre el 1º de abril de 1939 y el 30 de junio de 1944, el número de
ejecutados o muertos en las prisiones españolas alcanzó a unas 190.000
personas; 400.000 -según el propio Franco- pasaron varios años en
prisiones y campos de concentración, en horrendas condiciones.
Aquellos simples almaceneros que machacaban las palabras de Franco no
tenían militancia política ni defendían estas ideas más allá de su
hogar. Más que convencidos, simplemente creían; creían peligrosamente.
Cuarenta años más tarde, en 1979, los gobiernos de los EE.UU. y Europa
presionaban a las dictaduras del cono sur americano para que pusieran
fin a la violación de los derechos humanos. En vísperas de la visita a
la Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
OEA, el gobierno distribuyó 250.000 calcomanías autoadhesivas, en dos
tamaños, con el lema "Los argentinos somos derechos y humanos", como
respuesta a las previstas denuncias que realizarían las Madres de Plaza
de Mayo y otros organismos de derechos humanos.
Muchos argentinos las pegaron en sus coches. Ellos también creían en el
"Proceso de Reorganización Nacional" encabezado por Jorge Rafael Videla,
Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti.
Quienes tuvimos la desgracia de vivir bajo una dictadura hemos tenido
que tragarnos el aceite de ricino de esta literatura cultivada por los
tiranos. Sabíamos que mentían y ellos sabían que nosotros sabíamos.
Entonces, ¿para quién mienten los tiranos? No para quienes los sufren y
conocen o al menos intuyen la verdad, claro está.
Creo que los tiranos mienten para los creyentes que no están dispuestos
a cuestionar una fe en la que depositaron todo, incluso su inteligencia,
su dignidad y su sentido de lo moral. Mienten para tranquilizar la
conciencia de los levemente agnósticos y para dar letra a los obsecuen-
tes, oportunistas, fanáticos y predicadores.
Este tipo de mentira funcional es inmune a la constatación de su
falsedad. Sólo desaparece con las tiranías y su memoria.
Edgar Morin (para salir del Siglo XX) parafraseó un relato recogido por
Freud para describir el modo de negación de la realidad, propio de los
afectos al régimen soviético.
"Es falso", decían los fanáticos y predicadores. "Es exagerado", decían
los creyentes levemente agnósticos y los hipócritas; "Bueno, ya pasó"
dicen hoy casi todos. Respecto a la dictadura cubana, sus devotos no han
superado aún la segunda respuesta. Cuando el tiempo inexorablemente se
lleve a los Castro y su régimen, unos pocos seguirán aferrados al grito
de "es falso", otros pocos dirán "fue exagerado"; la mayoría dirá "ya
pasó" y seguirá, tranquilamente su camino.
Las actas de la sesión del Senado de la República Oriental del Uruguay
del 3 de marzo de 2010, en la cual el Frente Amplio aplicó su mayoría
para negarse a pedir la vigencia de los derechos humanos en Cuba,
seguramente será un documento útil, uno más, para dejar constancia de lo
que hoy dicen, quienes mañana dirán: "ya pasó".
"Los tiranos mienten para los creyentes que no están dispuestos a
cuestionar una fe en la que depositaron todo, incluso su inteligencia,
su dignidad y su sentido de la moral".
El País Digital
¿Para quién mienten los tiranos? - Diario EL PAIS - Montevideo - Uruguay
(8 March 2010)
http://www.elpais.com.uy/100306/predit-475047/columnistas/%C2%BFpara-quien-mienten-los-tiranos
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