2010-03-05.
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Otra vez Granma nos vuelve a mostrar por
qué la realidad de la economía cubana no puede funcionar. Esta vez, un
artículo de Lianet Arias, titulado "Inocencia y ardid", muestra qué tipo
de fraudes, estafas y timos afectan a los cubanos en el día a día de sus
vidas, y lo que es más interesante aún, por qué la mayor parte de estos
comportamientos tienen mucho que ver con el mal funcionamiento de las
instituciones económicas del país.
Un primer ejemplo viene a referir el caso de un ciudadano al que otro le
propuso "resolver" materiales para la construcción de su casa en Campo
Florido, La Habana. Haciéndose pasar por un representante de la Unidad
Municipal Inversionista de Vivienda, el ciudadano timador le pidió 50
CUC para conseguir unos materiales que, en los establecimientos
oficiales, no se pueden comprar de forma habitual. Por supuesto, los
materiales nunca llegaron. El resto, multas falsas, sanciones que se
pueden evitar con sobornos, etc, etc.
Un ejemplo que viene a mostrar dos cosas. Nuestro buen ciudadano debería
poder comprar libremente los materiales que necesita en cualquier
establecimiento comercial que dispusiera de lo que el precisa para
arreglar su vivienda. La situación de los inmuebles en Cuba es bien
conocida. La falta de materiales de construcción, la ausencia de
viviendas y el deterioro general de las mismas, sitúan a este como un
problema para muchas familias, sobre todo, por las consecuencias
desastrosas de los ciclones.
Si el gobierno, en vez de encargarse de suministrar por medio del
racionamiento y en régimen de monopolio, los artículos y materiales que
se precisan para el arreglo de las casas, autorizase la libre
comercialización y la apertura de negocios privados en esta rama de
actividad, en muy poco tiempo, estaríamos hablando de otra cosa bien
distinta. Además, esa obsesión comunista por eliminar la libertad de
empresa, facilita las prácticas delictivas de aquellos que, aprovechando
la falta de información, se dedican a usurpar otras personalidades. Este
es un buen ejemplo de lo que sucede en Cuba actualmente.
Las estrategias de actuación de los timadores son muy diversas. Desde
los que ofrecen precios más baratos fuera de las tiendas, hasta los que
entran en las viviendas para robar cuanto pueden, pasando por la
falsificación generalizada. Mecánicos y técnicos de electrodomésticos
falsos que se dedican a sustraer piezas de los mismos en sus fingidas
reparaciones, el "juego de la chapita", o la oferta de salvar multas y
sanciones, se incluyen dentro de este tipo de prácticas que obedecen a
la existencia de una maltrecha economía oscura, con un exceso de control
burocrático, en la que la ausencia de un mercado libre y de precios
flexibles, priva a la mayor parte de la sociedad de realizar la mejor
compra de productos y servicios de acuerdo con sus necesidades y rentas
disponibles.
El artículo presenta, incluso, casos de timadores que entran de lleno en
uno de los deseos más importantes de la mayoría de los cubanos: "escapar
del país". En este caso, se dedican a suplantar funcionarios de
embajadas extranjeras pidiendo altas sumas de dinero que, una vez
conseguidas, llevan a la desaparición de los delincuentes. Una vez más,
la oscuridad del régimen campa a sus anchas. Hasta con los presos en las
cárceles se cometen timos, pidiendo a las familias artículos que
precisan los que están en prisión, para luego no entregarlos.
El artículo de Granma también presta atención a los timos y estafas a
los extranjeros, que han ido en un aumento muy destacado, los que,
textualmente dicen, "implica un perjuicio al turismo en el país". Los
timos generalmente son más sofisticados y, qué curioso, obedecen al
cambio de dinero, otra consecuencia de la enloquecida política del
castrismo de autorizar en Cuba la circulación de dos monedas, una fuerte
el CUC y otra débil, el tradicional peso cubano. La utilización de
dinero falso, o la visita a CADECAS que no existen llevan al turista
extranjero a sufrir quebrantos por parte de los delincuentes que se
amparan en la compleja y torticera estructura cambiaria del régimen
castrista.
Finalmente, el artículo dedica algunos consejos a cómo atrapar a los
timadores. Me sorprende que los perjudicados "coinciden, señala Granma,
en describir al estafador como un clásico "buena gente", y me pregunto,
pero ¿es que esperaban otra cosa? Tal vez aquí es donde debemos centrar
la reflexión: en esa buena gente que se ve obligada a violar las normas
para sobrevivir. Las normas no son las adecuadas para que la buena gente
pueda conseguir sus fines. Cuando una economía no está organizada al
servicio de la sociedad, se tiene que sortear o burlar de laguna forma.
Y esto, por desgracia es lo que sucede en Cuba actualmente.
Desde hace mucho tiempo, ese modelo de "solidaridad" que pretendió ser
la "revolución" cubana se ha convertido en un auténtico "sálvese el que
pueda" y que "apague el último" porque ya nadie tiene ninguna fe en el
futuro político ni económico del país, ni de la gerontocracia decadente
que lo gobierna. Por supuesto que, como cubano de origen, no puedo estar
de acuerdo con esas prácticas de estafa o timos que empiezan a estar
generalizadas, pero comprendo que, en las actuales circunstancias, esa
"buena gente" se vea obligada a aprovechar los resquicios del control
absorbente del estado para conseguir llegar a fin de mes.
La solución es clara. Desmontar el sistema intervencionista en el que la
propiedad privada no existe y tampoco el mercado, para crear una
economía nueva, en la que los cubanos puedan producir, consumir y
generar riqueza y empleo libremente como en cualquier otro país del
mundo. Basta de identificar el comportamiento económico libre como el
origen de todos los males. Fidel Castro no tuvo razón. Ha creado un
auténtico monstruo donde creyó ver al "hombre nuevo" inspirado en el Che
Guevara. Pongamos fin cuanto antes a esta pesadilla.
LOS TEMIBLES DELINCUENTES CUBANOS - Misceláneas de Cuba (5 March 2010)
http://miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=26090
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