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Sunday, March 07, 2010

La fractura de Cuba

La fractura de Cuba
07.03.10 - 02:31 -
-Numerosos exiliados en el Principado prefieren guardar silencio por
temor a posibles represalias del régimen
- La muerte de Orlando Zapata ha reabierto el debate sobre Cuba. Cubanos
residentes en Asturias, a favor y en contra del régimen, dan testimonio
de dos posturas irreconciliables

El penúltimo episodio de esta película, que para algunos es un drama y
para otros una tragicomedia, se escribió sobre la cama del hospital
donde falleció Orlando Zapata Tamayo. Su muerte reabrió el debate sobre
las taras que presenta la libertad de expresión en el país caribeño y
las restricciones impuestas por el Gobierno dirigido a cuatro manos por
los hermanos Castro, en vísperas del viaje oficial del presidente del
Principado en abril, dentro de un recorrido que también le llevará a la
República Dominicana, México y Panamá.
«En la medida en que falta Fidel, la cosa se pone peor», asegura Mario
Alberto Tagle, quien fuera compañero de Castro en la Facultad de Derecho
de La Habana. Tagle participó en el primer Gobierno revolucionario -en
cargos adscritos al Ministerio de Industria, en manos del Che Guevara- y
fue fiscal de la Fiscalía General de la República, a pesar de que nunca
perteneció al Partido Comunista. A principios de los 90 la presión que
el Ejecutivo castrista estaba ejerciendo sobre él -sobre todo, a raíz de
defender a un teniente coronel acusado de corrupción junto a la cúpula
del Ministerio de Interior- se volvió tan asfixiante que decidió
abandonar la isla. Lleva 16 años residiendo en Avilés, donde sigue
atento las idas y venidas de su país de origen a pesar de las
dificultades que, asegura, «todos tenemos para acercarnos a una verdad
que se oculta a ojos de todo el mundo».
«No llegamos a ver la realidad de lo que allí ocurre», corrobora Germán
Portal, un músico cubano afincado en Asturias desde 1994. Lamenta, al
igual que otros muchos compatriotas, que se ofrezca una imagen de Cuba
«distorsionada». El último ejemplo, sostiene, fue la «inexacta» visión
que se dio de la muerte de Orlando Zapata. «Hay una lista de 75 presos
políticos de la que él no formaba parte», asegura Portal, que advierte
de los riesgos de aceptar las versiones contradictorias de la disidencia
o del propio régimen. «Tendríamos que estar al pie de la calle para
acercarnos realmente a la Cuba que no sale en televisión», reflexiona.
«Se ha dado demasiada relevancia a ciertas cosas», lamenta Babi Martín
Prada. Ella es la actual presidenta del colectivo Cien por Cien Cubano,
que desarrolla su actividad en Asturias. «Se manipula y se tergiversa la
verdad», protesta al tiempo que reclama «respeto» para su país. «Hay que
respetar la integridad de nuestro pueblo; son los cubanos los que tienen
que decidir sobre su futuro y no la gente de fuera», asevera.
«Manipulación»
Esa reflexión es compartida por Rafael Palacios. El director de la
Agencia de Cooperación al Desarrollo del Principado se muestra muy
crítico con aquellos que han instrumentalizado la muerte de Zapata para
atacar a Cuba. «Para mí todos los presos son iguales, los políticos y
los comunes, pero también hay que vigilar lo que ocurre en todas las
cárceles del mundo, no sólo en las cubanas», asegura el dirigente del
Bloque por Asturies, que atiende a este periódico durante un viaje por
Guatemala. En ese país se ha producido el asesinato de cuatro personas
por denunciar la política energética, «y sin embargo, nadie ha dicho ni
una palabra contra el Gobierno de turno». Todo es distinto cuando se
habla de Cuba. «No hay problema cuando las críticas van dirigidas en esa
dirección», afirma Palacios, contrario a que se practique una
«manipulación» sistemática de todo lo que ocurre en la isla y, sobre
todo, que se intente hacer política partidista «a costa de la defensa de
los derechos humanos».
Luis Ricardo Alonso es hijo de español y cubana. Emigró a Cuba de niño,
desde la localidad parraguesa de San Juan. Allí, participó en la lucha
clandestina y en el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista.
Posteriormente, ocupó cargos importantes durante el castrismo, llegando
incluso a ser embajador en varios países como Gran Bretaña o Perú. En
1965 rompió con el régimen comunista y se instaló en Pennsylvania,
aunque sigue muy vinculado con su Asturias natal. Cuando se le pregunta
por el futuro de la isla, el prestigioso escritor tiene claro que el
país puede organizarse de «mil maneras, de derechas, de izquierdas, de
centro...», pero lo fundamental, a su juicio, «es aceptar de una vez en
Cuba las libertades públicas».
El sistema político cubano cojea precisamente de esa pata. Es un hecho
que puede considerarse objetivo, a tenor de la experiencia vivida para
la elaboración de esta información. ¿Cómo explicar si no que muchos de
los ciudadanos consultados por este periódico hayan declinado participar
con su testimonio? No hay miedo a pensar, pero sí a decir lo que uno
piensa. Un deportista cubano, casado con una asturiana y residente en
Gijón, reconoce que hablar de Cuba es siempre un tema incómodo. A pesar
de que hace años que abandonó la isla, pide que se respete su silencio.
«No quiero crear un problema», asegura. Una disculpa repetida por buena
parte de los consultados. «Lo siento», afirma un exiliado cubano en
Oviedo, que se excusa en la presencia de su hijo y su nieto en La Habana
para no hablar.
Hablar del régimen es difícil y más para las personas que todavía
residen en el país caribeño. Adela Sierra, presidenta de la Federación
de Sociedades Asturianas de Cuba, admite que en el reglamento interno de
estos colectivos, donde se aglutina a descendientes de emigrantes, «no
se contempla abordar este tipo de asuntos».
Algo similar ocurre con el tejido empresarial asturiano con intereses en
la isla. Los requeridos en esta ocasión se han limitado a cursar una
disculpa para evitar hablar del contexto sociopolítico en Cuba. «Sólo
hablamos de negocios y comercio», señala el responsable de una firma
asturiana, que prefiere mantenerse en el anonimato para, dice, «evitar
cualquier malentendido».
Una discreción que a menudo se parece demasiado a la desconfianza y al
miedo. El mismo que atenaza a muchas bocas y que les impide decir
aquello que creen. «Ojalá algún día puedan hablar con libertad»,
reflexiona Pilar Burgo, presidenta de la Asociación de Emigrantes
Españoles Retornados a Asturias. La privación de un derecho fundamental
como es expresarse libremente condicionó la decisión de algunos
emigrantes que pusieron mar de por medio para romper los «barrotes»
detrás de los cuales sobrevivían de espaldas al mundo. «Vale que no te
puedas comer un filete o poner esta u otra camisa..., pero no poder
hablar...», esgrime desde Avilés Mario Tagle.
El sistema, una «cárcel»
La censura se la imponen los propios ciudadanos ante una forma de vida
que, para muchos, mina cualquier atisbo de un futuro esperanzador. Así
lo piensa Baltasar García Parúas, que abandonó hace décadas la isla
buscando una vida mejor para sus hijos «Tenía que hacer 40 kilómetros
dos veces a la semana para comprar leche para los niños», recuerda. El
ex presidente del PP gijonés, que coincidió con Fidel Castro en el
colegio durante su etapa de estudiantes, pudo salir de Cuba por su
condición de español. Antes tuvo que firmar el inventario de todos sus
bienes, que pasaban a ser propiedad del régimen. Hoy, con nostalgia,
lamenta que los cubanos tengan que seguir sufriendo en sus carnes las
penurias de un sistema que él compara con una «cárcel».
Nada más lejos de la realidad a ojos de los que se podrían denominar
como procastristas. Babi Marín Prada admite que existen dificultades,
pero eso no convierte a Cuba en un 'bicho raro'. «Hay problemas, pero
como en todos los sitios», señala. La presidenta del colectivo Cien por
Cien Cubano pone como ejemplo las penurias que debe afrontar cualquier
ciudadano en España y en Asturias en el actual contexto de crisis. «Hay
inmigrantes -prosigue- que han perdido su casa porque no tienen dinero
después de haber perdido sus empleos».
Marín no escurre el bulto y ofrece su particular punto de vista cuando
se le pregunta por la falta de libertades que viven los cubanos. «Acaba
de morir una persona y se han escuchado las declaraciones de su madre.
Que yo sepa eso es hablar con libertad. No han matado a nadie por
hablar», asegura para tratar de argumentar la libertad que, en su
opinión, hay en su país.
La prudencia es el punto de partida para Germán Portal. Este profesor de
música no oculta que existe «temor» a expresarse. Sin embargo, también
señala que el Estado dispone para los ciudadanos de canales a través de
los cuales pueden manifestarse. Más allá de las críticas o los
reproches, Portal apoya el cambio: «Puede seguir siendo un país
socialista, pero debe renovarse como lo está haciendo el mundo que gira
a su alrededor». Tagle, por el contrario, cree que el comunismo se acabó
con Lenin mientras lamenta que en nombre del socialismo se hayan
cometido grandes barbaries: «Cuba terminará como el comunismo chino»,
apostilla.
Es difícil ponerse de acuerdo cuando el punto de partida de este debate
es un país fracturado por la mitad entre aquellos que todavía defienden
la vigencia del régimen y aquellos que critican la ausencia de las
libertades básicas en un país con muchas necesidades. Detractores y
defensores del castrismo sólo se ponen de acuerdo para señalar el final
del camino. Aseguran que les corresponderá marcarlo a los propios
cubanos. Si les dejan.
«¿Hablar de la situación que se vive en Cuba? Uff, lo siento pero no
puedo, compréndame ustedes». Vladimir baja la cabeza y desvía la mirada
hacia el suelo, mientras el silencio se apodera de la conversación. El
miedo condena su opinión al olvido, a pesar de que hace varios años que
abandonó la isla con un billete en el bolsillo con destino a Asturias,
la tierra de su padre. Sin embargo, hoy sigue sin poder opinar sin
ataduras de la que considera su patria. Buena parte de su familia sigue
viviendo bajo el régimen y teme represalias. «Se acaban enterando de
todo», confiesa mientras vuelve a justificar su mutismo. Su testimonio
no es una excepción. Son muchos los cubanos afincados en el Principado
que han rehusado participar en este reportaje por temor a venganzas. No
es el caso de los procastristas. Ellos reclaman «respeto» para su país,
al tiempo que lamentan la «tergiversación» que se hace de cualquier
hecho que ocurre en la isla.

La fractura de Cuba. El Comercio (7 March 2010)
http://www.elcomerciodigital.com/v/20100307/politica/fractura-cuba-20100307.html

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