2010-03-06.
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- No cabe duda que la creciente
interdependencia entre las economías de Cuba y Venezuela está creando
una cierta preocupación en América Latina.
Se piensa, por parte de unos, que los cubanos han tomado el control de
la economía venezolana, integrándose no sólo en el ámbito de los
sectores educativo y sanitario, sino también de producción de energía o
ingeniería civil; en tanto que otros, consideran que la excesiva
dependencia del petróleo de Venezuela sumerge a Cuba en una nueva etapa
de subvención soviética que, a largo plazo, ha sido la causa de su
inadecuada adaptación a la economía mundial.
Ambas partes tienen razón, como sucede en estos casos, pero no hay
motivo alguno de preocupación, en mi modesta opinión.
Los cubanos tratan de apoyar al régimen de Chávez porque éste, para
garantizarse un apoyo electoral cada vez más precario, decidió erigir a
Fidel Castro como el padre de su "revolución bolivariana" 50 años
después y sin el apoyo táctico o militar de la URSS.
La experiencia del ALBA, en torno al dominio del petróleo venezolano y
el argumentario político de La Habana, no ha conseguido integrar a más
países, mientras que algunos de los miembros de esta asociación, ya se
están planteando una salida airosa a la vista de que, decisiones como la
moneda común, el sucre, han sido poco meditadas y obedecen más a
compromisos políticos que a estudios técnicos factibles y viables.
Un ejemplo. La cooperación que ofrece el régimen cubano, como bandera de
su liderazgo regional, no es tal. Conviene recordar al régimen castrista
que intercambiar médicos o maestros por petróleo u otros bienes que se
hace difícil adquirir en los mercados mundiales por carecer de las
divisas necesarias, es una modalidad de comercio exterior bilateral,
denominada "trueque" que rige desde tiempos memoriales y que fue
ampliamente utilizada en época de la guerra fría por los países del
CAME, apoyados desde la URSS.
No hay nada de cooperación en que médicos cubanos desembarquen en
Venezuela o Bolivia, si detrás de esa operación hay petróleo o arroz, a
cambio.
Lo único que se produce, en términos macroeconómicos, es un flujo de
intercambio de valor, de los médicos y maestros en términos de sueldos y
salarios, y del precio de las commodities intercambiadas. Pero, como ya
sabemos, la demagogia y la propaganda castrista admite tantas
variedades, que lo blanco puede llegar a ser negro, y viceversa.
La experiencia confirma que el comercio bilateral es fuente de pérdida a
largo plazo, y que sólo el comercio libre y multilateral, especializado
y competitivo, garantiza a los países obtener los máximos beneficios de
su posición en la división internacional del trabajo.
Desmitificado el valor de operaciones como la "milagro", las
intervenciones quirúrgicas de la vista, o las campañas de alfabetización
"Yo sí puedo", cuyo coste posiblemente sería mucho más competitivo si se
comprase en los mercados mundiales, el petróleo y los alimentos que
recibe Cuba a cambio, impiden a los países productores obtener divisas
en los mercados mundiales con las cuáles mejorar sus oportunidades de
inversión.
Sí, es posible que esta segunda alternativa, vender libremente los
productos en los mercados mundiales, se denomine "neoliberalismo" de
forma despectiva por los castristas, pero es la única receta que
permitirá a estas naciones superar su atraso, desarrollar de forma
continua sus estructuras productivas y mejorar la calidad de vida y
bienestar de sus habitantes.
En ese sentido, ya he tenido ocasión de exponer en anteriores
colaboraciones, que la integración en el ALBA es una solución miope,
parcial y asimétrica para los problemas económicos de los países que lo
integran, y que tarde o temprano, Ecuador o Bolivia, percibirán que es
mucho mejor para sus expectativas de crecimiento, operar en los mercados
mundiales que en esa operación de imagen larvada por Chávez y Castro
cuyo único objetivo es oponerse a Estados Unidos en la región.
Ni Cuba ni Venezuela son garantía suficiente para consolidar una
operación económica de integración en América Latina, ni sus estructuras
económicas y sociales convergen en una tendencia común, si se atiende a
los datos disponibles.
Cuba, con una renta per cápita de las más bajas de la región, sueldos y
salarios muy bajos en términos reales, limitaciones y racionamiento,
carece de una posición adecuada en la economía mundial, su estructura
productiva es poco competitiva y el peso absorbente del Estado en la
actividad económica y la ausencia de propiedad privada limitan sus
capacidades potenciales.
Venezuela, en cambio, dispone de recursos para alcanzar en poco tiempo
niveles de desarrollo muy elevados, pero su sistema político no es el
más adecuado para ello. Los electores tienen la última oportunidad,
afortunadamente. Tiempo habrá para comprobar que el chavismo pasa a la
historia como un populismo más.
Mientras tanto, los demagogos del castrismo siguen vendiendo como un
éxito su cooperación con Venezuela en aquellos foros en los que aún
existe alguna credibilidad hacia la revolución.
DESMITIFIQUEMOS LA COOPERACIÓN ENTRE VENEZUELA Y CUBA - Misceláneas de
Cuba (7 March 2010)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=26109
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