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Thursday, February 07, 2008

Prisionera de guerra

7 de febrero de 2008

Prisionera de guerra

Tania Díaz Castro


LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Yo era un animal dañino
para el régimen castrista. En julio de 1988 había aceptado ser
secretaria general de un partido pacífico cuyo objetivo era luchar por
el cumplimiento de los derechos humanos en Cuba, y encima de eso,
comenzamos a recoger firmas entre los ciudadanos, con vistas a solicitar
en noviembre de ese año unas elecciones libres y directas, sin delegados
ni diputados como intermediarios, para saber así, de una vez y por
todas, si los cubanos preferían el socialismo, algo que nunca se ha
logrado a lo largo de casi medio siglo.

Y como yo era un animal peligroso, me tendieron un cepo para atraparme,
para herirme, para trasladarme rápidamente de mi hogar a una celda, y
encerrarme entre asesinas.

Desde sus inicios, el régimen castrista ha desarrollado una gran
variedad de trampas para tener bajo control a los opositores, por muy
pacíficos que estos hayan sido. Tantas se han puesto en práctica... Pero
contaré brevemente la trampa donde yo caí, y no solamente yo, sino
también mi joven hijo y su esposa, algo que seguramente no habían
pensado de antemano quienes llevaron a cabo aquel proyecto maquiavélico.

Imagino quién ideó la celada. No es necesario decir su nombre. Para
comenzar, recibí un telegrama anunciándome la fecha y hora de mi visita
a la Prisión del Combinado del Este, donde mi novio cumplía una condena
de 45 años por haber venido a Cuba a pelear de frente contra el comunismo.

En la puerta de la Prisión se encontraba un Mayor del Ministerio del
Interior, algo que nunca ocurría. Al verme, me comunicó que había
órdenes expresas de no permitirme entrar a la visita de los presos
plantados históricos, donde se encontraba mi novio.

Por supuesto, los encargados de analizar mi perfil psicológico sabían
cuál sería mi reacción: protestar, insistir, demostrar mi desacuerdo con
la medida. Dos días antes la prensa internacional había divulgado que el
Partido Pro Derechos de Cuba solicitaba un plebiscito en la isla.

-¿Fue Fidel Castro quien dio la orden de que no puedo entrar a mi visita?

El rostro del mayor cambió de color. Se veía frenético. Fue entonces que
me tomó violentamente por un brazo, exclamando: Largo de aquí. Mi hijo,
de 25 años, agarró al mayor por los botones de su uniforme y le dio una
trompada, para que me soltara.

En segundos, un grupo de mujeres y hombres salido de no se sabe dónde
nos cayó a golpes, vociferando insultos y malas palabras. Recibí varios
golpes en la cabeza. A mi hijo le despedazaron su camisa y el mayor,
junto a otros militares, se apartaron para disfrutar del espectáculo.

Al cabo de unas horas mi hijo, mi nuera y yo estábamos ante un tribunal,
seguramente improvisado y compuesto por tres nerviosos y sorprendidos
hombres, en la ciudad de Guanabacoa, municipio cercano a la capital,
donde fuimos condenados a un año de prisión, bajo el supuesto delito de
Escándalo Público.

Hoy, al cabo de casi veinte años, además de resultarme imposible olvidar
aquél cepo donde fui capturada como un animal peligroso el 6 de
noviembre de 1988, me pregunto quién ganó en toda esa historia, si el
autor de la trampa, aún al frente de su gobierno, o yo, convertida en
periodista independiente, pese a continuar siendo una prisionera de guerra.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/feb08/07a8.html

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