Periodismo de rebote
Lo que ocurre en Cuba se conoce entre líneas por las diatribas oficiales
contra la prensa extranjera.
Eva González, La Habana
jueves 14 de febrero de 2008 6:00:00
En los últimos meses se ha incrementado una variante curiosa dentro del
monopolio de la prensa en la Isla: "el periodismo de rebote".
Se trata de artículos que, por supuesto, tienen su nicho natural en la
prensa oficial. Con alardes aperturistas y cosmopolitas, se muestran a
la vez "críticos" con los problemas de la sociedad y apologistas de la
máxima dirección del país. Un destino que requiere, simultáneamente, una
buena dosis de cinismo y una vocación enfermiza por el disimulo.
Para estos fines, los "cruzados de la revolución" se sirven casi siempre
de los reportes noticiosos —sin publicarlos textualmente— que las
agencias internacionales de prensa acreditadas en la Isla publican en el
mundo.
Un buen ejemplo para ilustrar este fenómeno es el largo artículo
publicado en Juventud Rebelde y reproducido en Granma, con el título "El
fantasma de la tontería informa sobre Cuba". Su autor, un desconocido
Pablo Valiente, se explaya contra los mencionados reportes de la prensa
extranjera que, según él, difunden "tergiversaciones malintencionadas"
sobre la Isla.
Llevado por una apasionada defensa del régimen, el articulista filtra
algunos comentarios que permiten al ciudadano de a pie hacerse una idea
más o menos aproximada de lo que se dice y acontece en su país. De ahí
que es un "periodismo de rebote": conocemos lo que está ocurriendo en el
país por los ocasionales comentarios de la prensa nacional sobre la
prensa extranjera, habida cuenta de que estos últimos reportes no se
hacen públicos.
De igual manera, conocemos la imagen que tienen los periodistas
oficiales sobre los ciudadanos de la Isla: "Se ha tergiversado tanto la
realidad de Cuba que cualquier variación de nuestro patrón de conducta
pública mueve a analistas, periodistas y agoreros…". Se admite así que
la sociedad responde a "un patrón de conducta", y a la vez, que dicho
patrón está variando, aunque sin más explicaciones.
'Burlón, aunque nunca suicida'
El autor no encuentra otra alternativa que admitir la existencia de un
debate interno (a fin de cuentas no se puede tapar el sol con un dedo),
pero no menciona en qué consiste el debate, sobre qué temas gira y
cuáles son sus resultados. No se menciona la polémica de los
intelectuales, ni los críticos análisis que se han desatado, con su
punto más candente en las reuniones de los empleados cubanos de las
empresas de capital extranjero y en el encuentro entre Ricardo Alarcón y
los estudiantes de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).
Ni siquiera se hace una leve referencia al "debate" posterior al
discurso de Raúl Castro el pasado 26 de julio, que tuvo lugar en
cuadras, barrios y centros de trabajo, y del cual no se ha escrito hasta
hoy una palabra en los medios oficiales.
Pablo Valiente se pregunta: "¿Es que en Cuba no ha existido nunca el
debate?", y para responderse afirmativamente alude a una supuesta
"proyección psicosocial del cubano", que, según él, es "harto
discutidor, inconforme perenne, crítico burlón y humorista mordaz,
aunque nunca suicida" (el subrayado es mío).
En este enunciado está la esencia: en Cuba se discute —y mucho—, pero
sólo de pelota. La mayor muestra de inconformidad de los ciudadanos se
traduce en el éxodo constante. Lo que Valiente llama "burla", muchas
veces no pasa de ser guasonería barata, en tanto los humoristas más
mordaces no pueden publicar en los medios y son censurados
constantemente en la televisión. Pero eso seguramente lo sabe el
articulista, que no por gusto añade lo de "nunca suicida".
Queda implícito que se permite jugar con la cadena, pero nunca con el
mono (últimamente rebautizado como macaco mayor).
Con seguridad, por eso este periodista se apresura a ensalzar a la
revolución y a sus dirigentes, no vayan a creer estos que sus duras
críticas "al Estado paternalista", que al parecer hizo de nosotros unos
inútiles e irresponsables crónicos, así como a otros errores del
proceso, impliquen una intención de responsabilizar al gobierno.
Por eso difumina las culpas y las reparte generosamente entre todos los
ciudadanos: "Todos somos testigos de cómo, en el funcionamiento de las
estructuras políticas y económicas, más allá de su marco regulatorio y
normativo, son los seres humanos quienes con sus conductas, actitudes e
intereses determinamos el rumbo de los acontecimientos y de las
organizaciones". ¿No es brillante?
Todos culpables
Como es práctica en los medios oficiales, se menciona que hay toda una
"alharaca mediática" en torno a Cuba; pero, ¿cómo no serán
significativos los hechos, si ese mismo "Estado paternalista", que
detenta el monopolio de la prensa y, por tanto, convierte a Pablo
Valiente y a prácticamente todos los periodistas oficiales en
mercenarios al servicio del poder, se siente en la obligación de
mencionarlos aunque sólo sea para confundir a la opinión pública nacional?
Ahora, al cabo de 50 años de aguante, Valiente propone que "hagamos
carne en vez de proclamarlo en vallas, el concepto de Revolución que
definió Fidel en el año 2000". Gracias, periodista, pero los que ya
peinan canas están tan hartos de las proclamas como de las siempre
ambiguas definiciones de Castro.
Por último, y también de rebote, Pablo Valiente confirma algo que hemos
sostenido desde la opinión alternativa: desde hace medio siglo, todo lo
que se mueve en la cúpula de gobierno es conspiración. Todo se cuece a
espaldas de los ciudadanos, todo se oculta, desde la política exterior
hasta la propia vida nacional. Esto explica que aquí se hace público el
hecho de que en alguna escuela de Estados Unidos un estudiante asesine a
sus compañeritos, mientras se oculta que en una escuela cubana un
maestro emergente asesine a un estudiante.
Ahora este periodista revela que lo que está ocurriendo dentro de la
revolución —"la bola de nieve"—, "la haremos visible en el momento
oportuno, de la forma adecuada y en el lugar preciso" (la frase creo
haberla escuchado antes), ya que no debemos olvidar que "quienes la
echaron a rodar son conspiradores natos". Desde la propia oficialidad ha
surgido un nuevo sinónimo, sin dudas más adecuado, para el vocablo
revolución: "conspiración".
Esto ya era conocido, pero Valiente debe tener cuidado con lo que dice,
pues conspirar constituye una figura delictiva en las leyes de la Isla.
¿Acaso el desconocido periodista está acusando al gobierno del mismo
delito por el cual han muerto o guardado prisión miles de cubanos en los
últimos 50 años?
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/periodismo-de-rebote/(gnews)/1202965200
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