Adelantos y atrasos
Cuando hasta el último país de Occidente se sacudió de encima el
socialismo real, en Cuba estamos todavía rezando por su fin.
Rafael Alcides, La Habana
viernes 15 de febrero de 2008 6:00:00
Se ha repetido que el siglo XX llegó a Cuba cuando ya en Europa el
viento y la nieve, al derretirse, habían dispersado las últimas cenizas
dejadas por la Primera Guerra Mundial, "la Conflagración", como la
llamaban los periódicos. Tan tardía llegada ha sido fijada en 1923,
cuando de repente una nueva generación, al principio representada por 13
jóvenes audaces, empujó de golpe la puerta de la escena política.
Poco después, la vanguardia ganó terreno en todos los sectores de la
vida nacional. Surgió el primer partido comunista cubano, los gremios
obreros se fortalecieron, la pintura de academia comenzó a replegarse, y
una nueva música y una poderosa literatura hicieron acto de presencia.
Cuba estaba lista para una renovación cívica que frustraría el naufragio
desde el poder (suicidio más bien) de la histórica revolución del
treinta. De ella, con todo, nos quedaron importantes instituciones de
nueva creación y una Carta Magna considerada entonces la más adelantada
de su tiempo. Cuando llegó el año 59, éramos, después de Estados Unidos,
primeros en el desarrollo de la radio y la televisión, en otras cosas.
Es bueno señalarlo, por lo que esto de esperanza tiene. Superada la
causa de sus retrasos, los cubanos suelen ponerse al día en un dos por
tres. Incluso después de 1959 fuimos los primeros en América en
declararnos "territorio libre de analfabetismo". Y somos hoy, en el
planeta, de los primeros en la más alta tasa de nacidos vivos y de los
primeros, también, en graduados universitarios por habitante.
Sin embargo, en algo tan nimio como la moda, digamos, las cosas,
imitando al siglo XX, nos han seguido llegando tarde. Pasó, así
recordando al vuelo, con los pantalones de corte campana. Dejaron de ser
considerados una perversión ideológica cuando ya en el mundo eran
arqueología. Lo mismo sucedió con el blue jean: "pitusa" aquí, donde es
de hecho la prenda nacional. Años tardó este sospechoso pantalón en
perder la connotación de símbolo del decadente imperialismo que le
vieran quienes ha terminado enganchándoselo también cuando los domingos
por la tarde se quitan los uniformes y salen a pasear con sus nietos.
Cuando la melena y la barba, que estos mismos censores del pantalón
pusieran de moda al bajar de la Sierra Maestra, vinieron por fin a ser
aceptadas en el ciudadano común, ya en casi todo el mundo los jóvenes,
por renovación estética o por las implicaciones ideológicas que esos
signos del pasado tenían, empezaban a deshacerse de ellos y, a poco, a
pelarse al cero.
Detalles pocos pintorescos
No todos los detalles de la conocida costumbre cubana de quedarnos atrás
son tan pintorescos.
Cuando el mundo iba por otros derroteros, en Cuba eran creadas las UMAP
(Unidades Militares de Ayuda a la Producción), para reeducar mediante el
encarcelamiento y el trabajo duro a los homosexuales. Se le impedía
acceder a la universidad o se le perseguía allí, en las escuelas e
institutos no se les dejaba enseñar y se les desalojaba del teatro,
fueran actores o directores de mucho nombre.
Fue una fobia bajada de la Sierra Maestra, igual que la de la religión,
enfermedades que el viejo partido comunista no conoció, tanto que tenía
homosexuales de renombre en sus filas y hasta en su buró político.
Recuperándose de ese retroceso introducido entonces, ahora cuando (según
la última profecía de Nostradamus que fuera descifrada) el movimiento
gay está por constituirse en partido político para, en alianza con los
ecologistas, tomar el poder en el mundo y poner fin a las guerras, La
Habana ha venido, si no a firmar la paz con el homosexual, a aceptar que
el mismo tiene derecho a existir, aun no siendo escritor o artista de
renombre.
En cuanto a materia de comunicación, es poco lo que se diga. Por alguna
razón, sanitaria tal vez, o ética quizá, esos modernos inventos que
llaman teléfonos celulares, internet, antenas para ver televisión por
satélite y demás perversiones electrónicas, tan cotidianas, tan
domésticas ya en casi todo el mundo, en Cuba, como en la Corea del hijo
de Kim Il Sun, no tienen presencia. Existen, pero para los extranjeros
aposentados aquí, bien como diplomáticos o como empresarios, y para los
dirigentes de nivel, por estar exorcizados. Es decir, no existen.
Sin embargo, no sólo le llegó tarde a Cuba el siglo XX. También le llegó
tarde la independencia de España. Le llegó cuando ya la victoria sobre
las armas españolas en la Hispanoamérica de tierra firme era apenas el
recuerdo lejano de unos abuelos desaparecidos y unas cuantas fechas.
Esto, a pesar de que en asuntos tecnológicos, como el del ferrocarril,
aquí nos habíamos adelantado a Madrid. Porque siempre ha sido así en
nuestro caso, adelantos y atrasos. Una especie de yin y yan.
Ahora mismo, cuando hasta el último país de Occidente se sacudió de
encima el socialismo real, así con el entusiasmo del buey que lanza bien
lejos yugo y frontil en un impetuoso alzar la testuz, en Cuba, en
cambio, quien no está rezando todavía, pidiéndole a los Reyes Magos
incluso, ha perdido la esperanza y se ha acostumbrado, o seguirá
esperando de año en año por el famoso "año que viene" —según pudiera
parecer. Es así.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/adelantos-y-atrasos/(gnews)/1203051600
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