Lunes, 7 de Mayo de 2007
Por Óscar Espinosa Chepe, economista y periodista cubano (EL PAÍS,
07/05/07):
Con la pérdida de las subvenciones soviéticas y de países de Europa
del Este, a fines de los años ochenta, al Gobierno cubano no le quedó
más remedio que aceptar el turismo como una de sus principales fuentes
de divisas. Hasta esa fecha había vetado el desarrollo de esta
lucrativa actividad, a pesar de las notables condiciones de Cuba para
desarrollar la llamada industria sin humo.
Las consideraciones para rechazar el turismo se basaban en el miedo a
la "contaminación ideológica" que vendría con los visitantes
procedentes de países democráticos. Hay que recordar que en la
mentalidad de los líderes totalitarios cubanos el ideal de sociedad
sería una Cuba absolutamente aislada, libre de cualquier contaminación
y ejemplos que pudieran poner en peligro el poder absoluto. No por
gusto su fobia a Internet, la telefonía celular, el DVD, las
viodecaseteras, y sus razias para perseguir a quienes subrepticiamente
ven y escuchan la televisión extranjera.
En el caso del turismo internacional, aunque tomaron la amarga
medicina de permitirlo a regañadientes, siempre tuvieron en la mira
dar marcha atrás, y si no acabar totalmente con la actividad por lo
menos detener su desarrollo o reducirla a un porcentaje que les
permitiera manejar a los visitantes con más facilidad mediante
paquetes turísticos llevados a lugares con poco contacto con los
cubanos en cayos o regiones como Varadero, donde los nacionales sólo
están presentes como sirvientes. Una versión caribeña de apartheid.
Lo anterior pudiera explicar ahora la considerable baja en las
personas que visitan la isla y la poca propaganda que se ve
nacionalmente sobre la actividad que durante unos años fue llamada la
locomotora de la economía cubana. Así, las cifras muestran una
considerable reducción en los últimos tiempos. En 2006 hubo una
contracción de las llegadas de un 3,6%, tendencia que se mantuvo en
enero y febrero de 2007 con caídas del 7,0% y el 13,0%,
respectivamente; son meses decisivos en la temporada alta del turismo
en Cuba.
Para explicar esa situación los operadores internacionales señalan
falta de inversión en publicidad e infraestructura. A ello pudiera
agregarse una absurda revalorización del peso convertible en
aproximadamente un 20% en relación con el dólar estadounidense,
teniendo en consideración el gravamen del 10% y el margen de compra y
venta impuesto por el Banco Central de Cuba contra esa moneda, así
como la afectación a otras monedas en 8,0%, entre ellas el euro. Todo
ello hecho de forma arbitraria y sin tener en cuenta reales
consideraciones económicas, como el encarecimiento de la oferta
turística.
Estos factores no son los únicos. Habría que agregar la
recentralización acaecida en la economía cubana en los últimos años,
con vista a reforzar el papel del Estado, lo cual ha redundado en
falta de agilidad en la toma de decisiones de las empresas y, en
consecuencia, en el incremento de la ineficiencia al no disponer las
entidades, entre otros elementos, de recursos propios en moneda
convertible.
Ciertamente todas estas medidas no han sido dirigidas solamente contra
el turismo. Las empresas mixtas con capital extranjero han sido
reducidas drásticamente. A fines del 2006 sólo quedaban 236 frente a
las 313 que había en 2004, de acuerdo con informaciones oficiales. En
el mismo sentido se ha actuado contra el trabajo por cuenta propia; se
cancelaron muchos de los oficios permitidos, no dándose nuevos
permisos para varios de los autorizados o a través de prohibiciones y
nuevas imposiciones a las personas con licencias; todo lo cual ha
redundado en la disminución de los cuentapropistas, incluidas personas
arrendadoras de apartamentos y habitaciones a extranjeros.
Toda esta política es consecuencia de que, habiendo aparecido una
nueva Unión Soviética por las subvenciones de Venezuela, el
totalitarismo se siente más seguro económicamente y quiere aprovechar
esta coyuntura para cerrar los pequeños espacios abiertos en los años
90, incluido el para ellos peligroso turismo internacional; estrategia
dirigida a asumir nuevamente el control político absoluto sobre la
sociedad.
En estas circunstancias, resultan contraproducentes e incomprensibles
los mecanismos establecidos por las autoridades norteamericanas
encaminados a aislar la sociedad cubana de contactos con sus
ciudadanos, e incluso con cubano-americanos. En los hechos, se
coincide con la política siempre propiciada por el Gobierno cubano de
mantener a las personas dentro de la isla aisladas de cualquier
contacto con el exterior. Lo único sensato que pudiera ayudar al
pueblo cubano es lo realizado en Europa del Este y luego en China y
Vietnam, donde se propiciaron y se siguen propiciando, con indudable
éxito, los vínculos entre los pueblos.
Es de esperar que con la nueva correlación de fuerzas en el Congreso y
el Senado de Estados Unidos haya más comprensión sobre este asunto, y
se haga un radical cambio de la política hacia Cuba, en especial
porque las relaciones cubano- estadounidenses son vitales para la
transición democrática en el país. Un clima de tensión y recelo en el
Estrecho de la Florida siempre ha sido muy útil a los intereses del
sector más inmovilista del Gobierno cubano.
Por ello, son de esencial importancia para los cubanos las propuestas
hechas en los últimos tiempos por los congresistas Jeff Flake, Bill
Delahunt, la señora Emerson y Charles Rangel, entre otros relevantes
legisladores norteamericanos; todas realizadas con gran sentido común
y que, de aprobarse, beneficiarían notablemente los esfuerzos por una
Cuba democrática y reconciliada, donde sean respetados los derechos
humanos.
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