Política
¿Y ahora qué?
A pie de calle no se observa voluntad para cambiar las reglas del juego.
Luis Alberto Alba, Ciudad de La Habana
martes 5 de diciembre de 2006 6:00:00
Mariana es ama de casa. Se levantó temprano el pasado sábado para
dejarlo todo listo y poder ver si en el desfile militar por fin iba a
estar Fidel. "Ya me tenían loca los comentarios sobre si aparecía o no
aparecía, si está mal de verdad o es mentira lo de la recuperación",
alega. "Pero ya veo que nos han estado engañando una vez más, pues si no
participó es porque está realmente delicado", dice.
Su estado, entre la incertidumbre y el desengaño, refleja el sentir de
muchos cubanos que también se tiraron rápido de la cama para comprobar
la ausencia de Fidel Castro a la última de las actividades programadas
para celebrar su 80 cumpleaños.
"Para mí fue una sorpresa que no apareciera en el evento de la Fundación
Guayasamín, aunque podía entenderlo, pero que no pudiera asistir al
desfile después que lo estuvieron anunciando desde el 31 de julio es muy
significativo", dice Julio César, jubilado del sector de la cultura.
No es exagerado decir esta vez que todos en la Isla y un poco más allá
estuvieron pendientes de ese desfile. No existía una razón mayor que la
de comprobar si iba a estar el homenajeado, sobre todo después del
desplante a los invitados al Coloquio Internacional Memoria y futuro:
Cuba y Fidel, pomposamente convocado desde agosto por la mencionada ONG
ecuatoriana.
Vamos, que si su recuperación marchara según lo previsto, al menos podía
haber recibido a algunos, filmar unos minutos en diálogo amistoso y
enviar en persona uno de esos retóricos mensajes, tan reiterados en los
últimos meses, por el estilo de "ya ven, estoy perfectamente bien y el
país marcha perfectamente bien".
Lo que Mariana, Julio César y muchos cientos de miles más sienten aquí
dentro es que están de pronto como colgados de una brocha porque alguien
se llevó la escalera. Para dar gracias a un dictador enfermo, se preparó
el más costoso andamiaje celebratorio que recuerde este país en más de
dos siglos de historia moderna. ¿Y ahora qué, caballeros? ¿Van a hablar
claro por fin?
En la mesa de negociaciones
Un desfile en una ciudad como La Habana ya no debería llamar la
atención. Es como una tarea laboral más. Hubo un momento, ya nadie se
acuerda si cuando Elián o cuando el Mariel, en que parecían competir a
ver cuál movilizaba más personas. La diferencia esencial radica en que
desde 1986 no mostraban esas "terroríficas" máquinas de guerra y que
todos aquellos fueron presididos por un siempre vital Fidel Castro, a
cuyo cargo estaban las palabras finales.
Esta vez le tocó a su hermano Raúl. "Presidente en funciones" le llama
la prensa extranjera. General de Ejército y su retahíla de cargos le
siguen llamando los medios de la Isla. Pasó revista a las tropas
reunidas para la más fastuosa pasarela que se recuerde y luego su
discurso fue decepcionante. Insistió en dar luenga continuidad a la
verborrea antinorteamericana de su hermano mayor, al igual que la
palabrería militarista de "disposición combativa" y "guerra de todo el
pueblo", y no dejó nada para la situación interna, ni siquiera una frase
de aliento.
A pesar de que no habló de sucesiones ni relevos, también debe
reconocerse que si mencionó a Fidel fue para decir solamente ¡viva! Y
punto. Por un solo aspecto, a más de uno pudo resultarle interesantes
sus palabras.
En un momento de su intervención, Raúl repitió que estaba dispuesto a
sentarse en la mesa de negociaciones con los norteamericanos. Aquí salta
más de una suspicacia. Es cierto que no es la primera vez que menciona
esa posibilidad, pero recalcarla ahora, en esta precisa coyuntura, ¿a
dónde conduce, qué mensaje nos manda a los cubanos de dentro y de fuera?
Lo primero que uno se pregunta es si está Fidel Castro detrás de este
intencionado anuncio. No hay manera de saberlo y adentrarnos en eso
sería especular. Y de especulaciones estamos ya hartos desde el 31 de
julio. Pero si fuera afirmativa la respuesta, estaríamos ante la
insólita posibilidad de un dictador que teme por la solidez de su papel
en su escenario predilecto —la lucha contra Estados Unidos, ese tópico
incombustible—, que ha debido abandonar de modo intempestivo, y por el
futuro más inmediato de su criatura, ese monstruo sediento y megalómano
llamado "revolución". Lo curioso es que tal ademán abre un compás de
espera que apunta a concesiones.
¿Qué está dispuesto a negociar Raúl Castro? No es de dudar que lo
económico sea la prioridad de la parte cubana, no así para los
norteamericanos. A estos les interesa desde luego la seguridad, impedir
la avalancha de inmigrantes, cortar el narcotráfico que pueda pulular
por la zona y contribuir con capital a algún tipo de proyecto de
reanimación de la economía a corto plazo. Pero para los norteamericanos
es esencial el tema político y es ahí donde sobrevendrán los conflictos
si no hay compromiso verdadero hacia la realización de cambios
democráticos en la Isla por parte del menor de los de Birán, sin olvidar
la impostergable amnistía para los prisioneros de conciencia.
¿Qué exigiría Cuba en esa negociación? ¿El fin del embargo? Luego podría
venir un cóctel que engloba el fin de la ayuda a la oposición y la
devolución de la Base Naval de Guantánamo, aunque esto último no se ve
tan prioritario ya para Cuba, como hace quince años. De este modo, el
horizonte se afianzaría para una más que posible instauración de una
economía semiabierta, por la que Raúl sentiría especial apego.
Sin voluntad de cambio
Ahora el teatro queda listo para una súbita aparición del convaleciente
Comandante pidiendo que nadie se alarme, que él sólo está cumpliendo la
determinación de sus médicos como el paciente más disciplinado. Quizás
diga que volverá a la carga o tal vez opte por otros descoordinados
movimientos de hombros. Eso, si se desea continuar el mismo retozo de
distracción que ya nos tiene a todos hartos.
Como quiera que sea, a los que han podido enterarse por la radio,
internet o por simple boca a boca, dejará de resultarles extraño el
anuncio de su sobrina, la sexóloga Mariela Castro, de que los familiares
ya le piden a Fidel que se dedique a cuidarse y deje las cosas de las
política en manos de Raúl. En su precariedad física, pero sobre todo en
esta sintomática petición de sus cercanos, está la clave de su ausencia
ahora y los meses que restan.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/y-ahora-que/(gnews)/1165294800
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