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Monday, December 25, 2006

La Libertad del Mirlo

La Libertad del Mirlo
2006-12-25 lta58@wanadoo.fr
Luis Tornés Aguililla, Norte de Francia

Hace ya más de dos días que colgué la jaula del mirlo de mi hija en el
manzano del fondo del patio. Abrí la puerta de la jaula de par en par y,
teniendo como tiene la libertad a punta de ala, el mirlo no quiere
salir. Me le acerco, lo espanto, le silbo, lo insulto ¡y nada!, se queda
plantado dentro de la jaula.

Ha salido de la jaula una sola vez, ayer, revoleteó hasta la rama de
arriba y acto seguido regresó a su prisión y para colmo de indecencia,
él mismo cerró la puerta con el pico. El espectáculo me provocó tanta
molestia que por poco le echo mano a la calibre 12. Tuvieron que
atajarme. He prohibido que se le dé comida, agua u otro incentivo
material para que sea libre o perezca. Hasta Madame Guerin, la vecina,
me prestó su gato para echarle miedo. Resultado : ¡ni hostia!, el mirlo
ni se inmuta.

Quise hacer un gesto liberándolo pero todo indica de que él no tiene
ninguna intención de vivir libre porque fuera de la jaula tendría que
luchar, volar y arriesgarse la vida para encontrar el pan de cada día
cuando en casa de sus verdugos, al menos tiene las facilidades mínimas
para sobrevivir : se le paga el veterinario y vive el año entero sin el
frío de la noche. De nada habrá valido lo que sufre ese mirlo conmigo
pues hasta agua hirviendo le tiro encima cuando se pone a cantar a deshoras.

Lo admito, esto me ocurre por no haber comprendido bien lo que enseña el
francés Etienne de la Boétie en su libro "Discurso sobre la servidumbre
voluntaria".

Muerte del Mirlo Unos Días Más Tarde

Son las siete de la mañana en Francia. Esta madrugada fue de noche fría
y cerrada y ladraron los perros de la finca cercana y dos minutos
después ladró el pastor del vecino y me levanté con la calibre 12 y con
"Chucha" (mi pistola) pues uno siempre piensa en los corsarios sicarios
que el baboso decrépito podría mandar.......

Desde la casa alumbré la luz grande que tengo en el roble y mi sorpresa
fue enorme al ver que, a pesar de la luz y a pesar de que abrí la puerta
que da al patio haciendo ruido, había un zorro guindando de la jaula del
mirlo como si fuera una piltrafa y no se iba, seguía allí guindando como
un saco de yuca amarrado a un gajo pero dando tirones para zafarse.

La jaula es fuerte y de alambre muy duro y tal parece que el zorro saltó
para poder meter la cabeza dentro de la jaula para comerse al mirlo pero
no calculó bien su fuerza pues se le atoró la cabeza dentro de la jaula
y se quedó guindando a un metro del suelo con la cabeza dentro de la
jaula y la boca amenazadora y llena de plumas.

Eran las cinco y media de la mañana, el patio estaba iluminado pues le
puse luz de 500 watt y todavía en calzoncillos me acerqué con cautela a
aquel espectáculo con el fusil en ristre y "Chucha" en la mano pues no
sabía si se trataba de un zorro con rabia (aquí , como en Cuba, hay
epidemia de zorros con rabia).

La vecina, Madame Guerin, quien no se pierde una, salió francesamente
sin mucho recato de sus pechos y vino a darme consejos de que llamará a
la SPA (Sociedad de protección de animales), de que llamara a los
gendarmes y le dije: Mire Madame Guerin, no me hable mucho que estoy
nervioso y al verme armado se calló y se fue al carajo aunque yo la veía
que apartaba la cortinita de la ventana de su cocina para no perderse el
epílogo de aquel lance.

¿Qué hacer ? -como diría Vladimir Ulianov -

Papá tin cuidao que te muerrrrdé -grita una desde la casa con acento
francés-

Esperrrrá a que amanuzca -grita la otra con el mismo acento-

Y entre la vecina, el pastor ladrando y la gritería a mis espaldas me
decidí por la calibre 12 porque de la "Chucha" me quedan pocas balas.

Me le acerqué, bien pegadito, para verificar que se había comido a ese
mismo Mirlo que yo quería hacer libre y aquel cuadro más las ramas del
manzano en el suelo me dieron tanto genio que di cuatro pasos atrás y le
solté una descarga en la panza al mismo tiempo que dije ¡ vaye, pa' que
no joda !.

Guindando lo dejé. Ahí está en el patio. Por ladrón y asesino del mirlo.
A las 9 llega el veterinario a recogerlo porque quiere hacerle un
análisis de sangre a ver si tiene la rabia.

¡Se jodió el mirlo!

Perdió la batalla por cobarde.

No supo, no pudo, no creyó que vivir libre era mejor que el cautiverio.

Su muerte me duele en el alma (y en los oídos pues ahora en casa hay
llanto con énfasis y comedia ).

Decreté duelo de dos días. Suspendimos el viaje al mar previsto desde
hace meses para este domingo. Esto es todo. Se me fastidió el fin de semana.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=8266

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