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Thursday, December 21, 2006

La dolorosa realidad de una asamblea en Cuba

Posted on Thu, Dec. 21, 2006
OSCAR PEÑA
La dolorosa realidad de una asamblea en Cuba

Cuánto agradaría oír mañana en la Asamblea Nacional del Poder Popular
unas palabras de esperanza. Estaría por primera vez el pueblo cubano
presenciando una genuina asamblea donde se reconoce y expresa el
verdadero sentir de la ciudadanía. No sería la asamblea irrelevante, la
reunión anual de automáticos cubanos para cubrir formas y apariencias.
Imaginémonos lo positivo que sería para la nación cubana escuchar dentro
de unas horas al presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón,
con más o menos la siguiente oratoria:

``Queridos compatriotas, hoy seré franco con Raúl y con todos los
compañeros. Voy a confesar una verdad que todos saben: esta asamblea ha
sido insignificante en el panorama nacional. Los cubanos de la calle
siempre han sabido que ésta no es la asamblea del pueblo, sino la
asamblea de Fidel. Aunque debemos admitir que no sólo él ha sido el
responsable de la inercia nacional, nosotros también aupamos siempre su
voluntad --a veces aceptada y otras no--, pero nunca defendimos lo que
de verdad deseaba el cubano de la base, la mayoría. El sentir del pueblo
no debe ser silenciado más por nosotros, ni exterminados sus deseos. Hay
graves problemas en la sociedad cubana que aquí nunca se han tratado.
Hasta nuestros hijos y familiares se van de Cuba por nuestra mala
dirección. Pido el respaldo de todos para abordar en esta asamblea la
crucial situación del país. Espero contar de manera especial con el
apoyo del compañero Raúl. Mi primera propuesta es que se dé la misma
cantidad de sillas que ocupamos nosotros en esta asamblea a
representantes de nuestros contrarios: los disidentes y exiliados.
Estimo que entre todos debemos intercambiar y pulsar cívicamente en
estos salones y poner a votación (con voto secreto) las diferentes
propuestas que se hagan de pasos que debe dar el país. También propongo
poner punto final al envío de tropas vestidas de civil a dar golpes por
la calle a los disidentes. Y los más de 300 que tenemos presos por
discrepar hoy mismo debían regresar todos a sus hogares y después
también sentarlos aquí entre nosotros a debatir los problemas del país''.

Dolorosa realidad: mañana no se puede esperar esa iniciativa personal de
valor, honestidad, nacionalismo y buena voluntad nacional del presidente
de la Asamblea Nacional. Y no sucederá porque sea un perfecto talibán.
No lo hará porque en Cuba el miedo está abajo y arriba. Quizás suceda en
la próxima convocatoria, cuando reciban una señal de Raúl Castro, que
está convencido de la crisis del país, pero le es extremadamente difícil
y duro en estos momentos con la baja médica de su hermano alimentar y
asumir el rápido papel de principal crítico del inmovilismo nacional. A
los hermanos se respetan y se quieren, con sus virtudes y defectos.
Ahora, si pasado el tiempo prudencial se equivoca y decide ser un
sucesor intransigente y continuista del candado nacional de su hermano,
no pasa a la historia. Ese capítulo de Cuba sin libertad es completo de
su hermano.

Raúl Castro sería trascendental para Cuba y alcanzaría simpatía y apoyo
nacional si se convirtiera en un valiente facilitador de una evolución
cubana. La decisión que tomará es una incógnita. Lamentablemente para
Cuba, comenzó penosamente mal pidiendo un diálogo con los
norteamericanos y no entre cubanos. Desde 1990 está pendiente el reto
del llamado a un encuentro entre cubanos que hizo el primer grupo de
disidencia cívica (Comité Cubano pro Derechos Humanos) a ellos y no a
los norteamericanos, como hizo Raúl Castro. La respuesta del gobierno
fue ejecutar salvajes actos oficiales de repudio. El que suscribe los
sufrió, fue vejado y obligado a salir del país. Por Cuba debemos olvidar
esas injurias y volver a emplazar al gobierno a buscar entre cubanos el
mejor camino para el país. Hablemos entre cubanos de los problemas del
país y después lo hacemos con extranjeros.

Hasta el día de hoy la intransigencia de las autoridades cubanas ha
herido gravemente al país. En estos nueve meses Raúl Castro tiene una
misión histórica: hunde más a Cuba o permite salvarla entre todos los
cubanos.

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/16285031.htm

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