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Saturday, December 23, 2006

Gore Vidal en La Habana

CULTURA
Gore Vidal en La Habana
Luis Cino

LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - El octogenario escritor
norteamericano Gore Vidal llegó a La Habana el 10 de diciembre, en silla
de ruedas y con rodilla nueva (trasplantada).

Ocupado en proclamar su adhesión al gobierno cubano y anunciar "el
eclipse de la República Americana", Gore Vidal no supo que la mañana de
ese mismo día, una banda de porristas con bendición policial apaleó, en
un céntrico parque de El Vedado, a quince activistas pro democracia que
pretendían conmemorar el aniversario 58 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos.

De cualquier modo, Gore Vidal, que viajó a Cuba con ideas pre
concebidas, no se habría inmutado con la noticia. Si acaso, hubiera
buscado alguna razón que justificara el hecho. Si no la encontraba, sus
anfitriones, gustosos, se la habrían dado. Por supuesto, Gore Vidal
hubiera entendido. No faltaba más.

La historia no es nueva. La intelectualidad liberal y de izquierda
norteamericana tiene un largo historial de necedades y cegueras en sus
peregrinaciones por el mundo comunista.

Lo inició John Reed en el San Petersburgo bolchevique. Los que siguieron
sus huellas se fascinaron con la inteligencia y la sencillez de Stalin.
No se enteraron de las hambrunas, ni de las masacres de la
colectivización forzosa. Hasta aplaudieron las purgas y los procesos de
Moscú.

La China maoísta fue su siguiente sitio de peregrinaje. Ni siquiera los
viles espectáculos de la Revolución Cultural lograron disipar la
fascinación. En cerrada competencia con "Hanoi" Jane Fonda, su colega
Shirley McLaine encontró en China la armonía de un mundo idílico que
siempre soñó y se sintió tan en paz, que aprovechó para dejar de fumar.

El colmo de la ceguera zurda y la mala fe de los intelectuales
norteamericanos la constituyó, a finales de los años 70, la defensa que
hizo Noam Chomsky, otro de los asiduos en la Meca de La Habana, de los
millones de asesinatos en Camboya de Pol Pot y los Khmer Rojos. Según
Chomsky, aquello no fue un genocidio, fueron sólo "cuentos sobre las
atrocidades de los comunistas". Sólo cuentos. Para Chomsky, el verdadero
genocidio lo cometieron los Estados Unidos en Vietnam.

No importa que, por aquellos tiempos, el ejército norvietnamita usara
armas químicas de fabricación soviética contra las tribus rebeldes de
las montañas de Laos.

La escritora Mary McCarthy no tuvo modo de identificar realmente a los
responsables de la matanza de Hué. No podía aceptar que hubiera sido "la
otra parte". No tuvo otra opción que afirmar: "prefiero pensar que
fueron los norteamericanos".

Para muchos intelectuales izquierdistas norteamericanos, los Estados
Unidos son los culpables de todos los males de este mundo. En el caso de
Cuba, ellos rechazan emocionalmente las políticas de su gobierno y se
sienten descalificados para juzgar a las víctimas del bloqueo
norteamericano. Eso explica y justifica todo.

Gore Vidal visita una plaza sitiada y se siente a gusto en ella. Ningún
escenario puede resultar mejor para sus denuncias contra la
administración Bush.

Gore Vidal, en La Habana o en la villa sobre los acantilados de Amalfi
de su auto exilio italiano, no tiene por qué ser la excepción. Su moral
también es selectiva y gira a la izquierda.

El anciano escritor americano sólo conocerá el país que le muestren sus
anfitriones cubanos: la Escuela de Medicina Latinoamericana, la Casa de
las Américas y poco más. No creo le sirvan de mucho las opiniones de
Abel Prieto, Roberto Fernández Retamar y Pablo Armando Fernández. De
cualquier modo, son las voces que quiere escuchar.

Gore Vidal nunca trató de demostrar su inocencia o sus escrúpulos. Es un
apasionado de la novela histórica y la ha aprovechado para verter
vitriolo sobre la historia de su país. No ha tenido reparos en
confesarlo. Como novelista puede ser tan meticuloso (o descuidado) como
un historiador y a la vez reservarse el derecho de reordenar los
acontecimientos y atribuir motivaciones, "algo que el historiador o
biógrafo escrupuloso no debería hacer nunca".

Varias veces, Gore Vidal ha confesado que durante mucho tiempo su mayor
ambición fue ser presidente de los Estados Unidos. Tuvo que conformarse
con ser uno de los más grandes escritores vivos de las letras
americanas. No es poco.

Creo que, amén de sus opiniones políticas, salimos ganando los lectores.
Y su país y sus paisanos también.

luicino2004@yahoo.com

http://www.cubanet.org/CNews/y06/dec06/22a7.htm

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