Los tiempos de la acumulación de responsabilidades son ya historia en
Cuba. El estilo Raúl Castro pasa por el reparto de tareas, la toma de
decisiones colegiada y una apuesta clara por las nuevas generaciones de
dirigentes
César González-Calero
El Universal
Martes 26 de diciembre de 2006
LA HABANA.- Fidel Castro se ocupaba en Cuba de todo. Era comandante en
jefe, presidente del gobierno y primer secretario del Partido Comunista
de Cuba (PCC), cargos que ahora ostenta su hermano Raúl.
"De las palabras de Raúl se puede interpretar lo que ya se venía
diciendo, que su estilo es diferente al de su hermano, sólo que ahora
podemos ver que ya gobierna plenamente", sostiene un diplomático
europeo, quien pidió no ser identificado.
La larga y misteriosa enfermedad de Fidel, de quien no hay noticias
directas en los últimos dos meses, ha provocado que el gobierno de Raúl
tenga cuño de provisionalidad duradera, valga la paradoja.
Nadie en la isla piensa ya que Fidel regrese. Los tiempos de la
acumulación de responsabilidades son ya historia en Cuba. El estilo de
Raúl pasa por el reparto de tareas, la toma de decisiones colegiada y
una apuesta clara por las nuevas generaciones de dirigentes.
El miércoles pasado, en la clausura del Congreso de la Federación de
Estudiantes Universitarios (FEU), Raúl lo dijo con más rotundidad que
nunca. "Cuando alguien trata de imitar, fracasa". Se acabaron los
discursos interminables, que en Fidel obedecían, según Raúl, a una vena
pedagógica de la que él carece.
De momento han cambiado las formas, pero el fondo parece invariable.
Aunque Raúl aportó algunas pinceladas del perfil dialogante que se le
atribuye: "De la discrepancia saldrán las mejores decisiones", les dijo
a los universitarios, animándolos a que discutieran "hasta la saciedad"
y le trasladaran después sus discrepancias.
La clausura del Congreso, transmitida en directo por la televisión
estatal fue una puesta en escena mediática (de las que tanto se
aprovechó Fidel) para un presidente en funciones que en ningún momento
aludió a la interinidad de su mandato.
En círculos diplomáticos en La Habana se da por descontado que la etapa
política que vive Cuba es ya irreversible.
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