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Tuesday, October 18, 2005

Un mundo de cosas

ECONOMIA INFORMAL
Un mundo de cosas

Rafael Ferro Salas, Abdala Press

PINAR DEL RIO, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - Usted pone una gota de
agua debajo del cristal de un microscopio y ve un mundo de cosas. Algo
aparentemente simple, nos puede enseñar mucho; todo está en saber mirar
bien.

La cafetería de mi barrio es pequeña. Allí se ofertan pocas cosas, pero
es como una gota de agua: oculta mucho. Todo está en saber mirar bien, y
escuchar.

Antes de salir el sol, el viejo Tomás (74 años) llega a la cafetería. Es
puntual como un buen reloj suizo. Se sienta a esperar a los fumadores
mañaneros. Tomás les vende cigarrillos al menudeo. El viejo tiene,
además de su puntualidad, una tos que lo acompaña siempre. No fuma, pero
muchos culpan de esa tos a las madrugadas que Tomás carga desde hace un
tiempo.

El viejo trabajaba como albañil y tenía un salario que le daba más o
menos para vivir. Ahora está jubilado y su pensión es corta. Decidió
entonces hacer lo que hace, despertar bien temprano y esperar a los
fumadores mañaneros en la cafetería del barrio. Lo hace si hay calor,
frío o bajo el temporal más fuerte que pueda estar azotando la esquina.

"El único día que falto es cuando me entero de que la policía va a
'tirar' un operativo", me dice el viejo sonriendo. "Si no hago esto, me
muero de hambre. Tengo a mi hija enferma de cáncer y soy viudo. La
pensión mía de jubilado no da para más".

La mayoría de los pensionados por jubilación en Cuba se ven obligados a
buscar alternativas de supervivencia. Las pensiones son bajas y la
carestía de los productos y artículos necesarios para vivir se mantiene
en constante ascenso. Los alimentos más baratos se venden por la libreta
de racionamiento (vigente en Cuba desde el año sesenta) y son pocos.
Entonces las gentes están obligadas a comprar en los mercados de
productos liberados, que son más caros. También están como alternativas
de salvación las compras clandestinas (mercado negro). Hay toda una red
de ventas ocultas. Usted compra en el mercado subterráneo desde una
libra de queso casero, hasta una libra de carne de res (con riesgo y
todo; en Cuba está prohibida la venta y compra de carne de res). Lo que
usted necesita para obtener esto es dinero, y si su salario no le da,
entonces usted tiene que "inventar" para buscarlo.

La esquina se sigue llenando de gentes. Llega Ricardo (67 años). Fue
director de una empresa y después de ser sustituido en el puesto lo
jubilaron.

"Yo dirigía una empresa de la agricultura. No me faltaba la comida.
Después que me sustituyeron y me jubilaron, todo cambió en mi casa. Mi
pensión no me alcanza para comer. Vivo con mi esposa, que es ama de
casa", dice. "Ahora me la 'invento' para no morirme de hambre".

La "inventa" llegando de primero a la cola todas las mañanas para
comprar los periódicos que se venden en el estanquillo que hay junto a
la cafetería. Cada periódico cuesta 20 centavos. Ricardo marca dos y
tres veces en la misma cola y luego sale a venderlos. Los lleva a las
casas de los lectores que están dispuestos a pagarle por cada ejemplar
un peso. "Hay algunos que pagan hasta dos pesos, eso depende del
bolsillo", comenta.

Usted puede ver al negro Bololo. Fue del Movimiento 26 de Julio en la
lucha contra Batista. Ahora es apuntador de lotería (encubierto, por
supuesto; en Cuba también está prohibida la lotería). Con frecuencia
aparece a media mañana el vendedor de ron barato y de marca desconocida.
Igualmente puede dejarse ver el policía del barrio, que es el menos
peligroso. Es el policía que casi siempre necesita un cigarrillo de los
del viejo Tomás o un periódico de los que vende Ricardo y, como ser
humano de este mundo y cubano necesitado también, está dispuesto a
degustar (de manera gratuita) el ron desconocido que le ofrece el
vendedor ilegal.

La cafetería de mi barrio sigue ahí, como una sencilla gota de agua;
pero con su mundo de cosas por dentro. Lo que se necesita para verlo es
saber mirar bien.

http://www.cubanet.org/CNews/y05/oct05/18a9.htm

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