A propósito de las conversaciones sobre Derechos Humanos entre el 
gobierno de los Estados Unidos y el de Cuba….
Lilianne Ruíz
Para el gobierno, cuyo modelo de abasto político es el Socialismo, el 
lenguaje es el de la intolerancia, los derechos de conquista sobre el 
cuerpo social. El discurso de soberanía que invoca dicho régimen es 
incompatible con el respeto a los derechos humanos.
El cubano es un pueblo cautivo. La primera evidencia de ello es que el 
gobierno de la isla no conversa con las voces disidentes sobre derechos 
humanos. Lo hace con el gobierno norteamericano.
En los 110.860 kilómetros cuadrados de territorio insular, mal conviven 
dos proyectos o visiones de nación completamente opuestas. Las dos 
visiones de nación hablan dos lenguajes distintos. Uno, el de ellos, 
defiende su dominación; y el otro, el nuestro, el derecho a cambiar de 
manera pacífica, democrática, este estado de cosas tan injusto.
Para el gobierno, cuyo modelo de abasto político es el Socialismo, el 
lenguaje es el de la intolerancia, los derechos de conquista sobre el 
cuerpo social. El discurso de soberanía que invoca dicho régimen es 
incompatible con el respeto a los derechos humanos.
Esa propaganda gubernamental presenta la miseria material como resultado 
del embargo económico norteamericano. Pero no reconoce que es una 
aberración política de por sí el hecho de que el Estado se erija en 
administrador de nuestras necesidades humanas como si se tratara de una 
dotación de esclavos, una familia infantilizada, una masa de pobres y 
ciudadanos fallidos que no puede construir libremente su destino, porque 
no se le reconoce ese derecho por parte del Estado.
Nosotros, como sociedad civil disidente, tenemos una visión diferente de 
lo que queremos que sea nuestro país. Sin habernos puesto aun de 
acuerdo, porque somos muy diversos, queremos resolver las cuestiones que 
nos afectan a nosotros y a nuestros hijos, como la educación, la salud, 
la cultura, y el papel del Estado, a través del ejercicio de nuestros 
derechos civiles y políticos; Queremos elegir gobernantes educados que 
asuman de buen grado sus limitaciones. Deseamos una economía libre, sin 
injerencia estatal, porque la economía socialista es una condición sin 
la cual el actual gobierno no podría ejercer su tiranía sobre la sociedad.
Para que nos comprendan mejor podríamos decir que nuestro espíritu se 
asemeja más a la Declaración de Independencia norteamericana que al 
marxismo con que intentaron adoctrinarnos en la escuela. Justamente 
porque el Estado-partido-gobierno cubano se comporta con respecto a la 
sociedad como en su tiempo lo hacía una metrópoli respecto a las 
colonias. En su lógica de vencedores y vencidos, que es la lógica de una 
relación de fuerzas y nunca la lógica de la política, no nos reconocen 
nuestros derechos y en ese sentido somos una nación cautiva.
Pero no estamos realmente vencidos, porque no existe posibilidad alguna 
de que vayamos a renunciar a nuestros sueños, que han resistido toda 
clase de tempestades. Tarde o temprano los sueños encuentran el camino 
para expresarse y acabar materializándose en el mundo.
Podemos decir que el castrismo es ajeno a nosotros, sordo a nuestros 
afectos, porque ignora la dimensión espiritual de un anhelo 
liberalizador. Así que las razones que mueven los cambios políticos en 
las dictaduras totalitarias no son solamente de índole política sino, 
sobre todo, espirituales.
En el Foro de Sociedad Civil de la VII Cumbre de Panamá, soportamos los 
insultos de la presunta sociedad civil de artificio que llevó el 
gobierno castrista para que defendiera sus intereses de injerencia sobre 
el cuerpo social e intentara legitimar su dominación presentándola como 
la más alta forma de humanismo. Nunca olvidaré la oportunidad que 
estrené en dicho foro, de responder a esos ridículos ataques, con que 
intentaban descalificarnos, aunque jamás respondieron a nuestros 
argumentos, exhibiéndoles un cartel que decía "Democracia es Respeto".
Aquella sociedad civil artificial, que lanzaba alaridos contra nosotros, 
en Panamá, se compone de asociaciones registradas con permiso del 
gobierno o por sus propios empleados.
Mientras el gobierno sea de hecho el administrador de las necesidades, 
el distribuidor de los beneficios, y pueda tratar a los cubanos como a 
sujetos de beneficencia, por la imposibilidad de elegir otra 
alternativa, nuestro calvario se extenderá.
No hay que olvidar que el propósito último del Socialismo es crear un 
nuevo tipo de ser humano que haya olvidado para siempre todo lo que lo 
constituye la civilización y dé una nueva interpretación a la historia 
universal, especialmente al significado de los derechos humanos.
Del Foro en Panamá, recuerdo una oración del discurso del presidente 
Obama. Él dijo: "Las democracias fuertes no le temen a sus ciudadanos". 
Ese es el lenguaje de mi isla cautiva. No el del gobierno, que planteará 
sofismas a sus interlocutores, como ha pretendido engañarnos durante más 
de medio siglo.
Este artículo fue publicado originalmente en El blog de Jerónimo, el 13 
de octubre de 2016.
Source: A propósito de las conversaciones sobre Derechos Humanos entre 
el gobierno de los Estados Unidos y el de Cuba…. - 
http://www.martinoticias.com/a/proposito-conversaciones-cuba-estados-unidos-derehcos-humanos-/131679.html
 
 
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