Las huelgas de hambre en Cuba
Las demandas de los huelguistas deberían ser las de la comunidad 
democrática internacional
GABRIEL C. SALVIA
13 SEP 2016 - 16:28	CEST
Luego de una huelga de hambre de 53 días, el 25 de mayo de 1972 falleció 
el líder estudiantil Pedro Luis Boitel, figura emblemática del presidio 
político cubano. Boitel, un opositor a Fulgencio Batista e integrante 
del Movimiento 26 de Julio, fue uno de los tantos – como Huber Matos y 
Mario Chanes de Armas - que luchó por la democracia en Cuba y que 
terminaría largos años en la cárcel luego de que Fidel Castro 
traicionara los fines de la Revolución.
Boitel había iniciado la huelga de hambre como protesta a la 
prolongación de su estadía en la prisión, que se extendió a los doce 
años aunque la pena fue por diez, y marcaría el camino para otros 
activistas democráticos en Cuba. Así, el 23 de febrero de 2010 falleció 
en prisión el opositor Orlando Zapata Tamayo, luego de una huelga de 
hambre de 86 días; y el 19 de enero de 2012 Wilman Villar Mendoza, tras 
50 días de huelga de hambre.
"El hecho de que Orlando Zapata Tamayo, al verse ante una pena de 
prisión tan prolongada, sintiera que el único camino que le quedaba era 
matarse de hambre como protesta constituye una denuncia terrible de la 
constante represión que sufren los disidentes políticos en Cuba", 
expresó entonces un comunicado de Amnistía Internacional.
A su vez, Barack Obama señaló en su momento que "La muerte insensata de 
Villar destaca la continua represión a los cubanos y la grave situación 
que enfrentan los individuos valientes por defender los derechos 
universales de todos los cubanos".
Recientemente, el opositor Guillermo Fariñas, Premio Sajarov a los DDHH 
otorgado por el Parlamento Europeo, realizó una huelga de hambre de 54 
días en pacífica protesta para que el Gobierno cubano cese en la 
represión de los disidentes e inicie un diálogo con la oposición.
Al respecto, el último informe de la Comisión Cubana por los Derechos 
Humanos y la Reconciliación Nacional (CCDHRN) que dirige Elizardo 
Sánchez, registró en agosto pasado 517 detenciones arbitrarias, por 
motivos políticos, de pacíficos opositores cubanos. La mayoría de los 
hostigamientos fueron contra las Damas de Blanco, a quienes se les 
impide reunirse para asistir a misa y caminar en silencio por la calle, 
y también con aquellos que intentaron visitar a Fariñas para 
manifestarle su apoyo y solidaridad.
Otros casos que señala el informe de la CCDHRN son la detención de 
Harold Barboza acusado de "Propaganda Enemiga por distribuir discos y 
documentos con información sobre Derechos Humanos", lo cual demuestra lo 
cerrada y primitiva que es la dictadura cubana; y el de Leticia Ramos, 
"detenida por la policía política durante dos horas dentro de un carro 
patrullero para impedirle participar en un evento en Puerto Rico".
Lo que más llama la atención, especialmente desde el Cono Sur de América 
Latina, es que aquello que fue muy importante durante las dictaduras 
militares de los 70, como la presión de gobiernos extranjeros, no 
aplique a la interminable dictadura de la dinastía Castro. Incluso hasta 
en la dictadura militar argentina se permitió el funcionamiento legal de 
organizaciones de DDHH que recibían financiamiento externo, y las 
marchas de las Madres de Plaza de Mayo frente a la sede del gobierno 
nacional, la Casa Rosada. En Cuba, la CCDHRN solicitó registro legal al 
gobierno…¡en 1987! Y, por supuesto, todavía no lo obtuvo. Y para impedir 
el encuentro de las Damas de Blanco, la policía política las arrea 
impunemente como ganado y las valientes e indefensas mujeres ya ni 
siquiera cuentan con la presencia y el apoyo moral de diplomáticos europeos.
Por eso cuesta entender cómo negocian los países democráticos con Cuba. 
Porque resulta inexplicable que ofrezcan en el plano económico o de la 
cooperación internacional, lo que necesita el régimen de Raúl Castro 
para sobrevivir y que no logren a cambio absolutamente nada en materia 
de apertura política. Además de la preocupante incapacidad en materia de 
negociación por parte de funcionarios profesionales, es evidente la 
inexistencia de un genuino compromiso y liderazgo en la defensa de los 
DDHH, más teniendo en cuenta que Cuba no es China.
Ojalá no haya que lamentar una nueva víctima de la dictadura cubana y 
que en lugar de que una persona inocente muera reclamando por sus 
derechos, sean los gobiernos democráticos los que ayuden a salvar vidas 
haciendo suyas, de manera firme, las exigencias de apertura política a 
Raúl Castro.
* Gabriel C. Salvia es presidente del Centro para la Apertura y el 
Desarrollo de América Latina (CADAL). Twitter: @GabrielSalvia
Source: Las huelgas de hambre en Cuba | Internacional | EL PAÍS - 
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/09/13/america/1473776477_750433.html
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