El papel de la confianza interpersonal en política y economía
JOSÉ AZEL
Lo que más impresionó al pensador político francés Alexis de Tocqueville 
cuando visitó Estados Unidos en la década de 1830 fue la inclinación de 
los americanos a crear asociaciones cívicas. Para Tocqueville, esta 
disposición era central en la adhesión americana a la democracia. En 
años recientes cientistas sociales han confirmado que la democracia 
tiene más probabilidades de triunfar en sociedades cívicamente 
comprometidas, y que la calidad del gobierno está relacionada con la 
participación cívica o su ausencia.
Más específicamente, las sociedades donde las personas tienden a confiar 
en los demás tienen democracias más robustas, economías más ricas, son 
más saludables y menos susceptibles a una variedad de problemas 
sociales. La confianza interpersonal, es decir, cuánto confiamos en los 
demás, es uno de los componentes de lo que los científicos llaman 
capital social. Nuestro conocimiento del capital social es primitivo, 
pero los estudios están comenzando a identificar la importancia crítica 
del capital social, en forma de una sociedad civil activa, en la 
consolidación de la democracia en países post-comunistas.
En encuestas internacionales comparativas, la confianza interpersonal se 
calibra con preguntas como: "Generalmente hablando, ¿usted diría que se 
puede confiar en la mayoría de las personas, o que se debe ser muy 
cuidadoso tratando con las personas? Las posibles respuestas son: 1) Se 
puede confiar en la mayoría de las personas, o 2) Hay que ser muy 
cuidadoso tratando con otros.
De acuerdo con los expertos, si usted está leyendo esta columna de 
opinión usted es un individuo muy comprometido cívicamente. Entonces, 
¿cómo respondería usted?
En las encuestas internacionales los países del norte de Europa muestran 
generalmente los más altos niveles de confianza interpersonal. Estados 
Unidos también califica alto en confianza interpersonal, pero con una 
tendencia decreciente. La confianza interpersonal es baja en Medio 
Oriente, Latinoamérica y África. Nuestra comprensión actual del capital 
social apunta a tradiciones de activismo cívico independiente y 
asociación como la fuente principal de conexiones sociales que facilitan 
acciones colectivas.
En Estados Unidos los grupos eclesiásticos constituyen la forma más 
común de organización social. Otras incluyen grupos de servicios 
escolares, clubes deportivos, sociedades profesionales, sindicatos, 
grupos fraternales, sociedades literarias, agrupaciones de veteranos, 
organizaciones cívicas y de servicios, y muchas más. La medida en que 
las personas creen en los demás y son capaces de cooperar fomenta la 
confianza interpersonal requerida para la cooperación política y 
económica. En la medida que nuestra participación social y cívica 
decrece, así lo hacen nuestras expectativas privadas. La democracia y el 
progreso económico requieren interacciones civiles.
En contraste, los gobiernos absolutistas promueven una dependencia 
pasiva del Estado, y prohíben esos tipos de organizaciones a favor de 
una única voz como la del Partido Comunista. Esas políticas erosionan la 
confianza interpersonal y el capital social y pueden ayudar a explicar 
muchos problemas sociales observados en sociedades absolutistas.
Considerando las reformas económicas en un país políticamente oprimido 
como Cuba es necesario entender que el progreso depende de la forma en 
que las instituciones políticas y económicas interactúan y el papel del 
capital social en esa interacción. Políticas basadas en el mercado son 
esenciales para el progreso, pero es la clase política y sus 
instituciones quien determina las políticas económicas.
Dicho de otra manera, las políticas económicas moldean los incentivos 
económicos, pero los compromisos políticos moldean las políticas económicas.
Lo que no se comprende bien es que los problemas económicos fluyen de la 
falta de derechos políticos y que el capital social es un conductor de 
esos procesos. La ausencia de participación cívica en sociedades 
absolutistas significa que no hay retroalimentación efectiva entre 
sociedad y gobernantes. Sin la retroalimentación posibilitada por 
derechos políticos, las reforma económicas no pueden generar progreso 
económico inclusivo, e inevitablemente degeneran en poder y riqueza 
concentrados.
Lo que necesitan las sociedades oprimidas es la restauración de los 
derechos políticos para promover la confianza interpersonal y el 
compromiso cívico.
El Dr. José Azel es Investigador Senior en el Instituto de Estudios 
Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, y autor del 
libro Mañana in Cuba.
Source: El papel de la confianza interpersonal en política y economía | 
El Nuevo Herald - 
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article91960657.html
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