Un ciervo herido (II)
CUBAENCUENTRO continúa la publicación de una selección de capítulos, en 
cinco partes, de esta novela testimonio sobre las Unidades Militares de 
Ayuda a la Producción (Umap)
Félix Luis Viera, México DF | 17/07/2015 1:52 pm
A ver: ¿quién te la dio?, le había repetido un sargento advirtiendo que 
era la última vez que se lo repetía. Carajo, quién sabe desde cuándo 
estaba recibiendo cartas este cabrón, repitiendo antes de decir todos 
afuera, no nada más el testigo de Jehová sorprendido leyendo la cartica, 
sino todos los jehovases afuera, que lo manda el teniente, todos. Pero 
el testigo de Jehová sorprendido leyendo la carta siguió con cara de no 
estar en ninguna parte y no respondió. Cojones, habrase visto, diciendo 
un sargento, que este cabrón esté recibiendo cartas como si estuviera en 
su casa, cojones. ¿Verdad, cabo? preguntando a un cabo Umap parte de los 
tres que venían del comedor e irrumpieron en la barraca "¡atención! ¡de 
pie!" y sorprendieron al testigo de Jehová en el rincón leyendo su 
cartica tal si estuviera en un parque. Jehovases del carajo que no van 
al trabajo, no forman fila, no se ponen la gorra ni el monograma Umap, 
no hacen ni hostia y arriba de todo son zoquetes, y todavía comen, 
parásitos, cabrones, lacras de las lacras, ah, y quisieran visitas 
cuando haya y pases cuando haya ah, y recibir carticas de su familia 
como si cooperaran igual que los demás para el desarrollo de la 
agricultura de la patria, ¿eh? ¿es justo? ¿verdad que no es justo?, 
parásitos de Dios, ¿verdad que no es justo? ¿se sacrifican igual que los 
demás?, ¡no!, ¿entonces pueden recibir lo mismo que los demás? ¡claro 
que no!, ¿verdad? —habían dicho un y otro sargento. "¡De pie!", le 
habían ordenado los tres cabos Umap sorprendedores y el jehová 
sorprendido, sin que se la terminaran de pedir, entregó la carta, 
violador de las órdenes dijo un cabo Umap y arrearon con él adonde el 
sargento, sargento, mírelo leyendo su carta con su nombre exacto y firma 
la mujer que lo extraña dice, que ya la niña mayor está mejor, que tuvo 
paperas, cada día más resuelta por el camino de Jehová mi dios dice la 
mujer, ahí decidida a que ninguno de los tres hijos jurarán la bandera, 
la bandera cubana y socialista nuestra, sargento, en los actos 
patrióticos matutinos de la escuela, aunque se queden sin aprender ni 
una letra, ni los atributos de la patria en el uniforme escolar, 
sargento, dice la mujer, mire, lea. Todos afuera dije, dijo un sargento 
y los testigos de Jehová fueron saliendo caribajos pero sin expresión de 
miedo. A ver si cuando los fusilen por resistirse al cumplimiento del 
deber de la humanidad van al cielo carajo o se me despiertan luego en el 
paraíso cabrón que siempre están mentando, zonzos. Allí sigan en fila y 
pónganse contra la pared del excusado, bola de enemigos del desarrollo 
del pueblo. ¡Soldados de guarnición! ¡acá! Entonces ¿qué?, ¿vas a decir 
por dónde te entró la carta o quieres que te fumiguen junto con todos 
tus "hermanos"?, ¿era carta con sello, vino por correo?, di, ¿o qué 
propio te la trajo?, ¿eh?, ¿qué propio pudo meterla aquí?, di. Fusiles, 
soldados de guarnición, fusiles a ver si Dios los protege y no les 
entran las balas, ¿verdad? Diga el teniente. ¿Sí? Pues soldados Umap 
todos acá y miren. ¿Hablas o no, hijo, quién te trajo esa carta? ¿No? 
Bocones de mierda, ni contestan, jehovases zoquetes de la retranca. Los 
testigos de Jehová arrimaron la espalda a la pared y miraron al suelo, 
ninguno en posición erecta. En tierra la sombra duplicaba la altura de 
la pared y pasando la vista de chanfle se podía ver por encima de los 
excusados un fulgurar ocre que se metía en un tramo de monte allá a lo 
lejos. Lástima, dijo un sargento, que no haya pelotón de fusilamiento 
profesional, para que vieran, ¡pero a ver acá soldados de guarnición! 
¿quién los manda? Yo, dijo un sargento. Los testigos de Jehová parecían 
copias, no movían ni un dedo, ni una ceja, ni un botón de la camisa. Los 
soldados de guarnición temblaban unos más unos menos, sudaban a cara 
completa, tragaban puntillas. ¡Listos esos fusiles!, les gritó el un 
sargento y ellos rastrillaron los fusiles y un sargento dijo al 
sorprendido carta en mano ¿por fin dices o no quién te dio la carta, 
muchacho? Pero como si se dirigiera a un cadáver. El teniente miraba a 
los acusados uno por uno lenta, perforantemente. El segundo teniente 
fijaba la vista en lontananza. El un sargento dijo ¡apunten! y las manos 
temblorosas de los soldados enrumbaron los cañones hacia la pared 
sombreada donde se hallaban los testigos de Jehová tan ausentes como si 
ya estuvieran en las tumbas. Faltaría la orden de fuego y de los Umap 
unos se agarraban las tripas por fuera y otros lagrimeaban y otros se 
estrujaban las manos y otros daban taconazos en la tierra con sus botas 
amarillas amolotados en tramo tan corto y como tantos querían mirar sólo 
para apendejarse estiraban las cabezas o se subían en lo que fuera. 
Desde el instante de la última orden hasta que el teniente dijo en alta 
voz "¡dejen ya a esos cabrones!" transcurrió un Matusalén. Cuando esto 
dijo el teniente se oyó un suspiro en la conglomeración Umap y los 
testigos de Jehová quedaron en la misma posición de panteones y los 
soldados de guarnición tenían las camisas verdeoscuras chorreantes. Un 
homosexual tuvo un ataque de llanto y el sanitario se lo quitó de un 
bofetón que sonó como un arcabuzazo diciendo que así se quitaba la 
histeria diciendo otro homosexual al sanitario oye le diste como si tú 
fueras un macho. Un sargento obedeciendo señales del teniente llevó al 
testigo de Jehová destinatario de la carta hacia la cerca del fondo y 
allí, después de mandarlo a que se quitara la camisa y sonarle un 
manotazo que le volvió la cara hacia el oeste, lo puso pegado a los 
alambres mirando hacia afuera y viniendo hacia acá "ahí para que el sol 
lo refresque a ver si le quedan ganas de que le contrabandeen carticas 
ni un carajo".
Source: Un ciervo herido (II) - Artículos - Cuba - Cuba Encuentro - 
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/un-ciervo-herido-ii-323226
 
 
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