Los otros secretos del totalitarismo
SOREN TRIFF | Boston | 8 Mayo 2014 - 12:49 pm.
La verdadera colaboración es la que ofrecen libremente individuos,
empresas, organizaciones financieras y gobiernos extranjeros a las
dictaduras.
Cuando no hay división de poderes es fácil aterrorizar a la población y
obligarla a la obediencia, pero no debe confundirse la obediencia con la
colaboración. También debe recordarse que esa separación de poderes en
realidad descansa en las decisiones que toman los miembros de la parte
alta de la sociedad, la "gente común". Así que las elites son las
responsables de que al final la gente común "baje la cabeza y aplauda".
La razón por la que las personas sienten miedo no es simplemente porque
el Estado y sus agentes los amenazan, sino por la percepción de
indefensión contra las amenazas. Por eso las instituciones son importantes.
La percepción de peligro inminente es un razonamiento que incluye la
amenaza, pero también la probabilidad de supervivir la amenaza. Por
ejemplo, este es el cálculo que hace la víctima ante el violador o el
asaltante, o el esclavo ante el amo. En Cuba, esa relación de mando y
obediencia se diseminaba por toda la sociedad esclavista y se continúa
pasado a los hijos "para que no se metan en problemas".
¿Cómo funciona esa relación? La víctima, el esclavo, sometida a
condiciones extremas y sin protección alguna, se convence de que solo
puede salvar la vida si obedece al asaltante, o al amo. Una de las
consecuencias culturales es que los cubanos prefieren asociarse con
personas de nivel social más alto en condiciones de desigualdad antes
que sostener una relación de igualdad con personas de su nivel social
para exigir sus derechos.
Por eso es injusto calificar de colaborador a la víctima de un asalto,
como es injusto culpar al esclavo por su obediencia. La palabra
"colaborador" está demasiado cargada de contenido moral, jurídico y
político para usarla a la ligera. Se usó para calificar a quienes
libremente, por ideología u oportunismo, ayudaban a ejércitos
extranjeros. No se puede juzgar moralmente a nadie como colaborador
cuando "baja la cabeza y aplaude" bajo el terror, sin libertad ni
protección social, aunque sí se le podría juzgar política y jurídicamente.
Otro secreto del terror totalitario es hacerle creer al torturador que
no es también una víctima. Cuando un individuo está frente a la opción
de torturar, ser torturado, o suicidarse, lo que se le ofrece es la
opción de elegir cómo morir: eso no es elección. Los judíos tienen
varias categorías de "colaboración", que van desde el llamado "justo"
hasta el "kapo" del campo de concentración. Las conductas de evadir,
resistir o enfrentase al terror deben reconocerse como excepcionales, no
como única medida de lo correcto moralmente. Quienes han adoptado estas
admirables posturas son generalmente los que comprenden mejor a los
"colaboradores".
Finalmente, debe reconocerse que los "verdugos" y los "colaboradores"
que repiten las consignas totalitarias son también quienes paralizan el
sistema con conductas como mentir, robar y holgazanear. La verdadera
colaboración es la que ofrecen libremente individuos, empresas,
organizaciones financieras y gobiernos extranjeros a las dictaduras.
Source: "Los otros secretos del totalitarismo | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1399532950_8484.html
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