Los dirigentes viejos ¿eligen también a los nuevos?
julio 29, 2013
Rogelio M. Diaz Moreno
HAVANA TIMES — Este discurso del 26 de julio era demasiado importante:
aniversario redondo, en Santiago de Cuba, y muchos dignatarios
extranjeros. Esta vez, el presidente Raúl Castro no le cedería el
estrado al nuevo vicepresidente del país, Miguel Díaz Canel, como ya se
lo había cedido en años anteriores a José R. Machado Ventura, por esta
misma fecha.
Además de los homenajes y agradecimientos de rigor a las personas, los
países y las ciudades, hubo un breve comentario –para mí el de mayor
relevancia– sobre lo que nos toca y estamos viviendo.
La generación histórica, afirmó, "va cediendo su lugar a los pinos
nuevos con tranquilidad y serena confianza, basada en la capacidad
demostrada de seguir el rumbo de la Revolución".
El paso irremediable del tiempo ha impuesto una necesidad sobre el
gobierno cubano actual, que reconoce y explica "está en marcha el
proceso de transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones
de las principales responsabilidades de la nación."
Precisamente, se puede decir que Díaz Canel es un ejemplo de esa
renovación. Y, efectivamente, ando molesto.
Se pudiera considerar que el poder último de un mandamás no se prueba
durante su mandato. Se puede considerar, por ejemplo, que el poder
último radica en establecer, para cuando llega la hora de retirarse,
quién hereda el cetro para convertirse, a su vez, en el nuevo mandamás.
Como siempre, yo me cuestiono: ¿en qué consiste, quién dirige y cómo se
maneja "el proceso de transferencia"?
El General en Jefe, dice otorgarle la mayor importancia a las
instituciones, para el funcionamiento ordenado del país. Sin embargo,
vuelve a obviar olímpicamente que ninguna institución, ningún dirigente,
ningún rumbo de ningún gobierno tendrán jamás una fuente mayor de
legitimidad, de respeto y de poder, que la democracia. La representación
legítima de la voluntad del pueblo.
Acatar la soberanía de la nación, servir al representado, así se resume
el papel que debe desempeñar todo gobierno, especialmente los que se
presuman de revolucionarios y socialistas.
No puede ser que se trate de que una "generación histórica" haya
conquistado un "lugar" de poder, de preponderancia –aunque tenga un
nombre bonito como vanguardia– y ahora "vaya cediendo" este lugar al
relevo de casta correspondiente.
El espacio Democracia, el espacio donde la ciudadanía elije, evalúa y,
si fuera preciso, revoque, a los dirigentes que mejor estime que le
servirá, está al parecer proscrito del discurso oficial.
¿Qué hay con los mecanismos del Poder Popular, que no es que sean un
verdadero poder democrático pero sí lo que más se parece? Qué va, había
demasiado sol en ese estrado santiaguero para perder tiempo hablando de
cosas que no fueran serias.
Pero el caso es que otros opinadores no tenemos porqué estar de acuerdo
con la forma con la que este proceso ocurre. Ninguna hornada de
mandamases nuevos, elegidos a dedo por los mandamases viejos, podrá
reclamar legitimidad para un liderazgo así trasmitido. Ni llamar con un
mínimo de credibilidad a disciplinas, controles, consagraciones.
Ninguna nueva hornada de dirigentes podrá reclamar legitimidad, si no se
somete y acata los principios de las sociedades compuestas por personas
con iguales derechos. Y estos principios pasan indefectiblemente por el
sufragio universal, donde cada ciudadano viejo o joven, hombre o mujer,
de cualquier raza, creencia espiritual, orientación sexual, región,
etcétera, juzgue según sus méritos y capacidades, a los que se deben
convertir en sus servidores.
La potestad de juzgar y seleccionar a los presentes y los próximos
dirigentes, reside únicamente en la totalidad del electorado.
Únicamente el respeto a este principio democrático tan obvio, por
cierto, puede proteger con efectividad a esa unidad de todos los cubanos
dignos. Unidad que resulta tan importante y no solo para el actual
presidente.
Source: "¿Serán los dirigentes viejos que eligen a los nuevos?" -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=88904
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