Las reuniones familiares
Martes, 18 de Diciembre de 2012 03:25
Escrito por Jorge Luis González Suárez	
Cuba Actualidad, Plaza, La Habana (PD) La hospitalidad es una tradición 
cubana extendida durante siglos. El recibir familiares en nuestro hogar 
forma parte de nuestra idiosincrasia. Era común que los fines de semana 
la parentela se congregara en la casa de padres, abuelos o hermanos, 
donde se compartía con regocijo. Hoy, por desgracia, las dificultades 
generales pocas veces permiten desarrollar estas reuniones.
Mis padres tenían por costumbre visitar a dos tías que vivían en San 
Miguel del Padrón. El espacio se hacía reducido cuando nos congregábamos 
todos. Esta circunstancia no importaba para con frecuencia ser recibidos 
de manera agradable e íntima. La importancia del hecho era estar unidos, 
sin necesidad de una causa especial que motivara el encuentro. Puedo 
calificar esos tiempos como muy felices en mi infancia y adolescencia.
El hábito más generalizado era que los capitalinos fuéramos al campo. La 
parentela convertía el acontecimiento en una fiesta. No era necesario 
esperar por una invitación. Las visitas se hacían de forma espontanea.
Era una alegría indiscutible compartir comentarios alrededor de una 
mesa. Esta antigua rutina tiene sus raíces desde la época de España, tal 
y como se recogen en crónicas y libros de nuestra historia.
Mi familia era de la zona occidental: de Pinar del Río y Matanzas. El 
trayecto era corto y fácil de realizar. No había los impedimentos de 
hoy. Los pasajes se adquirían en el momento de viajar. No había 
necesidad de hacer colas y pasar semanas de espera. Aquel que así lo 
deseara podía reservar los viajes hasta por teléfono para su mayor 
comodidad. La realización de estos viajes se hacía sin mucha 
planificación y en cualquier etapa del año.
No era hábito que las personas que vivían en las zonas rurales vinieran 
a la capital. La excepción estaba cuando era imprescindible venir al 
médico. Los habaneros acompañaban gustosos al hospital a los suyos. Esto 
se consideraba una obligación, en reciprocidad a la acogida que 
brindaban los de allá cuando íbamos. El trato debía ser equivalente y se 
hacía un esfuerzo por quedar bien con los de nuestra sangre.
La situación actual ha invertido los términos. La enorme emigración, 
sobre todo de las provincias orientales, hace que el centro de contacto 
sea la ciudad. Una gran población flotante pasa parte del año con los 
que viven aquí. Los motivos escapan al contacto con sus allegados. 
Muchos hacen estancia para comprar productos que escasean en el interior 
para revenderlos luego en su zona de origen. Otros llegan para escapar a 
las dificultades que enfrentan en su domicilio. El sentido de las 
reuniones se ha tergiversado.
La inmensa emigración producida durante los últimos 54 años, ha generado 
la desunidad entre miembros de un mismo clan. La lejanía y los numerosos 
impedimentos han traído la falta de comunicación. Una frase que dice 
mucho se escucha en boca de los nacionales de acá: "Se han tomado la 
Coca-Cola del olvido". Esto por desgracia es una verdad incuestionable.
El sistema gubernamental también contribuye a esta falta de unidad. 
Recordemos que todos los militantes del PCC y los militares han tenido 
la prohibición de mantener cualquier tipo de acercamiento con los que se 
fueron del país, sea por razones políticas o económicas. Esta situación, 
ahora con alguna tolerancia, se mantiene.
Existen muchas familias cubanas que están separadas por esas causas. La 
nueva ley, que pronto estará en vigor, debe tener algunos efectos 
positivos para estos casos. Los cubanos somos uno, estén aquí o en 
cualquier lugar del mundo. Ojala tales flexibilizaciones mejoren las 
relaciones entre los cubanos.
Para Cuba actualidad: jorgelibrero2012@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/6047-las-reuniones-familiares.html
 
 
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