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Monday, September 17, 2012

Sobrevivir

Opinión

Sobrevivir
Yoani Sánchez
La Habana 17-09-2012 - 4:14 pm.

'El falso optimismo me había hecho creer que Fariñas sería el último
disidente que apelaría a la inanición como arma de demanda ciudadana.'

La luz es tenue, el cuarto estrecho y el murmullo de Santo Suárez se
cuela a través de las paredes. Sobre la cama hay una mujer delgada hasta
los huesos, con las manos tremendamente frías y la voz apenas audible.
Martha Beatriz Roque se ha declarado en huelga de hambre hace una
semana. Yo he llegado hasta ella envuelta en el apresuramiento de la
cotidianidad y en la prisa de la información; pero su rostro tiene la
calma que da el tiempo, la experiencia. Allí está, tan frágil como una
niña pequeña que de tan leve podría cargar y arrullar sobre mis piernas.
Me sorprende su claridad, la manera categórica con que me explica por
qué se niega a probar alimentos. Cada palabra que logra pronunciar —de
tan intensa— no parece salir de aquel cuerpo disminuido por el ayuno.

Pensé que nunca más iba a tener que estar ante el lecho de un huelguista
de hambre. El falso optimismo de que todo tiempo futuro tiene que ser
mejor, me había hecho creer que Guillermo Fariñas con su costillar
afuera y su boca reseca, sería el último disidente que apelaría a la
inanición como arma de demanda ciudadana. Pero dos años después de
aquellos 134 días sin probar bocado, vuelvo a ver las cuencas hundidas y
el color cetrino del que se niega a comer. Esta vez suman ya 28 personas
a lo largo de todo el país y el motivo vuelve a ser la indefensión del
individuo ante una legalidad demasiado marcada por la ideología. Debido
a la ausencia de otros caminos para requerirle al Gobierno, los
intestinos vacíos se erigen como un método de exigencia y rebeldía.
Triste, que solo nos hayan dejado la piel, los huesos y las paredes del
estómago para hacernos escuchar.

Antes de salir de casa de Martha Beatriz le aconsejé "tienes que
sobrevivir, a este tipo de regímenes hay que sobrevivirlos". Y me fui
hacia la calle, envuelta en esa culpa y en esa responsabilidad que
debería sentir cada cubano ante un hecho tan triste. "Sobrevivir,
sobrevivir", seguí pensando cuando conversé con la familia de Jorge
Vázquez Chaviano que debió ser liberado el 9 de septiembre y cuya
inmediata excarcelación exigen los ayunantes. "Sobrevivir, sobrevivir",
todavía me repetía al recibir los reportes del deterioro físico de los
otros huelguistas. "Sobrevivir, sobrevivir", me dije al ver en el
televisor los rostros de quienes en este país han convertido la
discrepancia en un delito y la protesta cívica en una traición.
"Sobrevivir, sobrevivir, sobrevivirlos", me prometí. Pero quizás ya sea
demasiado tarde para lograrlo.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/13051-sobrevivir

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