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Thursday, September 20, 2012

Por qué las inversiones siguen un errático camino en la economía castrista?

¿Por qué las inversiones siguen un errático camino en la economía castrista?
[20-09-2012]
Elías Amor Bravo
Economista, ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- Uno de los males de la economía castrista
es el bajo nivel que presenta la formación bruta de capital fijo sobre
el PIB, es decir, las inversiones en infraestructuras, equipamientos y
producción, apenas alcanzan un 9% según datos de CEPAL, un porcentaje
que es prácticamente la mitad que el registrado en los países de América
Latina.

Este bajo nivel de inversión en las infraestructuras que sostienen el
crecimiento de cualquier economía obedece a múltiples razones. La
naturaleza de la economía, con un sector privado marginal, en el que no
existe un marco estable de protección y respeto a los derechos de
propiedad, la ausencia del mercado como instrumento de asignación de
recursos y la penalización de la acumulación como principio fundamental
de actividad empresarial, son algunos de los factores más relevantes a
nivel macroeconómico.

En el ámbito micro, las situaciones más absurdas explican este errático
comportamiento de las inversiones. De ello, precisamente, se hace eco un
artículo en Granma, con un título similar. Un artículo que se inscribe
en la línea raulista de autocrítica y denuncia de ineficiencias del
sistema, que sin embargo, no va acompañada de las necesarias reformas
para evitar que se continúen produciendo en el futuro.

El ejemplo al que me refiero es el atraso en el montaje de un molino
para el programa arrocero, en áreas cercanas al poblado Camilo
Cienfuegos, en el municipio avileño de Chambas. Un retraso que, por un
lado, aumenta el coste de la actual cosecha de arroz en esta provincia,
al tiempo que plantea una insuficiente capacidad para el procesamiento
del cereal.

¿Por qué pasan estas cosas en el día a día de la economía castrista?
Según el artículo, "los problemas comenzaron desde noviembre del pasado
año, cuando se decidió "hacer algunas cosas", según palabras de Jorge
Hernández Lorenzo, director de los Servicios Ingenieros de la Empresa de
Proyectos de la Agricultura (ENPA), contratada por su homóloga, la
agropecuaria Máximo Gómez, para supervisar la ejecución". Esas "cosas
que había que hacer" llevaron a un reajuste temporal del proyecto, que
al final ha obligado a su realización otra vez.

Retrasos en los equipamientos del almacén, en las vías de acceso al
mismo, en el cambio de cubierta y la carpintería de la instalación, y la
revisión de equipos importados de Brasil (¿dónde se encuentra el
bloqueo?) empezaron a crear problemas para conseguir "los objetivos
planificados". El artículo de Granma pone el dedo en la llaga y señala
"la falta de organización y de control" como la causa principal, a lo
que se añade la preparación técnica, el estado deficiente de las
herramientas o el uso de combustibles, y termina preguntándose "¿cómo
tenerlo si no hay ni previsión y mucho menos planificación?"

Sorprende que en una economía de naturaleza estalinista, que confiscó
todo tipo de empresa y negocio privado para establecer un sistema de
funcionamiento centralizado y planificado, fracase en este tipo de cosas
tan sencillas.

Como consecuencia de todo ello, no se podrá procesar arroz en la actual
cosecha, y lo que es peor, no se sabe cómo resolver la situación, a la
vez que se enumeran una amplia serie de problemas cuya enumeración omito
para no cansar al lector.

El artículo de Granma es muy duro en su valoración de lo sucedido,
dentro de la nueva óptica raulista de reformas, y aclara "este es el
clásico ejemplo de cómo la irresponsabilidad daña una inversión cuando
no se prepara como es debido, y resulta muy difícil enrumbarla después
por buen camino. Los problemas comenzaron desde el mismo momento en que
se decidió iniciar la obra, signada por la pésima elaboración técnica".

Nada que objetar. Las responsabilidades de este desastre de gestión
económica están en la naturaleza misma del modelo, a la que tantas veces
hemos hecho referencia. El problema es que las autoridades del régimen
no quieren entrar en razón, y aquí viene la segunda parte, porque
insisten en que hay que "cumplir lo que establece el Lineamiento 118 de
la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, referido a
que "las inversiones estarán priorizadas a la esfera productiva y de
servicios con beneficio a corto plazo y las que garanticen el desarrollo
sostenible del país".

Y no conformes con ello, se pierden en cánticos de sirenas, de
resoluciones ministeriales y más lineamientos que, en el fondo, no son
otra cosa que instrumentos para continuar maniatando el funcionamiento
racional de una economía.

Desde hace mucho tiempo, los economistas saben que los proyectos de
inversión se realizan en función de un cálculo comparativo de costes y
beneficios esperados debidamente actualizados. No es éste el lugar para
incidir en estas cuestiones, ya que es preciso tener en cuenta
igualmente, el origen y coste de los fondos, la oportunidad empresarial
y la capacidad incrementada de producción que la inversión va a generar.
Como nada de ello parece interesar ni a los Lineamientos ni a la
dirección de la economía cubana, el resultado siempre es el mismo,
despilfarro de recursos, ineficiencia e incumplimientos.

Al final, estas ineficiencias derivadas del modelo económico impuesto
por la llamada "revolución" a los cubanos, sin consulta previa, se
resuelven por la buena voluntad de la población y un exceso de energía y
sufrimiento que contribuye a agotar todavía más el limitado empleo de
recursos. En este caso que nos ocupa, llevando el arroz de un punto a
otro, generando costes cuya financiación no se sabe quién puede atender.

En ausencia de responsabilidades jurídicas de las decisiones que se
adoptan, sin un propietario de los recursos que se preocupe
adecuadamente del destino de los mismos, y al que finalmente se rindan
cuentas por su capacidad para adelantar recursos para los empleos que se
pretenden, sin un marco adecuado para justificar y sostener la
acumulación de capital, los proyectos de inversión seguirán siendo uno
de los pozos negros de la economía, uno de los males a superar y un
problema añadido para cualquier proceso de transformación de la situación.

Este ejemplo del molino arrocero es uno más, pero no el único.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37150

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