El corresponsal en su laberinto
Manuel Zayas
Barcelona 11-10-2011 - 10:39 am.
El caso de Mauricio Vicent, periodista de 'El País' en Cuba: último
capítulo de la larga pelea del régimen contra la prensa extranjera.
Mauricio Vicent.
Mauricio Vicent se ha vuelto a quedar sin palabras: de firmar noticias
ha pasado a ocupar titulares. Al corresponsal en La Habana del diario El
País, el gobierno comunista le ha retirado su acreditación de prensa por
ofrecer una "imagen parcial y negativa" en sus reportes sobre la
realidad cubana.
Hace ya una década, Vicent sufrió de un silenciamiento espontáneo.
Cuando un periodista cubano le preguntó cómo vislumbraba el futuro de
una Cuba sin Castro, el corresponsal de El País optó por no responder.
Quizá temió una encerrona. Estos hechos aparecen filmados en el
documental Un día después (2001), de Ismael Perdomo, el retrato
premonitorio de un momento que no llega.
El silencio del periodista español era igual al de muchos cubanos
temerosos en tratar un asunto tabú: la muerte del Máximo Líder. Entre
los 52 minutos de documental, solo recuerdo a un habanero que, sin
"tener miedo a decirlo", usó las siguientes palabras para referirse a
Fidel Castro: "vitalicio es este señor". Mientras afirmaba eso, en plena
calle, un coro de gente increpó al hombre, le pidió que se fuera de
allí, porque los perjudicaba.
De lo que sufre ahora Vicent es de un silenciamiento impuesto. Y es
conocido que los dirigentes comunistas son pródigos en silenciar. El
Centro de Prensa Internacional, dependiente del Ministerio de Relaciones
Exteriores cubano, es el encargado de velar por el trabajo de la prensa
extranjera. Ese organismo es el que ha impuesto limitaciones en el
movimiento de los periodistas foráneos por el territorio nacional, el
mismo que ha mantenido en jaque los puestos de esos corresponsales,
demorando, la mayoría de las veces, la renovación de sus credenciales.
Desde hace dos años, la autorización periodística de Vicent estaba
pendiente de renovación. La decisión de no volver a otorgarle ese
permiso es irrevocable: no importan las condenas del propio diario El
País y de varias asociaciones de periodistas que han defendido la labor
del corresponsal, ni las gestiones del Ministerio de Asuntos Exteriores,
ni los votos del Senado español en contra de la medida. En La Habana son
pródigos en silenciar. Y saben cómo.
La situación en la que se encuentra Vicent es la siguiente: mientras
permanezca en la Isla no podrá firmar reportes de ningún tipo sobre tema
cubano, ni realizar pesquisas ni investigaciones de ninguna índole, y
deberá tener cuidado con quién se reúne y qué información comunique,
máxime cuando tiene una familia allí (está casado con una ciudadana
cubana con la que tiene dos hijos).
Las represalias que se podrían ejercer contra él como extranjero
(expulsión fulminante o una grave acusación de espionaje, por ejemplo),
no excluyen otras posibles contra algún miembro de su familia, como
puede ser la negativa oficial a que alguno de ellos abandone el
territorio nacional.
Una noticia apócrifa en primera plana de 'El País'
El 18 de abril de 2008, Mauricio Vicent publicó una noticia titulada
'Cuba rebaja las restricciones para viajar', que apareció en primera
plana de El País.
[Portada de 'El País' con la noticia de la flexibilización de los viajes
para cubanos. (EL TONO DE LA VOZ)] Portada de 'El País' con la noticia
de la flexibilización de los viajes para cubanos. (EL TONO DE LA VOZ)En
su reporte, el periodista anunciaba una serie de medidas para la
flexibilización de los viajes de los cubanos al exterior: entre ellas,
que se eliminaría el permiso de salida, aunque determinados grupos
profesionales lo seguirían necesitando; que no sería necesaria la carta
de invitación; y que se ampliaría de 11 a 24 meses el tiempo que los
cubanos podrían permanecer en el extranjero.
Las fuentes de la información eran "cercanas al gobierno", y no aparecen
mencionadas. En la jerga profesional: fuentes oficiosas, pero no
oficiales.
La noticia fue la bomba periodística: Vicent se adelantó a todos los
demás corresponsales acreditados. Fue tan leída su información que, ese
mismo día, Michael Parmly, el máximo representante de la Sección de
Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), dirigió un cable
secreto a Washington pormenorizando en el reportaje de Vicent, y
elogiando la labor del periodista como "el mejor informado de los
corresponsales extranjeros en la ciudad".
Poco después de la retirada de la credencial de Vicent, el sitio oficial
Cubadebate publicó una nota que resalta los vínculos del periodista
español con la SINA, nota que se apoya en aquel cable secreto, publicado
por Wikileaks.
La intención de Cubadebate es desacreditar al corresponsal de El País,
ya se sabe. ¿Pero si querían desacreditarlo, en lo que tanto empeño han
puesto durante años, por qué ese sitio nunca aludió al motivo de ese
cable y ofreció una interpretación pormenorizada de los cambios
migratorios anunciados por Vicent, sabiendo a todas luces que el
reportaje de El País era apócrifo?
Lo que queda claro: Cubadebate no tiene ni capacidad para desmentir. En
este caso, hubiera significado una reafirmación de la negación. Para
desacreditar realmente y a fondo la información del corresponsal de El
País, Cubadebate hubiera tenido que hacer alusión a que las
restricciones de viaje en la Isla permancen idénticas. Pero hacer algo
así hubiera significado hablar negativamente del régimen, y eso no le
está permitido a ningún medio de prensa oficial.
Ni qué decir que la noticia apócrifa sobre cambios migratorios, firmada
por Mauricio Vicent y aparecida en primera plana de El País, nunca fue
desmentida ni por el periodista ni por periódico. En sus veinte años
acreditado en Cuba, Vicent debe saber que esa información fue como uno
de esos "gatos pasados por liebre" con que el gobierno cubano pretende
disfrazar la realidad.
En Cuba, Vicent ha sido acusado de influir en la línea editorial de El
País, y se le ha recriminado haber promovido internacionalmente a la
bloguera Yoani Sánchez, que ganó en 2008 el premio Ortega y Gasset de
periodismo digital, otorgado por ese diario.
El régimen contra la prensa extranjera
Los ataques a la prensa extranjera han sido una constante desde la
llegada de Fidel Castro al poder. Desde la nacionalización de la prensa
en 1960, todos los medios de comunicación están en manos del régimen,
que mantiene una censura férrea.
En 1969, el gobierno cubano expulsó a los corresponsales de The New York
Times, y de las agencias de noticias Associated Press (AP) y United
Press International (UPI), los únicos medios estadounidenses con
oficinas en La Habana. En represalia, el gobierno de Estados Unidos
revocó la licencia para operar en su territorio a la agencia cubana
Prensa Latina.
A partir de entonces, contados periodistas de países occidentales
pudieron reportar in situ desde corresponsalías en la Isla, y fueron
básicamente los de Reuters, AFP y EFE. El celo hacia estos medios fue
tan extremo que, por ejemplo, se cuentan hasta cinco expulsiones
seguidas de periodistas de AFP.
En el discurso de cierre del funesto primer Congreso de Educación y
Cultura de 1971, Castro dijo: "Ya saben, señores intelectuales burgueses
y libelistas burgueses y agentes de la CIA y de las inteligencias del
imperialismo, es decir, de los servicios de inteligencia, de espionaje
del imperialismo: en Cuba no tendrán entrada, ¡no tendrán entrada!,
como no se la damos a UPI y a AP. ¡Cerrada la entrada indefinidamente
por tiempo indefinido y por tiempo infinito!".
La prohibición para que medios de Estados Unidos establecieran oficinas
en Cuba tuvo su fin en 1997, cuando Ted Turner negoció con Castro el
establecimiento de una corresponsalía de CNN en La Habana. (En enero de
2011, Cuba eliminó la señal de CNN en español de la oferta de televisión
por cable para hoteles y centros turísticos).
También en 1997, Televisión Española fue autorizada a abrir oficina
allí. Al año siguiente, gracias a la mediación del escritor Gabriel
García Márquez, la agencia AP logró establecerse en Cuba.
En 2001, un reporte del corresponsal de la agencia Reuters, Pascal
Fletcher, sobre un desfile organizado por la Embajada de España con
motivo de la celebración de los Reyes Magos, incomodó a las autoridades
comunistas.
Fidel Castro aludió al caso, sin mencionar a Fletcher, diciendo que
"algunos reporteros" estaban buscando "que se les expulse". Dos meses
después, Reuters decidió el traslado de su corresponsal.
Igualmente, el gobierno cubano retiró, en 2007, las credenciales de
prensa de César González-Calero (de El Universal, de México), de Gary
Marx (Chicago Tribune) y de Stephen Gibbs (BBC). En el año en curso, a
Esteban Israel, corresponsal de Reuters, le fue retirada la autorización
para ejercer el periodismo en Cuba, según el académico Ted Henken.
En un momento crítico, el régimen podría ejercer la censura total con el
corte de toda comunicación satelital de Cuba con el resto del mundo,
como ya hizo por varias horas durante la revuelta popular de agosto de
1994, en la crisis de los balseros. Durante ese tiempo, ninguna llamada,
ni fax, ni telegrama, entró ni salió del país. No en vano, el uso de
equipos de comunicación satelital está severamente regulado en Cuba.
Antiguos corresponsales extranjeros destinados a la Isla han descrito
métodos de espionaje de correspondencia y de su vida privada, robo de
información y de sus medios de trabajo, adulteración de sus despachos,
citaciones oficiales y otras formas de coacción como prácticas que ha
ejercido el gobierno cubano.
Algunos de estos antiguos corresponsales se han sincerado y han
reconocido haber ejercido la autocensura.
Para información detallada sobre la vigilancia a la prensa extranjera en
Cuba, consultar esta exhaustiva investigación de Reporteros sin fronteras.
Cable de Wikileaks sobre Mauricio Vicent (traducción al español).pdf
http://www.ddcuba.com/sites/default/files/pdf/Cable%20de%20Wikileaks%20sobre%20Mauricio%20Vicent%20(traducci%C3%B3n%20al%20espa%C3%B1ol).pdf
http://www.ddcuba.com/cuba/7379-el-corresponsal-en-su-laberinto
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