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Wednesday, September 21, 2011

Una larga conversación con Guillermo Fariñas

Una larga conversación con Guillermo Fariñas
Por Mario Alegre Barrios / Enviado Especial / malegre@elnuevodia.com

La Habana – Las instrucciones fueron claras desde el principio: "No
debes hablar con ese hijo de puta… no vale la pena que pierdas así tu
tiempo". Quien dice esto es el encargado del Centro Internacional de
Prensa de Cuba, en referencia a Guillermo Fariñas, el opositor cuya
extensa huelga de hambre del año pasado lo puso al borde de la muerte y
desató una enorme presión de la comunidad internacional sobre el
gobierno de Raúl Castro.

"Aquí nadie lo conoce y tampoco a la Yoani esa", agrega el funcionario.
"No vale la pena que pierdas tu tiempo con esa basura".

La advertencia parece ser parte del protocolo con el que esa entidad
sazona la entrega de la visa con la que autoriza a los periodistas
extranjeros a ejercer su oficio en la isla.

Ante la obvia inutilidad de argumentar contra un odio tan feroz, el
silencio y dos opciones: acatar o desobedecer.

Al día siguiente recuerdo el episodio mientras Ismaelito Fernández -el
fotoperiodista- y yo vemos pasar el paisaje en ruta a la ciudad de Santa
Clara, a unas 170 millas al este de La Habana, donde Fariñas nos espera
para conversar.

El día es gris, con acentos a ratos de olor a tierra mojada que llega
desde no muy lejos y nos acompaña hasta la ciudad cuando ya comienza a
atardecer. Luego de mucho preguntar, encontramos la casa.

Alto, muy delgado, con el mapa de sus batallas marcado a fuego en el
cuerpo, Guillermo nos abraza y camina con nosotros hasta una cercana y
maloliente quebrada que hace mucho fue el riachuelo donde se crió.
Recuerda retazos de su infancia. Algunos vecinos lo saludan, otros solo
miran con recelo.

La conversación continúa en su hogar.

Al día siguiente, muy temprano regresamos a La Habana, donde el señor
funcionario del Estado nos espera para ajustar cuentas por haber
desobedecido.

Guillermo, luego de 21 años de militancia desde la oposición, ¿cómo
evalúa esta trayectoria?, ¿qué reflexión le merece?
Creo que actualmente soy un mejor opositor que cuando comencé en 1989.
Como opositor pacífico, como disidente no violento, he madurado paso a
paso. He estado preso en infinidad de ocasiones. La prisión me ayudó a
madurar, a asumir la responsabilidad como patriota por haber nacido en
esta tierra. No se trata de irse y esperar a que esto se desbarate o que
otro lo arregle. Hay que meterle el cuerpo… quizá parte de la solución
sea la muerte propia.

¿Cuál fue el punto de ruptura con el régimen, luego de haber estado de
su parte tanto tiempo y dar ese viraje de 180 grados en sus lealtades?
No creo que haya sido una sola razón. Fueron varios los hechos que se
fueron acumulando. Por una parte el asombro. En el 80 era un joven y me
reclutaron para llenar las guaguas con toda la gente que llegaba a La
Habana por tren para irse del país a través de la embajada de Perú. ¡Yo
nunca pensé que tantos y tantos cubanos fuesen capaces de no querer
vivir aquí! Eso para mí fue algo muy asombroso.

Ahí comenzó todo…
Sí y luego fue ver los privilegios enormes que había en las casas de los
altos dirigentes de la revolución y sus vínculos con narcotraficantes
mexicanos y colombianos, que venían a Cuba a jugar gallos con ellos, con
los comandantes… Todo esto comenzó a hacerme perder la confianza en la
alegada revolución cubana. Asimismo, otro punto de inflexión muy
importante fue ser testigo de cómo se portaron las tropas cubanas de
lucha antiguerrillera en Angola contra las aldeas indefensas. Los
batallones cubanos no eran nazis simplemente porque tenían otro
uniforme, pero cometieron un genocidio similar.

¿Cómo fue su experiencia en la Unión Soviética?
Un desengaño inmenso, porque crecí con el credo de que aquella era una
sociedad casi perfecta y, en cambio, me encontré con una sociedad
enferma, con una enorme tasa de alcoholismo, de drogadicción, de
prostitución, de corrupción. Eso también me frustró bastante y me hizo
abrazar la Perestroika y la Glasnot, lo que me trajo muchos problemas
que culminaron con mi expulsión de la Unión de Jóvenes Comunistas… desde
entonces no he dejado de luchar contra el Gobierno cubano.

Ha dicho que se vive un momento coyuntural para la oposición cubana…
¿por qué?
Estamos viviendo la época "post" de la primera derrota del Gobierno
cubano, cuando tuvo que ceder a las protestas por el asesinato alevoso
en prisión de Orlando Zapata en febrero de 2010. Luego de haber puesto
en libertad a 116 presos políticos -de los cuales doce se quedaron- el
Gobierno no ha logrado recuperar su credibilidad ante este asesinato. Me
parece que desde entonces el escenario de lucha se ha trasladado desde
dentro de las prisiones a las calles y las plazas. No por nada Raúl
Castro declaró en su discurso del pasado Congreso del Partido Comunista
que bajo ningún concepto iba a permitir que las calles y las plazas, que
eran de los revolucionarios, fuesen tomadas por los
contrarrevolucionarios. El asesinato de Wilfredo Soto García y las
palizas a lo largo y ancho de Cuba contra la oposición vienen
precisamente de ese temor real de perder lo que, dicen, les pertenece.

¿Es una posibilidad real que la lucha se agudice en las calles?
Aunque hemos ganado en algunos terrenos -ellos ya no combaten en
internet, por ejemplo- nos queda tomar de manera no violenta, con
mesura, las calles y las plazas, que son de todos los cubanos, y no de
los revolucionarios.

¿Habría violencia?
No sé… el pueblo cubano está aterrorizado. Son ya más de cincuenta años
de un terror inculcado desde que naces, un terror que te dice de lo que
puedes y no puedes hablar, de lo que puedes y no puedes hacer. El
Gobierno se quitó la careta paternalista y se ha visto obligado a tomar
medidas totalmente neoliberales. Se ha desentendido del pueblo, de los
más humildes, y no da libertades económicas ni de autogestión.

¿Y las reformas y los despidos y el trabajo por cuenta propia?
Sí, existe el "cuentapropismo", pero con unas condiciones que asfixian
al que intente vivir de esa manera. Por ejemplo, a los que intentan
tener un negocio, el Gobierno les vende a precios de minoristas y no de
mayoristas, de manera tal que no hay el menor margen para tener una
ganancia. Hay un alto nivel de desempleo y todo esto va contra la
credibilidad del Gobierno. Todos los que ejercen el poder saben que es
así. Fidel y Raúl están dando paliativos para no tener que aceptar que
el sistema fue un fracaso total. Todo lo que quieren es morirse en el
poder y después que sea lo que Dios quiera, incluso el holocausto.

¿A qué se enfrenta el Gobierno cubano en este momento?
El Gobierno cubano está en una coyuntura política y también en una
crisis económica muy desfavorable, a la espera de lo que ocurra en
Venezuela en el 2012. Si Venezuela desaparece como salvavidas
energético, Cuba se sumiría en el caos de los apagones y esto se
convertiría en una bomba de tiempo. Muchos oficiales represivos cubanos
están en Venezuela tratando de infiltrar la oposición para minar sus
fuerzas, dividirlas, para que no vayan como un frente único contra
Chávez. Otra de las razones por las que a Cuba le interesa que Chávez
permanezca en el poder es porque, si cae su revolución bolivariana, se
confirmaría una vez más que el llamado socialismo del siglo XXI es un
gran engaño. Esto, desde el punto de vista ideológico, también sería
catastrófico.

En este momento de lucha, ¿qué tan significativa es la influencia que
puede tener la comunidad internacional como un agente catalizador?
La opinión pública internacional es muy valiosa, tanto la de los medios
de prensa como la de los parlamentos, los gobiernos y los intelectuales,
tanto de derecha como de izquierda. Todos ejercieron una presión muy
fuerte sobre el Gobierno cubano, que por eso no me dejó morir a mí
durante mi extensa huelga de hambre más reciente. Creo que ahí se
demostró la vulnerabilidad del Gobierno cubano ante la opinión pública
extranjera. Sin duda, sigo vivo gracias a la presión internacional
porque, de otra manera, me hubiesen dejado morir.

Cuando el Gobierno cubano incorpora a su discurso sobre los presos
políticos el caso de los cinco cubanos presos en Estados Unidos acusados
de espionaje, ¿qué reflexión le merece?
El espionaje siempre ha existido, pero todo espía sabe a qué se
arriesga. El espionaje es un delito penado en todos los sistemas
judiciales del mundo y esos cubanos son espías confesos. Esa es la gran
diferencia entre nuestros presos políticos y esos presos. Nuestros
hermanos que están en prisión son personas que luchan por la libertad,
en su propio país. De entrada, solo por esto los casos no admiten
comparación.

¿Qué piensa cuando el Gobierno cubano se monta en los temas de la
educación y la salud como testimonios inobjetables del triunfo de la
revolución?
Mira, hay un analfabetismo total y un analfabetismo funcional, algo que
el Gobierno ha tenido que reconocer. Hasta el año pasado, según admisión
de las propias autoridades, había alrededor de seis mil cubanos que
habían terminado la universidad, pero que no habían obtenido sus títulos
porque no habían aprobado las pruebas de ortografía. Que más del 90 por
ciento de la población sepa leer no es argumento suficiente para
reclamar que la educación sea un baluarte.

Pero aseveran que ambos derechos son gratuitos para los cubanos…
Eso es falso. El cubano paga la salud pública, paga la seguridad social
y paga la educación. A cada cubano que trabaja, todos los meses le
descuentan el 33% de su salario y eso se divide en partes iguales para
esos renglones. Además, la educación es de pésima calidad y la calidad
de los servicios médicos es relativa, porque los pacientes son tratados
como de segunda categoría. El estado de las instalaciones hospitalarias
es desastroso y la falta de medicamentos es bochornosa. Antes los
hospitales hacían la lista de medicamentos que hacían falta, ahora la
hacen de los que hay… es más fácil.

¿Qué lectura da a advertencias del Gobierno de que los periodistas
extranjeros no debemos hablar con ustedes, con los opositores, con los
disidentes, a quienes se refieren en términos bastante despectivos, con
el argumento de que nadie en Cuba los conoce?
Ese un ejemplo más de la manera como este Gobierno ha inculcado el odio
durante más de medio siglo. No puede haber una controversia política
civilizada, porque todo deriva siempre al ataque personal, al insulto, a
la violencia verbal y física. Es la intolerancia en su manifestación más
pura. Al final, significa que ellos, como funcionarios del Gobierno,
tienen un gran miedo a que el virus de la libertad se difunda entre la
ciudadanía cubana.

Cuando piensa que ha estado a punto de dar su vida en varias ocasiones
por ver libre a su pueblo, ¿cómo ha manejado esa posibilidad de morir e
irse con la incertidumbre, sin saber si su muerte habrá servido para algo?
Me pongo en manos de Dios. Él es todopoderoso, somos sus discípulos. Si
Dios me ha cuidado tanto hasta ahora es porque tenía un objetivo
conmigo. Si no me ido al exilio, es porque Dios tiene un objetivo
conmigo como, por ejemplo, unir a la oposición cubana, enseñar a los más
jóvenes, agradecer a los más viejos y, sobre todo, tratar de que en esta
batalla no perdamos a los patriotas valiosos. Es un orgullo tremendo
haber estado a punto de dar la vida pero, cuando veo a los doce presos
liberados que se quedaron en Cuba, no puedo menos que sentirme inspirado
por su ejemplo, de la misma manera que me sucede cuando veo a los que se
fueron y que siguen luchando desde la diáspora.

¿Ha valido la pena todo esto?
Absolutamente, sin la menor duda… Puedo morir en cualquier momento.
Tengo varios trombos que se pueden desprender y matarme. Aquí no los
pueden operar y el Gobierno no me deja salir para hacerlo. Pero si
muero, los demás se quedan y continúan la lucha. Esto no es mío, es de
todos y, aunque yo no esté, los demás quedan…

¿Qué virtudes le encuentra a la revolución?
Que, en su momento, se preocupó por los humildes, por el discrimen
racial, por el discrimen por sexo. Creo que eso fue bueno, les dio
oportunidades de superación a muchas personas que no las tenían. Pero el
gran error es que se secuestraron libertades individuales y se convirtió
en una revolución tributaria. La revolución dijo "te doy estas
oportunidades, a cambio de tus libertades", y eso es inmoral. Ahí está
la mejor parte de la revolución y también su lado más oscuro y retorcido.

¿Por qué usted es como es?
Porque nací en un barrio marginal con una familia maravillosa, con una
abuela materna capaz de ser tabaquera por el día y salir a buscar votos
por la noche para que fuera senador de la república; con una abuela
paterna que me enseñó que siempre había que decir la verdad a cualquier
costo; con un abuelo materno que solo sabía dar amor; con un abuelo
paterno que me enseñó que había que tener ética por encima de cualquier
cosa; con un padre que me inculcó que, por encima de cualquier cosa,
está la familia; con una madre que me enseña todos los días lo que es
vivir para el resto de los miembros de la familia; con una hermana que
vive orgullosa de que yo sea su hermano y viceversa; con una hija que
vive orgullosa de parecerse a mí en casi todo; con una hija sobrina que
se ofende de manera desmesurada cuando alguien me critica; con una madre
de mi hija a la que le agradezco que le haya inculcado ese amor… por eso
soy el que soy…

Guillermo, ¿es feliz?
Creo que sí, así sea en una celda, recibiendo una paliza o con la muerte
al lado. Soy feliz porque sé que estoy cumpliendo con mi deber patriótico.

http://patriapuebloylibertad.blogspot.com/2011/09/una-larga-conversacion-con-guillermo.html

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