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Tuesday, September 20, 2011

Qué diferencia!

¡Qué diferencia!
Tuesday, September 20, 2011 | Por René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -El ex gobernador Bill
Richardson, enviado especial a países problemáticos de cuanto gobierno
demócrata ha pasado por la Casa Blanca, acaba de marcharse de Cuba sin
haber logrado no ya que el régimen de La Habana liberara al contratista
Alan Gross, como muchos pensaron, sino ni siquiera que le permitiese
verlo en la cárcel.

El fiasco ha dado motivo incluso a una caricatura de El Nuevo Herald,
menos graciosa que de costumbre, pero que refleja la amarga realidad. El
visitante, portando una maleta vacía, aprende que las autoridades
cubanas no desean un mejoramiento de relaciones con Estados Unidos, lo
cual el autor del chiste equipara a descubrir el agua tibia.

Por supuesto, no creo que el caricaturista tenga razón al suponer que un
negociador tan avezado como Richardson esté ajeno a las preferencias
políticas castristas. Me entrevisté con él años atrás, durante una
visita anterior, y pude constatar no sólo su perfecto dominio del
español, que aprendió de su mamá, sino también su agudeza y la amplia
información con la que contaba.

Lo que ni él ni nadie previó es que, después que quienes pueden hacerlo
lo invitaran a visitar La Habana, lo desairasen de modo tan cruel y
absurdo. En ese contexto, resultó particularmente descortés la negativa
a facilitarle la entrevista con Gross, en lo cual muchos observadores
han creído ver una muestra de las contradicciones existentes en el seno
del régimen castrista.

Se impone aquí una comparación con el caso de los cinco espías cubanos
encarcelados en Estados Unidos, que hace unos días volvieron a las
primeras planas al cumplirse trece años de su arresto. Y conste que, al
hacer ese parangón, no estoy poniendo en plano de igualdad el caso del
contratista norteamericano y el de esos cinco señores.

Gross se limitó a introducir por la aduana un equipo de comunicación
satelital que pensaba obsequiar a sus correligionarios, el cual es de
uso común en todo el mundo. Por esa tontería está cumpliendo quince años
de prisión, lo que me ha hecho preguntarme cuál habría sido la pena si
el objeto de su tráfico hubiese sido algún explosivo letal.

El caso de los cinco miembros de la Red Avispa es todo lo opuesto. Los
propagandistas del castrismo y tontos útiles del mundo corean que sólo
se infiltraron en grupos terroristas para evitar afectaciones a Cuba y a
los mismos Estados Unidos, país al que —según afirman— no atacaron en
absoluto. Tanto lo han repetido, que algunos tal vez crean que es verdad.

Pero quien tenga un conocimiento siquiera somero de su largo juicio,
tendría que preguntarse: ¿Y que hacía uno de los agentes trabajando en
una base militar? ¿Qué hay de la serie de mensajes cruzados con La
Habana y que los criptólogos estadounidenses lograron descifrar?

¿Por qué en esas comunicaciones se preveían contraseñas especiales que
debían ser pronunciadas por radio para evitar el derribo de las
avionetas de Hermanos al Rescate en caso de que algún agente de Cuba
tuviese que viajar en ellas? Y aunque lo que sigue se descubrió después
del juicio: ¿Qué hacía Ana Belén Montes informando a la Red todo lo que
lograba averiguar en su trabajo del Pentágono!

Todas estas interrogantes son oportunas, pero lo fundamental es
contrastar el tratamiento diferente otorgado por las autoridades
carcelarias de Cuba y los Estados Unidos a sus respectivos reos, pese a
las diferencias ya señaladas entre los actos de uno y otros: mientras
Richardson tiene que irse con las manos vacías, Danny Glover, buen actor
y pésimo político, acaba de ser premiado en La Habana.

Factor determinante de ese galardón ha sido la militancia del artista
hollywoodense en pro del gobierno cubano y sus cinco espías. En un
larguísimo y aburrido promo muy repetido por TeleSur, Glover narra su
entrevista con el jefe de Los Cinco en una prisión californiana.

Nadie le impidió visitar a Gerardo Hernández, pese a que éste había
hecho muchísimo más que pensar en regalar un equipo de comunicación,
pues era jefe de una red de espionaje y participó en la preparación del
derribo en aguas internacionales de dos avionetas desarmadas.

A Richardson, invitado a La Habana por las autoridades cubanas, ni
siquiera le permitieron entrevistarse con su compatriota preso. ¡Qué
diferencia!

http://www.cubanet.org/articulos/%c2%a1que-diferencia/

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